Parece un poco sorprendente que después de más de 100 años todavía exista tanta polémica sobre el llamado ‘Desastre de 1898’, tanto por los hechos de difícil aclaración como fue una ‘posible’ derrota pactada que pudiese interesar a los políticos españoles como los apoyos dados por terceras potencias, pero también por las propias acciones militares que se desarrollaron.
Uno de esos capítulos que raramente se comenta es la actuación, que algunos autores consideran, poco clara, de la Escuadra de Reserva al mando del Contraalmirante Cámara y Livermore, pero ¿qué y quienes eran estos actores por muchos desconocidos?
La Escuadra de Reserva era uno de los supuestos ‘ases’ que España se guardaba para desviar la atención sobre los objetivos principales que se había marcado Estados Unidos, esta escuadra debería haber cruzado el Atlántico y atacado los puertos de la costa este de Estados Unidos, acción que temía este país ya que sus flotas se habían desplegado hacia las provincias españolas de Filipinas, Cuba y Puerto Rico.
En este momento es donde surgen los primeros ‘puntos oscuros’ que dan forma a las diferentes interpretaciones históricas. Siempre se ha indicado que la flota tuvo numerosos problemas logísticos y técnicos que impidieron su necesaria participación, por ejemplo, sus dos principales unidades, el acorazado Pelayo y el crucero acorazado Emperador Carlos V, no se encontraban en condiciones de entrar en acción al inicio del conflicto, pero también, como ocurrió con la flota del Almirante Cervera y Topete se produjeron problemas de abastecimiento del imprescindible carbón, pero, entonces, ¿por qué finalmente zarpó dicha flota desde Cádiz en junio de 1898 a un destino aún más lejano y complejo como eran la provincia española de Filipinas?
El motivo fue escoltar a un contingente de 4000 soldados de refresco que deberían reforzar las defensas de aquellas islas en apoyo del Almirante Montojo y Pasarón.
Lo que significaba en la práctica atravesar todo el Mediterráneo cruzando posteriormente el Canal de Suez bajo control británico, movimientos que no pasaron desapercibido para Estados Unidos que realizó las presiones necesarias sobre los británicos para que pusieran tantos frenos como les fueran posible y así retrasar el tránsito de la flota por sus aguas de responsabilidad.
Finalmente, Cámara conseguiría atravesar el canal el 6 de julio de 1898, pero la estrategia de Estados Unidos había funcionado el 3 de julio se había producido la derrota naval del almirante Cervera en Santiago de Cuba frente a la flota del contraalmirante Sampson, liberando las unidades navales de Estados Unidos, por lo que el Gobierno de España se vio obligado a ordenar el regreso de la Escuadra de Cámara ante la necesidad de proteger las costas tanto peninsulares como insulares.
Hagamos un segundo parón y preguntémonos, conociendo todo el despliegue de unidades de unos y otros, ¿el Gobierno de España no debería haber desplazado mejor esos 4.000 hombres a Cuba y continuado con el objetivo de mantener la presión sobre la costa este de Estados Unidos antes de desplazar sus fuerzas al otro lado del Globo?
Si la situación era tan límite en lugar de ordenar la salida de la flota de Cervera de Santiago ¿no debería de haber hecho que aguantase y así mantener fija a la flota de Estados Unidos lejos tanto de sus costas como de las nuestras?
Cierto es que centrar las fuerzas en Cuba y Puerto Rico habría supuesto dejar a su suerte tanto a las Filipinas como al resto de Territorios del Pacífico de España (islas de Guam, Marianas, Carolinas y Palaos), y, quizás, tampoco se hubiese podido evitar la pérdida de ambas provincias.
En su descargo podemos argumentar que estamos hablando del siglo XIX y la mayoría de los avances en comunicación navales, terrestres y aéreas, telégrafo (1837), teléfono (1876), radio (1897), radar (1935), GPS (1960), teléfono móvil (1973)…, no se desarrollarían por completo hasta un siglo más tarde tras la Segunda Guerra Mundial, por lo que tratar de valorar aquellos hechos desde la perspectiva tecnológica del siglo XXI no es aconsejable.
Al igual que las fuentes aseguran que la única presencia del Pelayo o el Carlos V del contraalmirante Cámara superaban a todo el conjunto de la flota de Estados Unidos en Filipinas al mando del comodoro Dewey, realmente, ¿esta flota representaba un riesgo en el Atlántico para Estados Unidos?
Estratégicamente, sí se debe considerar así, ya que la Escuadra de Cámara representaba un peligro real para los puertos orientales de Estados Unidos que se encontraban desprotegidos de su marina, Cámara además era un marino capacitado para ello que tenía experiencias en anteriores conflictos de España tanto en América como en África.
El riesgo era tan tangible que el Gobierno de Estados Unidos ordenó que no se iluminasen las ciudades de la costa oriental por el peligro que suponía la Escuadra de Reserva, formada por tres divisiones:
Al mando del contraalmirante Cámara el crucero acorazado Carlos V y los cruceros auxiliares Meteoro Patriota, Rápido y el aviso Giralda.
Al mando del capitán de navío Ferrándiz y Niño el acorazado Pelayo, la fragata blindada Vitoria y los destructores Osado, Audaz y Proserpina.
Al mando del capitán de navío Barrasa y Fernández de Castro los cruceros auxiliares (buques mercantes reforzados para actividades militares) Buenos Aires, Antonio López y Alfonso XII.
Seguro que los expertos militares me dirán que no se deben dividir las fuerzas, pero ¿no habría bastado con dirigir la segunda división al mando de Ferrándiz a la Costa Este para reducir presión sobre Cervera en Cuba?
Mientras que Cámara escoltaba las tropas de refuerzo a Filipinas, conociendo la superioridad del Pelayo o del Carlos V frente a la flota de Dewey.
O mejor haber puesto en marcha la propuesta del capitán de navío Villaamil de ejecutar incursiones rápidas con sus destructores sobre los puertos de Nueva Orleans, Miami, Charleston, Nueva York o Boston.
Pero tan solo son especulaciones propias de la ‘historia ficción’.
En resumen, todo apunta a que, si la Escuadra de reserva hubiese entrado en acción, tanto en Cuba como en Filipinas, los resultados del conflicto pudieran haber sido diferentes.
Pero, nuevamente, debemos hacer un alto en el camino y preguntarnos ¿la Armada Española era superior a la Marina de Estados Unidos en 1898?
Como opiniones hay de todo tipo, centrémonos en los números.
En aquel 1898 los navíos más modernos y poderosos se podían considerar los denominados como ‘pre-dreadnought’ construidos en acero protegido por blindaje de acero endurecido, fuertemente armado con cañones de grueso calibre y potentes máquinas de vapor alimentadas por carbón, sustitutos de los denominados ‘ironclad’ (fragatas blindadas similares a las movidas a vela pero incorporando motores a vapor protegidos por placas de hierro o acero) que irían formando el corazón de las principales potencias navales de Alemania, Japón, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Rusia, hasta la aparición en 1906 del HMS Dreadnought en la Marina Británica que daría nombre a los de tipo ‘dreadnought’ con calibre único y propulsado por turbinas de vapor.
Del tipo ‘pre-dreadnought’ era el principal y único buque de este tipo de la Armada Española, el acorazado Pelayo.
Por parte de Estados Unidos disponía en 1898 de los siguientes acorazados ‘pre-dreadnought’: USS Maine, hundido en condiciones poco claras en La Habana en 1898, USS Texas, clase Indiana (USS Indiana, USS Massachusetts y USS Oregon) y USS Iowa.
Si nos centramos en los números parece que la balanza se vuelca a favor de la Marina de Estados Unidos frente a la Armada de España.
Y si ponemos foco en los dos principales escenarios navales, mientras que la situación de las flotas en Filipinas estaba muy equilibrada y la presencia allí del Pelayo o del Carlos V habría desequilibrado la fuerza con claridad a favor de España, la situación era muy diferente en Cuba donde la Marina de Estados Unidos había desplegado a los ‘pre-dreadnought’ USS Texas, USS Iowa, USS Indiana y USS Oregon cayendo el equilibrio del lado de Estados Unidos.
Aquí podemos volver a las especulaciones y pensar en los escenarios que se habrían abierto si el almirante Cervera no hubiese rechazado las propuestas del capitán de navío Bustamante de ejecutar una salida nocturna escalonada y así evitar la pérdida total de la escuadra o aceptar la nueva propuesta de Villaamil de lanzar un ataque nocturno por sorpresa con torpedos con los destructores Plutón y Furor (Terror se encontraba en Puerto Rico).
Lo que no parece muy aconsejable para un mando, sea militar o de cualquier otra profesión, es ejecutar un proyecto en el que no confía…
“Estamos bloqueados. Califiqué de desastrosa la venida para los intereses de la Patria. Los hechos empiezan a darme la razón. Con la desproporción de fuerzas, es imposible ninguna acción eficaz. Tenemos víveres para un mes”
Quizás se le debería haber concedido el relevo en el mando que solicitaba…
“Con la conciencia tranquila voy al sacrificio, sin explicarme ese voto unánime de los generales de Marina que significa la desaprobación y censura de mis opiniones, lo cual implica la necesidad de que cualquiera de ellos me hubiera relevado”.
Vicente Medina