No, no es una falta de ortografía haber escrito el nombre de esta localidad con V. Primero porque en el siglo XV no había distinción entre la b y la v (lo digo con conocimiento de causa porque he transcrito muchos documentos de aquella época), y segundo porque así lo escribe Lope de Vega en su conocidísima obra “FUENTEOVEJUNA”.
Creo que en primer lugar deberemos dejar bien asentado que Lope de Vega no es historiador, sino comediógrafo, así que utiliza los hechos históricos según le convenga para crear una trama literaria que entusiasme al pueblo; que éste asista a sus representaciones teatrales y obtener unas ganancias con las que poder subsistir.
No podemos obviar que vive entre el siglo XVI y el XVII, periodo conocido en España como el Siglo de Oro en el que los casos de la honra y el honor de las mujeres, y aun los del propio varón, han de defenderse a capa y espada, y batiéndose en duelo, si es preciso.
Conocedor profundo de este interés reinante, Lope no mira la Historia con ojos críticos ni como erudito que busque enseñanzas en el pasado para corregir el presente o prevenir el porvenir. Busca pasión, busca temas que muevan a los hombres de su época, busca asuntos que enardezcan a su público, de tal manera que manifiesta:
Los casos de honra son los mejores
porque mueven con fuerza a toda la gente.
Su obra Fuenteovejuna la centra especialmente en caracterizar al Comendador Mayor de Calatravas Fernán Pérez de Guzmán como una especie de fauno rijoso que, valiéndose del poder que le confería su calidad de Comendador, obligaba a las doncellas del pueblo que contraían matrimonio a que en el mismo día de la boda tuviesen relaciones sexuales con él en virtud del derecho de pernada.
No es momento ahora de hablar del referido derecho que más bien era una cosa anecdótica que real.
Alonso de Palencia, cronista de Enrique IV y por lo tanto contemporáneo a los hechos (que ocurrieron en la madrugada del 22 al 23 de abril de 1476, día de S. Jorge), describe al Comendador como “nobilísimo guerrero”, “estimadísimo con justo título del rey por sus muchos servicios a la Corona, como esforzado adalid y tenaz perseguidor de los aliados del portugués”.
Sin embargo, cuando Francisco Rades de Andrada en 1572 (o sea casi un siglo después) escribe la “Crónica de las tres Ordenes de Cauallería de Santiago Calatraua y Alcántara”, nos dice del Comendador: “Hizo tantos y tales agravios a los vecinos del pueblo…” “…se les comía sus haciendas y les tomaba por fuerza a sus mujeres”.
Consideramos que la justificación del asesinato del Comendador tiene más verosimilitud en que agraviaba a los vecinos, y se les comía sus haciendas, es decir que, abusando de su prepotencia, los agobiaba con impuestos y exacciones de todo tipo; pues si creemos lo que manifiesta Alonso de Palencia era un caballero sin tacha, estimado por los monarcas, ya que, si hubiese sido tal como lo pinta Rades de Andrada, en cuanto a forzar a las mujeres, no hubiera tenido el aprecio con el que lo distinguían los reyes.
El suceso es realmente histórico y se puede comprobar en distintos documentos, pero yo me pregunto, ¿ninguna feminista lo cree idóneo para hacer de él una causa contra la dominación masculina? ¿O es que son tan ignaras que ni siquiera lo conocen?
Manuel Villegas
El libreto de Lope se ha usado como guión cinematográfico, desde donde se formó opinión subversiva en Hispanoamérica, semejante uso a aquella película cubana del hacendado que mató a sus esclavos en una Semana Santa del s. XVIII. El hecho de Fuenteovejuna, algo tergiversado, ha servido más a la Revolución que a la historiografía: mucha pasión y poca verdad