EL PALACIO DE ASTORGA PROYECTADO POR GAUDÍ

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El Palacio Episcopal de Astorga, también conocido como Palacio de Gaudí, es un edificio neogótico, construido entre los años 1889 y 1915, proyectado por el arquitecto modernista Antoni Gaudí i Cornet, y es una de sus pocas obras realizadas fuera de Cataluña, junto a El Capricho de Comillas, en Cantabria, y la Casa Botines de León, o la restauración de la Catedral de Palma de Mallorca al sentirse estimulado por la idea de dejar su huella en la catedral medieval. ​

El Palacio de Astorga pertenece al período neogótico de Gaudí, en el que se inspiró sobre todo en el arte gótico medieval. Gaudí había estudiado con profundidad el gótico catalán, el balear y el rosellonés, así como el leonés y el castellano en sus estancias en León y Burgos. Es un edificio que tiene un aire medieval, ya que Gaudí lo proyectó en estilo neogótico, corriente constructiva de moda en aquel momento y que el arquitecto empleó en el colegio de las Teresianas, en Bellesguard y en la casa Botines, además de en Astorga. Concibió el palacio como un castillo en el exterior y una iglesia en el interior.​

El antiguo palacio episcopal fue edificado probablemente en el siglo XII gracias a la donación de un solar que hizo la reina Urraca.​ Era un vetusto caserón cuadrangular, con un amplio patio y numerosas habitaciones, que a mediados del siglo XIX que estaba en un estado ruinoso.​

Juan Bautista Grau y Vallespinós,

Corría el año 1886 cuando don Juan Bautista Grau y Vallespinós, natural de Reus, tomó posesión de la diócesis de Astorga, residiendo en el antiguo palacio episcopal, y el 23 de diciembre de ese mismo año el primitivo palacio ardió en llamas. Ya que la ciudad no disponía de un arquitecto diocesano para la construcción del nuevo palacio, el Obispo Grau propone a su paisano Antonio Gaudí y Cornet que se hace cargo de las obras desde 1889 a 1893. La amistad entre ambos había comenzado años atrás mientras Grau fue vicario general de la archidiócesis de Tarragona e inauguró la iglesia de Jesús-María, cuyo altar había diseñado Gaudí. ​

Cuando Gaudí recibió el encargo de construir el palacio episcopal, estaba ocupado en diversos proyectos como el palacio Güell, los pabellones Güell, el colegio de las Teresianas y la Sagrada Familia, por lo que no podía desplazarse a Astorga para estudiar el terreno y el entorno del nuevo edificio. Para no retrasar el proyecto le pidió al obispo que le enviase fotografías, dibujos y demás información del lugar, que le permitiesen comenzar a proyectar el palacio de manera que armonizase con las edificaciones de su entorno. Una vez hubo estudiado todo el material recibido, Gaudí preparó los planos del proyecto y los envió a Astorga. Grau se sintió satisfecho e inició los trámites para obtener los permisos administrativos, ya que al ser un edificio público debía tener el visto bueno de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En diciembre de 1888, Gaudí viaja a Astorga para conocer el solar y el ambiente arquitectónico. El proyecto fue aprobado en el mes de febrero de 1889. Esa primavera, una vez concluido su trabajo en el palacio Güell, Gaudí hizo una visita a Astorga y, después de visitar el terreno, hizo algunos pequeños cambios a los planos. Gaudí visitó las obras dos veces en 1890, tres en 1892 y cuatro en 1893.​

El día 24 de junio de 1889, onomástica del obispo, se puso la primera piedra.​ La obra fue adjudicada por subasta pública al contratista astorgano Policarpo Arias Rodríguez en la cantidad de 168.520 ptas. sin embargo, Gaudí decidió emplear en la obra obreros y albañiles catalanes que ya habían trabajado para él a fin de que durante sus ausencias la obra continuase de forma precisa según sus ideas.


Gaudí

Estaba previsto terminar las obras del Palacio en junio de 1894, pero el obispo fallece el 4 de noviembre de 1893 y Gaudí le rindió homenaje diseñando su catafalco funerario. Este hecho cambiará radicalmente el curso de las obras, paralizándose durante varios años por el antagonismo entre Gaudí y la Junta Diocesana, circunstancia que dolió profundamente a Gaudí, que renunció al cargo de arquitecto director, muy enfadado por el trato recibido y manifestando al respecto: «no serán capaces de acabarlo, ni tampoco de dejarlo interrumpido». Años más tarde, cuando la infanta Isabel de Borbón, durante una visita a la Sagrada Familia, preguntó a Gaudí por qué había renunciado, este contestó: «Señora, yo no me fui, me echaron».

En sustitución de Gaudí fue nombrado Francisco Blanch Pons, arquitecto diocesano de León, quien apenas intervino, por lo que se paralizaron de nuevo las obras en 1894.​ En 1899 fue nombrado Manuel Hernández y Álvarez Reyero, arquitecto diocesano de Santiago de Compostela, que estuvo en el cargo hasta 1904, aunque con escasos adelantos.

En 1905, el nuevo obispo de Astorga, Julián de Diego Alcolea, intentó la vuelta de Gaudí, al que incluso fue a visitar a las obras de la Sagrada Familia en Barcelona, aunque sin éxito; el templo de la Sagrada Familia requería toda su atención y tiempo.​ Finalmente, concluyeron las obras el 12 de octubre de 1913 por Ricardo García Guereta, arquitecto diocesano de León, quien siguió el trazado de Gaudí y siendo Obispo D. Julián de Diego y Alcolea. ​ A este cambio de dirección se debe que unas esculturas de ángeles que iban a coronar el edificio según el proyecto original se colocasen finalmente de forma exenta en el jardín del palacio.​ Fueron elaboradas en 1913 por la Real Compañía Asturiana de Minas según un diseño original de Gaudí y se trasladaron a su ubicación actual en 1963, dos frente a la puerta principal y otra en el lado opuesto, sobre unos pedestales.​ Están realizados en zinc; uno de los ángeles sostiene una cruz procesional, otro un báculo y el tercero una mitra episcopal. El palacio quedó abandonado en el año 1913 cuando el obispo de Diego fue trasladado a Salamanca

Posteriormente, con el obispo D. Antonio Senso Lázaro, la despreocupación por el palacio es manifiesta, siendo el sótano convertido provisionalmente en museo arqueológico. En el sótano hay una colección de objetos arqueológicos de época romana y medieval. Durante la Guerra Civil, sirvió de cuartel de artillería, oficina y sede de la Falange, así como alojamiento de fuerzas nacionales. Entre 1943 y 1955 se restauraron los daños ocasionados durante la guerra.​

Marcelo González Martín

En 1956, el obispo Josep Castelltort inició la restauración para convertir el edificio en residencia del obispo, la que debería haber sido su función inicial y que nunca llegó a consumarse. Tras su fallecimiento en 1960, el nuevo obispo, Marcelo González Martín, renunció finalmente a la función episcopal del palacio y promovió su reconversión en 1962 a lo que es actualmente, el Museo de los Caminos, dedicado al Camino de Santiago.​ Recoge diversas piezas de arte religioso de la diócesis, depositadas en el museo para su mejor conservación o almacenaje, la mayoría de ellas relativas a la peregrinación. Destacan diversas tallas románicas como el Crucificado de Poibueno, de Gregorio Español (finales del siglo XVI), o el Retablo de San Bartolomé (finales del siglo XV) así como una colección de orfebrería desde el siglo XV hasta el siglo XVIII, de la que destaca la cruz procesional del santuario de Castrotierra de la Valduerna, así como cálices, incensarios y otros objetos litúrgicos.​ El edificio fue catalogado como Bien de Interés Cultural el 24 de julio de 1969.

El palacio tiene planta de cruz griega, sobre la que se superpone una planta cuadrada, con cuatro torres cilíndricas en las esquinas, y rodeado por un foso.​ El granito gris del Bierzo utilizado para su construcción es respetuoso con el entorno, no obstante, el edificio también incorpora algunos de los elementos que caracterizarían a Gaudí en sus futuras obras como los arcos de la entrada principal y el volumen situado encima de ella, o las grandes chimeneas que de forma ostensible se integran en las fachadas laterales.​ En las torres se encuentra el escudo del obispo Grau, con la leyenda Pax Christi in cordibus vestris y la letra griega tau, por Tarragona.​

A la fachada principal se accede por una escalinata circular situada en un puente sobre el foso. El pórtico de entrada tiene tres grandes arcos abocinados, hechos con sillares separados entre sí por contrafuertes inclinados, con largas dovelas que recuerdan las masías catalanas del siglo XV.​

Destaca la riqueza ornamental en el interior, conseguida con diversos materiales (granito, ladrillo, yeso, mosaico, cerámica, esgrafiados, vidrieras), así como la fluidez espacial y la luminosidad que el arquitecto logró conferir al palacio. Un buen ejemplo de esta riqueza decorativa es la variedad de capiteles que Gaudí diseñó para las diversas columnas del conjunto palaciego, en el que se combinan diversos estilos, desde el gótico y el mudéjar hasta los motivos naturalistas tan del gusto del arquitecto, pasando por unos capiteles de ábacos estrellados inspirados en la Sainte-Chapelle de París.​ En el austero sótano se encuentra el Archivo Diocesano y el Museo Epigráfico Astorgano.​

El provisorato se corresponde en planta con el ábside de la capilla superior, por lo que tiene una serie de pequeñas capillas decoradas con vidrieras y rosetones policromados; al fondo de este hay una puerta que comunica con la catedral mediante un puente sobre el foso del palacio.​ Siguiendo la escalera de caracol hay un entresuelo donde se ubicaba la cocina, la despensa y el lavadero.

Salón del Trono

En la planta noble se halla el Salón del Trono, con un acceso formado por tres puertas con arcos escarzanos, con decoración de cerámica y granito de caprichosas formas (cruces, lechuzas), así como múltiples vidrieras; la silla del trono está enmarcada por un baldaquino diseñado por el propio Gaudí, elaborado en granito, que forma un cuerpo con la pared exterior de la fachada, con decoración de palmetas y cruces; destaca también la chimenea, situada en un pórtico bajo un arco escarzano, con una celosía de ocho ventanas apuntadas.​ El comedor destaca por su luz y colorido, y da acceso a las terrazas del primer piso; tiene unas vidrieras decoradas con flores y frutos, así como la inscripción latina «BENEDIC, DOMINE NOS ET HAEC TVA DONA QVAE DE TVA LARGITATE SVMVS SVMPTVRI. PER CHRISTVM DOMINUVM NOSTRVM. AMEN».​ En el despacho destacan sus vidrieras de rico colorido con representación de escudos heráldicos y unas columnas con mozárabes de estilo nazarí.

La capilla

La capilla es una estancia sin columnas con acceso en forma de dos arcos apuntados; en la paredes hay frescos con diversos temas bíblicos (Presentación de Jesús en el templo, Adán y Eva, David, Salomón, Jesús entre los doctores, Abraham e Isaac, El nacimiento de Jesús y diversas inscripciones latinas); el altar es de mármol blanco con una imagen de la Virgen de la Azucena; las capillitas situadas en el ábside albergan cuatro estatuas de santos españoles (san Isidoro, santo Toribio, san Genadio y san Ildefonso).​ Las vidrieras del ábside contienen escenas de las vidas de Jesús y María, así como la Creación de Adán y Eva, la Expulsión de Adán y Eva del Paraíso y la Coronación de la Virgen por el Dios Padre.​ Sobre la entrada de la capilla hay dos balcones a modo de coro decorados con mosaicos de tonos azules y con unas inscripciones que señalan el comienzo y finalización de las obras del templo: en la izquierda, «INCHOATVM XXIV JVNII MDCCCLXXXIX EPISCOPO GRAV ARCHITECTO GAVDI»; en la derecha, «PERFECTVM XII OCTOBRIS MDCDXIII EPISCOPO ALCOLEA ARCHITECTO GVERETA».

En la sala III de la planta baja hay diversas imágenes del apóstol Santiago representado como peregrino, orante, guerrero, etc.​ En la planta noble se encuentra una colección de cruces procesionales entre las que cabe mencionar la de Poibueno, de Sebastián de Encalada, y la de Castrotierra, atribuida a Miguel Ángel. También se halla en esta planta el retablo de Navianos atribuido a Berruguete.

En 2014 se inició una profunda restauración del palacio con una inversión de 1,8 millones de euros aportados por la Junta de Castilla y León y el Ministerio de Fomento que se prolongó hasta 2017. Del palacio se ha dicho que es la Torre Eiffel que levantó Gaudí en Astorga.

Jaime Mascaró Munar

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