Cada año, el día dos del dos (2 febrero), festividad de La Candelaria, y el once del once (11 noviembre, San Martín), si el tiempo lo permite, sobre las ocho de la mañana, se produce un fenómeno lumínico al que se le conoce como “EL ESPECTÁCULO DEL OCHO”, debido a que se forma un “ocho de luz”, donde se refleja, formando un doble rosetón, uno sobre el otro, uno de vidrio y otro de luz, o, desde 2018, con la nueva denominación, “Fiesta de la Luz”, más conforme con la simbología religiosa y espiritual del fenómeno.
El concepto de luz está conectado con el anhelo arquetípico de la persona humana y, de hecho, está presente en todas las religiones y culturas, las cuales identifican Dios con luz. Para la tradición judeocristiana y bíblica, la luz es la que ilumina el camino de las personas, identificando la luz con Dios, razón por la cual la luz es tan importante en la arquitectura gótica. El ocho es la unión entre la materia y el espíritu, la sabiduría infinita, símbolo de amor y amistad.
Es interesante también recordar que un rosetón es un Mandala, que significa círculo en sánscrito. El mandala es un símbolo de transformación de procedencia oriental, manifestación de las imágenes universales de orden y unidad, y es símbolo del centro de la persona. El círculo trasmite la idea de la unidad de la eternidad sin principio ni fin.
Dos veces al año y sólo en estas fechas, al salir el sol naciente, sus rayos atraviesan el rosetón del ábside de la catedral-basílica de Santa María en Palma de Mallorca, conocida popularmente como La Seu, donde su luz y color se reflejan y van desplazando sobre las columnas laterales hasta proyectarse en la pared opuesta justo debajo del rosetón de la fachada formando un ocho perfecto. Un ocho, compuesto por un rosetón, el de la fachada, y el reflejo de luz del otro, el mayor, y cuyo efecto lumínico dura unos cinco minutos.
Éste fenómeno es una auténtica fiesta de la luz, no en vano tiene lugar en la que se conoce como “la catedral de la luz” que, para esta ocasión, abre las puertas de forma extraordinaria desde las 7,30 para que la gente pueda ver todo el movimiento del reflejo del rosetón mayor por el interior de la catedral hasta situarse debajo del rosetón de la fachada.
“La Seu”, la Catedral de Mallorca nació hace casi 800 años, tras la conquista de la isla por la Corona de Aragón. Por orden del rey Jaime I, a partir del año 1230 comenzó la construcción de un gran templo dedicado a Santa María, una obra descomunal para la época que no finalizó hasta 1601. Hablamos del monumento más emblemático del gótico mallorquín.
El número ocho es un número cargado de simbolismo dentro de la tradición cristiana, hecho que todavía hace más especial este fenómeno. Los antiguos escritores cristianos, al añadir un día más a los siete días naturales de la semana, otorgaban al “octavo día” la categoría de un tiempo más allá de todo tiempo, el tiempo de la eternidad, el cielo. Además, cabe destacar que, sea casualidad o no, las catorce columnas que hay en el interior de la Catedral de Mallorca son octogonales.
El rosetón mayor de la catedral de Mallorca, está formado por 24 triángulos equiláteros, tiene 40 metros de altura, 12.20 metros de diámetro, y un total de 1236 piezas de cristal coloreado con sus más de 11 metros de diámetro, es el rosetón gótico más grande del mundo y uno de los más grandes del cristianismo, es conocido como el “ojo del gótico”. La luz atraviesa el rosetón creando una atmósfera casi de ensueño en el interior del templo.
Desde que se finalizó la construcción del rosetón, éste ha tenido que ser repuesto en varias ocasiones al quedar dañado. La última vez, durante la guerra civil, por la caída de una bomba en el palacio de La Almudaina.
Aunque mucha gente, crea que se debe al arte y buen hacer de los arquitectos que diseñaron la catedral allá por el siglo XIV, la alineación del rosetón de la fachada con el reflejo del rosetón mayor hasta formar el ocho es una casualidad, un fruto del azar, y está demostrado por el hecho de que en la fachada no hubiera rosetón hasta mediados del siglo XIX, cuando a raíz de un terremoto que, en el año 1851, afectó a la fachada de la catedral y durante las obras de reparación se abrió el rosetón, cinco siglos después de la construcción del rosetón mayor.
Hay otro fenómeno lumínico entre los rosetones que se produce en la catedral donde la luz atraviesa la nave central de parte a parte provocando que el rosetón de la fachada esté iluminado desde el interior mostrando un increíble juego de colores hacia el exterior de la catedral. Este juego de luces sólo se puede apreciar desde fuera de La Seu. Se contempla muy bien desde lo alto de la muralla, junto al Museu des Baluard, durante unos veinte días alrededor del solsticio de invierno, el 21 de diciembre, en los que se ve como el rosetón mayor y el de la fachada principal crean una especie de caleidoscopio gigante al alinease entre sí y los rayos del sol al amanecer.
Jaime Mascaró