El titulo de este artículo no es un error de ortografía. Si. En el siglo XVI, en 1559 para ser más precisos, un indígena de Nueva España, fue nombrado capitán general. Veamos brevemente su historia.
Xicalchalchilmitl había nacido en Texcoco, alrededor de 1517, o sea dos años antes que Cortés iniciara la conquista del imperio Mexica. Su abuelo era Nezahualcóyotl, gobernante de la ciudad y poeta.
Cuando se produjo la irrupción de los españoles, el gobernador de Texcoco, Ixtlilxóchitl II, se alió con Cortés para sacudirse el control de los Mexicas y éste, posteriormente favoreció a él y a su familia. Resultado de ello es que Xicalclalchilmitl fue bautizado con diez años, poniéndole el nombre de Juan Bautista Valerio de la Cruz
En 1527, empezó a servir en las milicias reales. No sabemos muy bien en qué consistía este servicio, pero es indudable que fue uno de los pocos elegidos que accedieron a la información necesaria para manipular armamento moderno.
No se sabe la razón, pero en 1531, dejó el servicio de las armas y se instaló en la comarca donde nació, muy probablemente para defender sus intereses como terrateniente. Fueran los que fueren sus intereses amenazados, el caso es que los resolvió y en 1534, volvió al servicio de la Corona Española y se puso al mando de 80 arcabuceros españoles y 400 indígenas armados con arcos y ballestas para conquistar la ciudad de Jilotepec.
Dicha ciudad está a unos 140 km al noroeste de Ciudad de Méjico y se encontraba dominaba por los otomíes que habían sido aplastados por los mexicas pero que habían visto pasar los acontecimientos de su caída sin gran participación. La rapidez con que Juan Bautista conquistó la ciudad hace intuir que los otomíes estaban predispuestos a la rendición, pero no deja de impresionar que fuera un indígena, por muy bautizado que estuviera, fuera puesto al mando de 80 arcabuceros, o sea que manejaban armas modernas, y que éstos fueran europeos oriundos, o sea, blancos.
Al virrey Antonio de Mendoza y Pacheco, le debió parecer más que satisfactoria la acción y amplió sus ordenes, escribiéndole que formara un ejército con levas de la propia zona, para someter a los chichimecas que desde las ciudades de Tula, Tepetlan y ciudades cercanas, se dedicaban al ancestral juego que se practicaba en el territorio, que consistía en atacar, saquear y raptar a los habitantes para ofrecerlos en sacrificio a sus dioses.
Antonio de Mendoza no era ningún arribista que iba a América para hacer fortuna. Había sido incluso embajador en Hungría y Carlos I ya sabía a quién enviaba y a donde. En la Nueva España debía hacer frente a un Hernán Cortés que había hecho una magnifica gestión de la conquista pero que empezaba a derivar hacia posiciones independientes de las decisiones que se tomaban en la Península, entre ellas todas las leyes que ponían coto a las encomiendas y la protección de la población indígena. De hecho, Antonio de Mendoza, consiguió todos sus objetivos sin entrar en luchas armadas.
En premio a sus numerosos servicios y con 60 años en las espaldas, Antonio de Mendoza recibió el dudoso premio de Virrey, gobernador y capitán general del Perú y presidente de la Real Audiencia de Lima. Antes de marcharse quiso consolidar el poder de los que consideraba habían colaborado con su gobierno en Nueva España. Dentro de sus últimas disposiciones está el nombramiento de Juan Bautista Valerio de la Cruz (nacido Xicalchalchilmitl) Capitán General y señor de las ciudades y pueblos que fuera conquistando.
Antes había escrito al príncipe Felipe, que sería Felipe II, una extensa relación con los meritos de nuestro protagonista indígena, americano por los cuatro costados. La respuesta imperial llegó el 30 de octubre de 1559, firmada por Carlos I, confirmando su nombramiento, concediéndole el uso de un escudo y la cruz y hábito de la Orden de Santiago.
Reflexionemos acerca de estos acontecimientos. Se puede observar que las conquistas de las tierras americanas fueron mucho más complejas que la irrupción de unos desarrapados solo en busca de oro, como dice la leyenda negra. La idiosincrasia que acompañó a la cruzada fue la de educar a los indígenas, colaborar con ellos y lograr que ellos colaborasen con los peninsulares.
Sin esta base, no se comprendería como en tan temprana fecha como la de 1534, un descendiente de un rey indígena, tomara el mando de un contingente armado compuesto por españoles y menos que en 1559, fuera nombrado Capitán General por el monarca imperial.
Otras civilizaciones, se hubieran limitado a adormecerlo con el dinero sobrante de los impuestos, como hicieron los británicos con los rajás en la India, o simplemente hubieran masacrado a toda la familia real, como hicieron tantos otras potencias colonizadoras en el siglo XIX. Decididamente, en muchos aspectos, España fue diferente.
Manuel de Francisco Fabre
Valerio de la Cruz – Wikipedia, la enciclopedia libre
Juan Bautista Valerio de la Cruz (Xicalchalchilmitl) – índio célebre mexicano, capitán general y caballero de la Orden de Santiago | Grupo de Estudios de Historia Militar (gehm.es)