El de los microcréditos es un término que se viene utilizando con relativa frecuencia desde hace poco tiempo, pero que, en realidad, se viene practicando por parte de la Iglesia católica española desde el siglo XVI. El préstamo de dinero a bajo coste es un sistema que se empezó a utilizar en nuestro país, hace cinco siglos, a través de la fórmula de las “arcas de misericordia”, que tiene un inmediato precedente en la fórmula del primer monte de piedad conocido en Europa, y que se estableció en Perugia, en 1462, que consistía en el préstamo sin intereses.
Fundadas por personas piadosas, estas Arcas de la Misericordia estaban destinadas a auxiliar a labradores pobres. Ante las inclemencias del tiempo y la más que frecuente pérdida de cosechas, se contemplaba el préstamo en especie: simientes para plantar trigo e, incluso, pan cocido.
Aunque esta institución llevaba ya tiempo funcionando, fue el obispo de La Calzada, Logroño, Juan Bernal Díaz de Luco, quien la regularizó, entre 1544 y 1556, mediante unos estatutos que entraron en vigor en 1547. El párroco y el alcalde de cada localidad eran los encargados de hacer una lista de los más necesitados y beneficiaros de tales ayudas, estableciendo las fanegas de trigo que habrían de repartirse en San Miguel ― 29 de septiembre ― época en que comienza la sementera, y mayo, cuando se producía la mayor carestía. Un escribano llevaba fiel cuenta de las cantidades entregadas, fecha y firma del beneficiado, quien había de devolver lo recibido, por la Virgen de septiembre. Este sistema se popularizó especialmente por La Rioja y Vascongadas.
Una de las Arcas de la Misericordia más conocidas fue la de la riojana Huércanos, ahora en proceso de restauración. Y es que estas pías instituciones, empezaron a decaer hacia mediados del XIX, siglo convulso, en el que el Estado, con una Hacienda arruinada, se vio obligado a apremiar a los municipios con contribuciones que, lógicamente, repercutieron en las hasta entonces generosas donaciones a este fondo de ayuda, para paliar la precaria situación de los campesinos.
Como botón de muestra, baste el Arca de la Misericordia de Huércanos, fundada por el matrimonio formado por Martín Romero y María Andrés, quienes legan por testamento de 29 de mayo de 1599, y codicilo de 16 de febrero de 1625, cien fanegas de trigo, sus bienes, y una casa para el almacenamiento del trigo. El Arca de Huércanos se funda, tras el fallecimiento de ambos cónyuges (él, en 1625, y su esposa, el 1630), el 14 de octubre de 1638. Ese mismo año, se reparten 113,5 fanegas, entre 111 personas.
El albacea de los testamentarios, Juan de la Torre, licenciado, compró una casa, como sede del Arca, pero al ser un lugar excesivamente húmedo, pese a las constantes reparaciones, el párroco Diego Rodriguez y el alcalde Juan Marín de Alvear, como administradores del Arca, deciden vender la casa y construir una nueva, en la parte de San Roque, lugar más apropiado para la conservación del trigo.
Sin embargo, por las razones expuestas arriba, la de Huércanos, hoy en día aún en precaria conservación, y el resto de Arcas de la Misericordia, adelantadas de su tiempo y que tanto bien hicieron a los labriegos más necesitados, fueron desapareciendo.
Jesús Caraballo