Cuando se nombra el castillo de Palma de Mallorca aparece en la mente la imagen del castillo de Bellver, construido por el rey Jaime II y uno de los pocos castillos de toda Europa de planta circular, siendo el más antiguo de estos, sin embargo, hay otro en la misma capital, junto al mar, no tan conocido y visitado por los turistas y gente en general, el de San Carlos.
Desde la Antigüedad, la Bahía de Palma ha sido un importante fondeadero de naves comerciales que buscaban allí el amparo del azote de la piratería en el mar Mediterráneo. Durante la Edad Media, el comercio marítimo se vio castigado por los piratas y corsarios, que llegaron a atacar Porto Pi a pesar de las cinco torres que lo defendían. A principios del año 1600 los miembros del Colegio de Mercaderes se plantearon la necesidad de construir un fuerte con el fin de proteger las naves de los comerciantes que llegaban al antiguo puerto, y que resguardara el puerto de Palma por el oeste, en las inmediaciones de lo que fue un antiguo puerto romano llamado Porto Pi. La nueva fortificación se construyó en el emplazamiento de una torre de vigía, cuya existencia se conoce por cuadros (como el de Pere Nissart y grabados de la época). La torre quedó embutida dentro de la nueva construcción, manteniendo la función de faro o farol.
El Rey Felipe III ordenó construir una torre a petición expresa de los comerciantes, a través del Gran i General Consell. Fue el inicio del conjunto arquitectónico que se construyó entre los años 1610 y 1612 en el lugar original donde estaba el antiguo faro de Porto Pi, siendo el coste de la construcción de 12.000 libras, 5.000 a cargo de la Universidad del Reino de Mallorca, 5.000 las pagó la Corona y las 2000 libras restantes, el Colegio de la Mercadería. La torre presenta forma tetragonal con un baluarte en cada una de las esquinas. El material es de marés y pueden verse en muchas piezas las marcas de los canteros de la época. Se accedía al torreón a través de un puente levadizo, mediante una escalera de mampostería, utilizando la puerta que se halla en la parte superior.
La construcción se realizó debido a la necesidad de defender la zona marítima entre Palma y Palma Nova y especialmente Porto Pi, que durante el siglo XVII fuera puerto natural de la ciudad de Palma, de los ataques de los piratas y bereberes que navegaban por el Mediterráneo. Con el fin de proteger el puerto y la ciudad de Palma, se construyó el castillo o fortaleza de San Carlos, para añadir el fuego de sus cañones a los de la torre del Cap del Moll, situada al pie del frente marítimo de la muralla de Palma.
Sus paredes no tienen ornamentación debido a que su función era puramente defensiva. Como consecuencia de esto, las paredes están inclinadas en vez de rectas para impedir el acceso al Castillo.
En un principio se le conoció como Castillo de Porto Pi, pero posteriormente se dedicó a San Carlos en honor al Virrey de Mallorca don Carlos Coloma. Medio siglo después de la construcción y frente a la necesidad de aumentar la dotación de personal del castillo y de su material, en 1662, reinando Felipe IV, se aborda la construcción de la ampliación de la 2ª fase a cargo del ilustre ingeniero militar don Vicente Mut. La fortaleza presenta forma trapezoidal, con cuatro grandes baluartes que le dan la forma peculiar de polígono irregular de apariencia estrellada. Ya en el siglo XIX, se llevó a cabo la 3 ª, y definitiva, gran reforma, añadiéndole una Batería de Costa con cuatro cañones “Ordoñez” de 24 en el exterior. Durante la Guerra de Sucesión, se añadieron algunas construcciones defensivas en el exterior, frente al mar.
En 1890, la fortaleza sufrió distintas reformas a fin de asentar una batería de cañones. En la línea de costa se construyó un fortín para una batería de costa que cruzaba fuegos con la de Illetas. En 1936, los sublevados contra la República encerraron, aparte de los presos políticos, en las fortificaciones de San Carlos, así como en el Castillo de Bellver.
En 1981 se comenzó la rehabilitación del castillo para convertirlo en un museo que albergara los fondos procedentes del recién cerrado Parque de Artillería, junto con otros fondos procedentes del Museo del Ejército, de las unidades de la Zona Militar de Baleares y de donaciones particulares. Desde 1988 es Bien de Interés Cultural.
La fortaleza fue cuartel de Artillería y prisión militar hasta 1980 y, a partir de entonces, se limitó su uso como batería de salvas desde la que se saludaba a los barcos de guerra tanto nacionales como extranjeros. Además de su función propiamente defensiva, a lo largo de su historia el Castillo de San Carlos ha funcionado también como hospital, prisión política, y actualmente funciona como Museo Histórico Militar en el que se narra la historia militar de Mallorca. El Museo del Castillo de San Carlos se inauguró el 26 de septiembre de 1991. En 1994, con la ayuda varias entidades públicas y privadas, entre ellas la Asociación de Amigos del Castillo de San Carlos, el museo fue dotado de dos nuevas salas y se mejoró la entrada y la iluminación del edificio.
En 1997 se creó el Consorcio Castillo de San Carlos, que gestiona el museo y la fortaleza, del que forman parte el Ministerio de Defensa, el Govern de les Illes Balears, el Consell Insular de Mallorca y el Ayuntamiento de Palma.
Desde el patio de armas de la fortaleza se accede a diferentes estancias reconvertidas en salas de exposiciones en las que se muestran piezas militares que abarcan desde la Edad Media hasta el siglo XX para documentar la historia militar de las islas Baleares. A lo largo de las exposiciones nos encontramos con los diferentes capítulos de la historia de Mallorca, que se muestran en forma de piezas de artillería y armamento, uniformes, maquetas y documentos gráficos.
El interior de la fortaleza está plagado de rampas a efectos del transporte de los cañones. Esta es la única rampa con escalones y en ella se pueden apreciar, además de los mismos, los carriles para las ruedas de los citados cañones.
Con una superficie expositiva de 1.270 m2, el museo presenta la Historia Militar de las Islas Baleares a través de diferentes salas monográficas. Tiene diez salas de exposiciones y actualmente muestra la historia militar de las Islas Baleares, desde la más remota antigüedad hasta nuestros días. De entre sus 7000 fondos, los aproximadamente 3600 que se exponen destacan los dedicados al armamento de la Infantería española. Destaca la puerta original del castillo, fechada en el siglo XVII. Junto al portón de entrada se encuentra Cuerpo de guardia del Regimiento de voluntarios de Palma 1808.
SALA 1
Contiene la colección Llorente de armas antiguas, compuesta por armas de fuego cortas y largas y armas blancas de Europa, África, Asia y Oceanía. Un total de 611 piezas que forman una inigualable exposición.
SALA 2
Representación de la Guerra de la Independencia (1808-1814) a través de los recuerdos de los prisioneros de guerra franceses en la isla de Cabrera.
Nos encontramos una pieza muy singular de finales del siglo XIX, la maqueta de la Llotja de Palma que, en aquellos momentos, se utilizó como taller y fábrica de armas de artillería. La colección pertenece desde el 2004 al Consorcio Castillo de San Carlos y fue donada por su propietario, el Teniente Coronel de Aviación don Antonio Llorente Alberti. Entre sus piezas más importantes destaca un espadín atribuido a Alfonso XIII, un fusil Winchester modelo 1866 fabricados el 1873, un fusil japonés del siglo XVIII, así como un libro con compartimiento secreto para una arma corta.
SALA 3A
Esta sala está dedicada a Valeriano Weyler, con fondos, la mayoría, donados por su nieta. Destaca como Capitán General de los cuatro archipiélagos españoles de aquella época «Baleares, Canarias, Cuba y Filipinas», así como, Duque de Rubí, Marqués de Tenerife, Grande de España.
SALA 3 B
Esta está dedicada a las torres de defensa de costa. De las 86 torres del perímetro, que sobreviven a los siglos, hemos expuesto las más importantes y mejor conservadas. Una maqueta reproduce la defensa de un pueblo alertado por el «vigilante de la Torre» de un ataque de piratas.
Un sistema de alerta mediante señales entre Torres «humo o fuego» fue inventado por Joan Binimelis en el siglo XVI, siendo el punto final la Torre del Ángel, en el Palacio de la Almudaina, en Palma.
SALA 3 C.
Se divide esta sala en tres temas muy diferentes. El primero dedicado a la uniformidad, en donde hay uniformes, sombreros, medallas y accesorios varios. El segundo “60 años de desacuerdos” en la historia militar de España, desde Cuba y Filipinas hasta a la guerra de Ifni. En este contexto, una máquina Enigma, diversos fondos de cada época y una maqueta del crucero de Baleares.
En la sección de Vexilología, seis banderas de diferentes épocas conforman la sala con una breve explicación de su historia. Para los más vexilólogos, un mural en donde se describe la evolución de los escudos y banderas a partir de los Reyes Católicos, hasta hoy, finalizando el mural con la bandera de esta Comunidad.
SALA 4
Fondos del siglo XX conforman una muy interesante sala con piezas de Infantería e Ingenieros principalmente. Destaca una radio portátil de maniobras, una máscara de gas para equino y un remolque de bomberos.
También encontraremos una vitrina en donde se narra la historia del mejor fusil de combate español del siglo XX: el Fusa Cetme.
SALA 5
La sala está dedicada al Hondero mallorquín (El Foner). Vemos varias maquetas de honderos, destacamos la batalla de la Zama, en la que los honderos lucharon al lado de los cartagineses. Una serie de fotografías explica la vida de los honderos y la leyenda de la pitonisa Nuredduna, el personaje mitológico creado por el poeta mallorquín Miguel Costa y Llobera.
La cala (‘port del pi’, puerto del pino en castellano), fue desde la antigüedad y hasta la Edad Moderna el puerto de la ciudad y de este uso quedan importantes monumentos. A pesar de que su tamaño se ha reducido por los depósitos de sedimentos del torrente que desembocaba, en la zona llamada la Culassa, y desde la guerra civil es de uso militar. Al lado de la cala encontramos, también, el Laboratorio Oceanográfico, el Centro Meteorológico de Baleares, un museo de maquinaria de faro en la Torre de señales (o Torre de Senyals) y el Museo Militar en el Castillo de San Carlos.
Siempre atento y vigilante ante la llegada de posibles amenazas, el Castillo de San Carlos de Mallorca ofrece la posibilidad de contemplar la costa frente al mar infinito desde su parte superior, además de regalar excelentes vistas de las localidades cercanas desde la distancia.
Jaime Mascaró Munar