España en la Biblia

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San Pablo. El Greco

En el Nuevo Testamento apenas hay dos citas en las que aparezca España, y las dos de la mano de San Pablo, el apóstol de los gentiles, de quién se cree que pudo venir a nuestro país poco antes de su martirio, según recogen dichas cartas, aunque hasta ahora no se han encontrado evidencias de esa posible visita.

En su Carta a los Romanos, fechada en Corinto, en el año 56, dice así: “Ahora, no teniendo ya campo de acción en estas regiones y deseando vivamente desde hace muchos años ir donde vosotros, cuando me dirija a España «Hispania» (en el original de la Vulgata),  espero veros al pasar” (Ro. 15, 23-24).

Más adelante, insiste: “Así que una vez terminado este asunto y entregado oficialmente el fruto de la colecta — se trata de una colecta que han hecho los macedonios para los pobres de Jerusalén —, partiré para España pasando por vosotros», es decir, con escala en Roma” (Ro. 15, 28)

Es cierto que son pocas referencias, pero no está mal, considerando que otras muchas naciones, como Francia o Inglaterra, entre otras, no tienen ninguna mención en los textos sagrados.

Tartessos

Pero si nos remontamos al Antiguo Testamento son numerosas las referencias — nada menos que una docena —, no a España, que entonces no existía como tal, sino a Tarsis, o sea al reino de Tartessos, localizado en lo que hoy es Huelva y sus provincias limítrofes. Fue fundada por los fenicios, como base de operaciones, para aprovechar los ricos recursos mineros de la Península Ibérica.

La primera referencia, recogida nada menos que el Libro del Génesis, cita a Tarsis, como uno de los nietos de Jafet, tercer hijo de Noé. “Hijos de Jafet: Gómer, Magog, los medos, Yaván, Túbal, Mésec y Tirás. Hijos de Gómer: Asquenaz, Rifat, Togarmá. Hijos de Yaván: Elisá, Tarsis, los queteos y los rodenses” (Gn. 10, 2-4).

Rey Salomón

Por su parte, el Libro de los Reyes se refiere a las riquezas que traía el Rey Salomón de estas tierras para adornar su palacio, como oro, plata, marfil   — lo que hace suponer que aquí había entonces elefantes aquí —, monos, pavos reales, …: “Todas las copas para bebidas del rey Salomón eran de oro y toda la vajilla de la casa ‘Bosque del Líbano’ era de oro puro; en tiempos del rey Salomón, la plata no se estimaba en nada, porque el rey tenía una flota de Tarsis en el mar, junto con la de Jirán, y cada tres años venía la flota de Tarsis, trayendo oro, plata, marfil, monos y pavos reales” (1Re. 10, 21-22).

El descendiente del rey sabio, Josafat, que fue Rey de Judá entre 870 a.C. y 848 a.C., también mantuvo un intenso comercio con nuestros antepasados, como refiere el Libro de los Reyes así: “Josafat construyó una flota de Tarsis para ir a Ofir por oro, pero no fue, porque la flota naufragó en Esión Guéber” (1Re. 22, 48).

Y en Crónicas, continúa el testimonio: “Josafat, rey de Judá, se alió con Ocozías, rey de Israel, que le impulsó a hacer el mal. Se asoció con él para construir naves que fueran a Tarsis; y fabricaron las naves en Esión Guéber. Entonces Eliezer, hijo de Dodaías, de Maresá, profetizó contra Josafat diciendo: ‘Por haberte aliado con Ocozías, Yahvé ha abierto brecha en tus obras’. En efecto, las naves se destrozaron y no pudieron ir a Tarsis” (2 Cr. 20, 35-36).

El Antiguo Testamento también explica en Jeremías, el origen de la plata que terminaba en el reino de Judá: “¿Quién no te temerá, Rey de las naciones? Porque a ti se te debe eso. Porque entre todos los sabios de las naciones y entre todos sus reinos no hay nadie como tú. Todos a la par son estúpidos y necios: lección de madera la que dan los ídolos. Plata laminada, de Tarsis importada, y oro de Ofir” (Jr. 10, 7-9).

Ezequiel

En Ezequiel, se destaca la riqueza que venía de España: “Tarsis era cliente tuya, por la abundancia de toda riqueza: plata, hierro, estaño y plomo daba por tus mercancías” (Ez. 27, 12).

También el profeta Isaías destaca la riqueza que traían las naves provenientes de la Península Ibérica: “Pues será aquel día de Yahvé Sebaot para toda depresión, que será enaltecida, y para todo lo levantado, que será rebajado; contra todos los cedros del Líbano altos y elevados, contra todas las encinas de Basán, contra todos los montes altos, contra todos los cerros elevados, contra toda torre prominente, contra todo muro inaccesible, contra todas las naves de Tarsis, contra todos los barcos cargados de tesoros” (Is. 2, 1216). Y continúa: “Los barcos se juntan para mí, los navíos de Tarsis en cabeza, para traer a tus hijos de lejos, junto con su plata y su oro, por el nombre de Yahvé tu Dios y por el Santo de Israel, que te hermosea” (Is. 60, 9).

En los Salmos, como en el 48, también se trata de los navíos procedentes de Tarsis: “De pronto los reyes se alían, irrumpen todos a una; apenas lo ven, estupefactos, aterrados, huyen en tropel. Allí un temblor los invadió, espasmos como de parturienta, como el viento del este que destroza los navíos de Tarsis” (Sl. 48, 6-8).

Y en el 72, tratando de los confines del continente, el finis terrae, señala: “Ante él se doblará la Bestia, sus enemigos morderán el polvo; los reyes de Tarsis y las islas traerán consigo tributo”. (Sl. 72, 910).

En el Cantar de los Cantares, la novia, al describir a su amado, incluye también una referencia a España: “Mi amado es moreno claro, distinguido entre diez mil. Su cabeza es oro, oro puro; sus guedejas, racimos de palmera, negras como el cuervo. Sus ojos como palomas a la vera del arroyo, que se bañan en leche, posadas junto al estanque. Sus mejillas, eras de balsameras, macizos de perfumes. Sus labios son lirios con mirra que fluye. Sus manos, torneadas en oro, engastadas de piedras de Tarsis” (Cant. 5, 10, 14).

Hasta el mismo profeta Jonás acudir a nuestra tierra, aunque no pudo conseguirlo: “Jonás se preparó para huir a Tarsis, lejos de Yahvé. Bajó a Jope, donde encontró un barco que zarpaba para Tarsis; pagó su pasaje y se embarcó para ir con ellos a Tarsis, lejos de Yahvé. Pero Yahvé desencadenó un viento tempestuoso sobre el mar, y se desencadenó una borrasca tan violenta que el barco amenazaba naufragar” (Jonás 1, 1-4).

Abdías

Con Sefarad, el nombre con el que los judíos se referían a la que durante generaciones fue su patria, hay una única referencia en la Biblia, en palabras del profeta Abdías, y que anticipa lo que algún día será la diáspora del pueblo judío por todo el mundo: “La multitud de los deportados de Israel ocupará Canaán hasta Sarepta, y los deportados de Jerusalén que están en Sefarad ocuparán las ciudades del Negueb” (Abd. 1, 20).

Y ya por fin, aunque fuera de los textos sagrados, el añorado Papa Benedicto XVI, en su libro “La infancia de Jesús”, al tratar sobre los Reyes Magos, afirma sobre ellos: “La promesa contenida en estos textos extiende la proveniencia de estos hombres hasta el extremo occidente (Tarsis-Tartessos en España)” (op. cit. pág.102).

Jesús Caraballo

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1 thought on “España en la Biblia”

  1. Excelente articulo. Un detalle. Que la flota fuera a Tarsis no significa que todo lo que traia fuera de alli.
    Desde siempre las flotas toman el nombre de “la carrera” que hacen (normalmente su destino). Pero en el camino pasan por muchos otros puertos (por eso la de Tarsis tardaba 3 años). El marfil lo conseguirian comerciando en Africa (de paso)… saludos

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