Hace 416 años y en Madrid, salió a pública venta, la primera edición de la parte inicial del Quijote. Se había impreso el año anterior en Madrid y estaba dedicada a Alonso de Zúñiga, Duque de Béjar. Dedicar una edición a un ilustre, era algo habitual en aquella época, donde te podías meter en líos si se imprimía algo que no era del agrado de alguien poderoso. Desde que en 1450, Gutemberg, había inventado la prensa, todos los poderosos de Europa, conocían la importancia de la palabra escrita y el control sobre las publicaciones era férreo en cualquier país europeo, fuera del signo o religión que fuese
La obra de Miguel de Cervantes, está compuesta por dos libros, escritos y publicados en dos años distintos. Cervantes utiliza el artificio, novedoso en la época, de aparecer como narrador y personaje. Crea la ficción de que es tan solo un traductor de un documento escrito por un personaje ficticio, un autor árabe (Cide Hamete Benengeli), Él solo encontró los manuscritos en Toledo y lo único que hace es traducirlos, con dificultad, del árabe. Este artificio literario, le dio tiempo para publicar una primera parte y solo dedicar esfuerzos a la segunda en caso de éxito. Y éxito tuvo ¡Y cómo!
No vamos aquí a explicar el contenido del Quijote. Hay plumas mejores que la mía para describir esta rara joya de la literatura, en la cual se mezclan diferentes estilos y donde tanto se describen aventuras grotescas, como capítulos espeleológicos o mágicos, pasando por libritos de amor. Yo quisiera céntrame en las vicisitudes de sus primeras ediciones y los acontecimientos que las rodearon.
Cervantes no pretendía hacer una edición de lujo y aunque desconocemos los detalles de su situación financiera en la época, seguro que no nadaba en la abundancia. La edición que encargó hacer a Francisco de Robles, entraba dentro de los estándares de la época para aquel tipo de publicaciones, que no pretendía más que un pequeño beneficio. No estaba pensada como una edición para guardar por generaciones en la biblioteca familiar sino como una obra de consumo para distraer las tardes ociosas de forma económica.
Francisco de Robles era el propietario de una librería, o sea, en el local que regentaba se hacía compra venta de libros y laminas. En paralelo, hacía de promotor o sea, financiaba a escritores que no tenían capital suficiente para pagar los gastos de publicación de sus obras. Algo que ha sucedido en el mundo desde que existe la escritura.
Francisco no tenia imprenta y encargó el trabajo a Juan de la Cuesta que era propietario de una de las imprentas que habían seguido a la corte cuando esta se desplazó de Valladolid a Madrid. Como nadie pensaba que la obra tuviera mucho éxito, se invirtieron apenas ocho mil reales, de los cuales una quinta parte correspondían a Cervantes. Había que pagar los materiales y poco quedaba para tareas como la revisión de texto y corrección de errores. Total. Que se lanzó al mercado con un elevadísimo número de erratas.
Sin embargo la edición fue un superventas desde el primer momento y Francisco tuvo que hacer una nueva edición el mismo año en la cual no solo corrigió los errores tipográficos si no que incluyó el pasaje del robo del rucio de Sancho. O sea que hubo realmente un trabajo literario y de control que no se dió en la primera edición. Simultáneamente hubieron nada menos que dos ediciones pirata en Lisboa. Hecho totalmente anormal para una obra de estas características y que demuestra el inusitado interés que provocó la obra.
Todo este éxito no redundó mucho en aumentar el bienestar de Miguel de Cervantes. Había firmado una carta, concediendo todos los derechos del libro a su editor. Este es un error común entre los escritores noveles, pero Miguel no lo era tanto, lo que indica que andaba mal de numerario y “se vendió por un plato de lentejas”, como dice la expresión popular
Encima tuvo un percance judicial. Uno de los varios en que se vio envuelto durante su vida. A principios de julio del mismo año, Gaspar de Ezpeleta, caballero de la Orden de Santiago, apareció muerto a la puerta de su casa. La muerte de un perteneciente a dicha Orden, no era cuestión baladí y el juez de casa y corte don Cristóbal de Villarroel, decretó la prisión para todos los que se encontraban en la casa de Cervantes esta noche. De resultas de esta orden, Cervantes se encontró retenido en su casa en arresto domiciliario hasta finales de julio.
Todo ello son pequeñas historias alrededor de una gran obra de literatura de impacto mundial. Nada más y nada menos.
Manuel de Francisco Fabre
https://es.wikipedia.org/wiki/Don_Quijote_de_la_Mancha