La Juliana era una nao que había sido construida en Mataró, ciudad que se encuentra en la costa del Mediterráneo, a escasos 50 kilómetros al norte de Barcelona y terminó sus días en la costa este de Irlanda, en 1588, junto a otros navíos de la escuadra invencible de Felipe II.
Una de los bulos que con mayor fuerza corren en nuestras redes, es que catalanes y levantinos, no tuvieron nada que ver con el imperio español y que solo la fuerza de las armas, mantuvo unido un conglomerado que era realmente gigantesco. El naufragio de La Juliana es uno de las muchas efemérides que ponen en duda semejantes ideas localistas.
Empecemos explicando quien era Juan Arnau Palau. También, contradiciendo muchas ideas preconcebidas, Juan no pertenecía a la nobleza. Era un comerciante de tejidos, un “botiguer de draps”, como se le ve descrito en la documentación de la época. Sin embargo, algunos en aquella época, no creían en la separación de estados y no pensaban que “las cosas de la guerra” estuviera en manos solo de la nobleza. El Mediterráneo se había convertido en un mar peligroso donde el comercio se encontraba expuesto a los ataques musulmanes desde la cercana costa africana o desde la más lejana turca.
No conocemos los detalles, pero el caso es que Arnau, decidió construirse una nave mercante artillada. Y no pequeña precisamente. De 867 toneladas de arqueo, tripulada por 107 hombres y provista con 32 cañones, debía ser un gigante en el Mediterráneo de la época. Muy probablemente, a pesar de su porte, no debía estar muy bien adaptada a la navegación en el Atlántico y debía de ser difícil de manejar. Era un buque previsto para navegar en aguas tranquilas y cargada a tope con el género que fuera.
Arnau fue capitán de su nave desde 1571 a 1588, lo que demuestra que nunca fue un comerciante típico. Una de las primeras referencias escritas es en el verano de 1571, en Mesina, cuando con motivo de los preparativos para la Batalla de Lepanto, se dice que nave y navegante se encontraban en el puerto, debido a que habían trasportado infantes venidos del Reino de Aragón. Debía ser un gran conocedor de aquellas aguas y un activo comerciante entre los puertos italianos y españoles.
En 1579, cuando se encontraba en Alicante, cargada de sal, con destino a Nápoles, fue embargada por Felipe II, con motivo de la guerra para reafirmar sus derechos sobre la corona portuguesa. Con motivo de este embargo conocemos los datos técnicos, arqueo, tripulación y armamento, porque a partir de este momento todos los gastos corrían a costa de Felipe II. La Juliana con Juan Arnau al mando, participó en el transporte de tropas, tarea para la cual estaba bien diseñada, pero también en la acción de guerra final, cuando se colocó delante del Castillo de Bethlem, para proteger el paso de las galeras que remontaban el estuario.
Todavía se ve a nave y capitán entre los buques que ayudan en el transporte de tropas y pertrechos para el sometimiento de las islas Azores, único punto del imperio Portugués, que con la ayuda de franceses y británicos, oponía resistencia a la corona de Felipe II.
Después, Arnau pudo seguir sirviéndose de su nave para fines totalmente privados hasta que en 1587, Alvaro de Bazan, organizador de la escuadra de asalto a Inglaterra, define que dos tercios de la flota deben ser mercantes artillados y sus ojos vuelven a caer sobre La Juliana y su capitán. Fue de nuevo decomisada con su tripulación.
Arnau participó activamente en los preparativos, aunque no se conocen los detalles de su aportación en la batalla de Gravelinas. Después silencio hasta su naufragio en 1588 en las costas irlandesas, en Streedagh Strand, una desolada playa situada al norte de Sligo (Irlanda). Los manuscritos familiares dicen que la nave se hundió debido a la impericia del piloto que le había asignado Bazan. Podría ser. Pero en la nave estaba Arnau y no creo que fuera hombre capaz dejar perder su nave por órdenes incorrectas del piloto. Más probable es que las escasas condiciones marineras de un navío de gran porte, diseñado para el Mediterráneo, no lograra superar las condiciones adversas de un lugar que ha sido durante siglos testigo de múltiples naufragios.
En todo caso Arnau sobrevivió y consiguió ser repatriado a su Mataró natal, donde según parece no había tenido bastantes aventuras, porque en 16 de marzo de 1609, Felipe III lo nombra capitán de una de las cuatro galeras que se habían construido, armado y mantenido por el Principado. Siendo capitán de esta nave, muere en 1612.
Seguramente, que los redactores de los libros de historia oficial catalana, abominan de Joan Arnau Palau y de su nave La Juliana.
Manuel de Francisco Fabre
https://elpais.com/cultura/2015/06/27/actualidad/1435398765_951378.html
Historia de una familia de la villa de Mataró. Antonio Martí Coll. 1962 Editado por la Caja de Ahorros de Mataro.