Rendición de Breda (5 junio 1625)

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Ambrosio Spínola Doria

Mucha gente conocerá esta efemérides por la obra de arte de nuestra pintor Diego Velázquez. Nuestra genial artista, rompió moldes con este cuadro e intento mostrar el lado amable de la guerra. La obra no representa al típico héroe militar, que se mostraba tradicionalmente erguido sobre el derrotado, humillándolo. Aquí se ve a un Spínola que impide que el general oponente, Justino de Nassau, se arrodille ante él y coloca una mano sobre su hombro en todo conciliador. Puede que algo de verdad hubiera en la escena, ya que Velázquez conocía personalmente Ambrosio Spínola Doria, jefe del ejército vencedor. Pero la verdad es que el sitio de Breda fue una carnicería que engulló ingentes recursos humanos y financieros.

En agosto de 1624, cuando se inició el asedio, Breda era una ciudad fortificada con todo el arte de la guerra que se conocía en la época. Estaba dotada por una serie de baluartes capaces de resistir la artillería de la época, estudiados de forma detallada por los ingenieros de militares. Además había sido abastecida con detalle y un aguerrido y bien formado ejercito de 14000 soldados. Es una ciudad colocada en el camino que une Amberes, en el norte de Bélgica, con Rotterdam, en el sur de los Países Bajos. Todavía hoy trenes y autopistas pasan en su entorno. Esta era por la cual tanto unos como otros pretendían tomar el control de la plaza.

Spínola afrontó el problema de forma científica y planteó una estrategia con dos pivotes. Por un lado impedir la entrada de refuerzos y por otro destruir las defensas levantadas por los holandeses. Nada de ataques frontales. Era imposible entrar de esta forma. Para ello diseñó una guerra “moderna” que fue tomada como ejemplo durante muchos años.

Primero construyó barricadas para evitar la llegada de refuerzos o de suministros. Dichas barricadas formaban una red alrededor de la ciudad y estaban perfectamente comunicadas entre ellas.

Después se lanzó a un ataque subterráneo. Diseñó toda una estrategia de construcción de túneles, que después eran minados y provocaban explosiones con la intención de volar las defensas holandesas. Era realmente una guerra ¨moderna¨ y horrible. Ya que el enemigo también estaba bien asistido técnicamente e desplegó una serie de túneles minados que a su vez provocaban explosiones bajo las posiciones españolas. Nada faltó en esta ¨modernidad¨, ni siquiera la guerra química. Ahí fue uno de los primeros sitios donde se utilizó la técnica de quemar azufre para asfixiar a los soldados-topos.

Después de 11 meses resistiendo el asedio, las fuerzas de los defensores estaban al límite. Los aliados de los holandeses habían estado organizando una fuerza con la intención de romper el cerco e introducir en la ciudad víveres, municiones y tropas de refuerzo. En febrero de 1625, 6,000 ingleses al mando de Ernet de Mansfeld y ,daneses a las ordenes de Steslaje Vant, intentaron entrar en la ciudad. Fue ahí donde se jugo el final de la contienda. Una pequenya sección venida a toda prisa de Bolduque se atrincheró en un montículo que dominaba el camino por donde transitaban las fuerzas de refresco. Solo eran 300 infantes ligeros, 158 piqueros y 65 ballesteros españoles, y fueron prácticamente aniquilados, pero consiguieron frenar el avance enemigo.

Fue una rendición que tuvo una gran repercusión mediática en Europa, pero que en realidad poco aportó a la guerra en general. Fue una guerra que se planteó más en cuestiones financieras que en militares. El reino de España estaba con las arcas exhaustas y peor quedó cuando en 1639, Piet Hein, capturó la flota que procedente de América, llevaba el oro y plata necesario para financiar la guerra. En parte con estos caudales, Federico de Orange logró conquistar la fortaleza de Bolduque y rompió el bloqueo por tierra al que España imponía a las provincias rebeldes.

De aquella victoria, al final quedó solo la magnífica obra de arte de Diego Velázquez, que hoy podemos admirar en el Museo del Prado de Madrid.

Nosotros queremos recordar la gesta de aquel puñado de españoles, que defendieron con coraje una oscura posición, que dominaba un camino local, pero que impidió la llegada de los refuerzos de refresco a la ciudad de Breda.

Manuel de Francisco Fabre

La rendición de Breda – Wikipedia, la enciclopedia libre

Sitio de Breda (1625) – Wikipedia, la enciclopedia libre

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