LA ISLA DE CABRERA, CEMENTERIO DE LOS SOLDADOS DE NAPOLEÓN

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Isla de Cabrera

La isla de Cabrera es una isla española, la mayor del archipiélago homónimo, situada al sur de la isla de Mallorca, junto a la que, y con Menorca, Ibiza y Formentera constituye el archipiélago de las Islas Baleares. Su nombre está unido a uno de los más lamentables episodios de la historia de la Guerra de la Independencia en la que, como consecuencia de un ridículo reduccionismo, seguimos haciendo una distinción entre buenos y malos, cuando los “buenos” (nosotros) fuimos capaces de perpetrar tropelías que deberían avergonzarnos, como la que hoy vamos a recordar.

Pierre-Antoine Dupont de l’Étang

Todo comenzó el 19 de julio de 1808 cuando el general francés Pierre-Antoine Dupont de l’Étang, tuvo que rendirse en Bailén al general Francisco Javier Castaños, en lo que constituyó la primera y sorprendente derrota de las tropas imperiales en suelo español que se saldó con 2.000 bajas francesas frente a 1.000 españolas.

La isla de Cabrera está conformada por un archipiélago de 19 islotes apenas a diez kilómetros de la costa sur de Mallorca. Fue declarada Parque Nacional Marítimo Terrestre en 1991, fecha desde la que la isla no tiene habitantes, constituyendo uno de los increíbles enclaves que forman las islas Baleares. Es un lugar de ensueño que ofrece al visitante naturaleza en estado puro y la sensación de estar lejos de cualquier tipo de civilización, en un tiempo suspendido y en una tierra prácticamente virgen, lo que la convierte en una de las joyas más bellas que tiene el Mediterráneo. Anteriormente, vivían unas doce familias mallorquinas que se dedicaban principalmente a la agricultura. Su nombre debe su origen a las cabras montesas que habitaban la isla, hoy desaparecidas.

Parque Nacional de Cabrera

El Parque Nacional de Cabrera alberga más de cuatrocientas especies botánicas, doscientos tipos de peces, moluscos, crustáceos, aves marinas y rapace, algunas en peligro de extinción, reptiles y algunos mamíferos terrestres, siendo el espacio con mayor diversidad de peces que existe en el Mar Mediterráneo y ha sido declarado Zona de Especial Protección para las Aves.

Aníbal Barca

La isla de Cabrera y los islotes mayores fueron visitados por las principales civilizaciones mediterráneas: fenicios, cartagineses, bizantinos y romanos y árabes. Cuenta la leyenda que, en Conejera, uno de los islotes que la circundan, nació el general cartaginés Aníbal Barca.​

A lo largo de los siglos XIII y XIV la isla de Cabrera y su puerto natural eran utilizados por piratas berberiscos como base desde donde atacar las costas mallorquinas. Por este motivo, ya en el siglo XIV, se construyó un castillo en la entrada del puerto que impedía que se usase el puerto como base pirata y permitía una mayor vigilancia de las aguas cercanas a Mallorca.

Se trata de una construcción a 72 metros sobre el nivel del mar que cuenta con una torre, construido con el objetivo de defender a la isla de los piratas y corsarios. La primera referencia data de 1410, y sólo en el siglo XVI el castillo fue destruido y reconstruido al menos en diez ocasiones. Durante muchos años fue habilitado como hospital, residencia del sacerdote y lugar de cuarentena durante las epidemias y que en 1949 fue declarado como bien de interés cultural.

Bailén

En 1808 estalló la guerra de la Independencia Española y con la victoria española en la batalla de Bailén, los soldados franceses hechos prisioneros, cerca de 18.000, tuvieron diversa suerte. Los oficiales y militares de más alta graduación fueron llevados a Francia, como Dupont o Ligier-Belier, donde automáticamente fueron cesados y víctimas del enfado de Napoleón, que consideraba la rendición como una cobardía. Un grupo de unos 4.000 fueron llevados a las islas Canarias, donde terminaron rehaciendo su vida e integrándose y corriendo sin saberlo mucha mejor suerte que el resto de sus compatriotas: la gran mayoría, alrededor de unos 9.000 hombres, fueron llevados a la isla de Cabrera para sufrir allí su cautiverio.

Según las Capitulaciones de Andújar los prisioneros franceses iban a ser llevados a Francia desde Cádiz en barcos británicos. Sin embargo, esto no se cumplió, entre otros motivos porque el gobernador militar de Cádiz decidió enviarlos a Cabrera, permaneciendo en Sanlúcar de Barrameda los prisioneros, hacinados en pontones mientras se esperaba su traslado, cuyo viaje comenzó el 9 de abril de 1809, partiendo de la bahía de Cádiz, y con la esperanza de volver a su patria. Fue un viaje que resultó penoso por el hacinamiento prolongado y las tempestades; la disentería se extendió a bordo.

Franceses en Cabrera

Finalmente, al no cumplirse el posible intercambio con presos españoles en Francia, los prisioneros fueron «liberados» en la Isla de Cabrera, constituyéndose con este cautiverio durante cinco años, el primer campo de concentración de la historia y un precedente de la guerra de masas del siglo XX.

La prisión era la propia isla puesto que no existía ningún edificio utilizado como cárcel y el suministro de víveres les llegaba desde Mallorca cada cuatro días, repartiendo la mínima comida para sobrevivir hasta el siguiente abastecimiento. El problema se dio cuando, debido a las tempestades en el canal que une la isla mallorquina y la de Cabrera, el envío se retrasó y se tardó un total de ocho los días sin enviar nada a la isla, consecuencia de lo cual hubo un fallido intento de hacerse con el barco por parte de los franceses, que enfadó muchísimo a los suministradores, por lo que no quisieron volver y mientras se encontraba un grupo de personas y otro barco que aceptara el trabajo de reponer la comida en Cabrera, pasaron hasta tres meses, por lo que se dieron situaciones de auténtica penuria y muchas muertes por inanición porque la gente no tenía alimentos.

Las memorias de alguno de los supervivientes describen escenas torturas, hambruna, desesperados intentos de fuga, suicidios y hasta canibalismo. De los 18.000 prisioneros franceses que pasaron en algún momento por la isla entre 1809 y 1814, tan solo entre 3.000 y 4.000 consiguieron sobrevivir a aquel pedazo de tierra convertido en una prisión natural. Cuando se firmó en 1814, el cautiverio terminó, pero sólo sobrevivieron unas 3600 personas de los 9000 que habían llegado, además de otros presos enviados de las guerras napoleónicas que también perecieron. En recuerdo a los que murieron en esas circunstancias de sufrimiento, enterrados en el cementerio francés, ubicado en el canal de Ses Figueres, en 1847 se levantó un obelisco en la isla, que se ubica junto a los antiguos campos de cultivo, en un sendero que se adentra en el pinar, a iniciativa del príncipe de Joinville.

Durante casi dos siglos la isla perteneció a la familia Fontirroig y a la familia Umbert, pero a finales del siglo XIX pasó a ser propiedad de la familia Feliu, una época en la que se intentó el cultivo de vid y para ello se construyó una bodega, que se utiliza actualmente como museo. En 1891 se acogió a la Ley de Colonias Agrícolas de 3 de junio de 1868 con la denominación de Villa Cristina. El museo se encuentra muy cerca del jardín botánico, se trata de una antigua bodega de finales del siglo XIX que funcionó durante los años en los que se cultivaba la vid. Cuando las viñas fueron arrancadas, se utilizó dándole otros usos como pajar. Finalmente, se restauró y adaptó como museo histórico y etnográfico.

Georg Ludwig von Trapp

En 1916 el archipiélago fue expropiado a Sebastià Feliu i Fons por intereses de la defensa nacional por un justiprecio de 362.148 pesetas, al haberse detectado información a través del Almirantazgo británico, al frente del cual estaba Winston Churchill, que submarinos alemanes con bandera austro-húngara destacados en el Mediterráneo occidental, por ejemplo, el SM U-5 del capitán Georg Ludwig von Trapp, cabeza de la familia de cantantes von Trapp, en quienes se inspiró el musical The Sound of Music, reparaban averías o repostaban combustible en el área de Cabrera, servicios presuntamente suministrados por el financiero Juan March, que poseía de una extensa finca en el litoral (Sa Vall) en Mallorca justo frente a Cabrera, lo cual facilitaba determinadas operaciones de este tipo desde la costa colindante de Mallorca y los islotes adyacentes o desde gabarras a flote situadas en las inmediaciones.

La familia ex propietaria, mantuvo un largo y costoso pleito contra el Estado, en el que invirtió parte de su fortuna. Años después, el Tribunal Supremo se pronunció a favor del Estado y la familia Feliu tuvo que utilizar parte del dinero de la expropiación para sufragar los gastos. A partir de 1916, la autoridad militar de Mallorca destinó un destacamento permanente, relevado periódicamente, en Cabrera. Hoy en día, la isla sigue siendo propiedad del Ministerio de Defensa, mientras que su conservación está delegada en el Gobierno de las Islas Baleares.

El estado venía alquilando por concurso las tierras que permitían su explotación agrícola, por lo que convivían en la isla el arrendatario y su familia, los jornaleros, los carabineros y el personal de los faros, además de los efectivos militares que eran aportados mayormente por el Regimiento de Infantería nº 47 de Palma o el Batallón de Inca.

Buque Ciudad de Alcudia

El buque Ciudad de Alcudia, popularmente denominado El Cabrereta, apodo popular que se le daba al buque «Ciudad de Alcudia», cubría desde Palma, dos veces por semana los servicios oficiales de pasaje, suministros y correo a Cabrera. Este servicio regular se inició en julio del año 1910 a cargo de la naviera Isleña Marítima. En enero de 1931 el buque pasó a la Compañía Trasmediterránea. Cuando estalló la guerra civil en julio de 1936, el Ciudad de Alcudia se encontraba amarrado en su habitual fondeadero en el puerto de Palma de Mallorca y hubo de suspender sus normales servicios por haber quedado incorporado a la flota rebelde. Para convertirlo en patrullero fue pintado de color gris, se instalaron dos cañones de 45 mm y se puso al mando de oficiales de la Reserva Naval. En el transcurso de la contienda solamente volvió a Cabrera en una sola ocasión, el 19 de octubre de 1936, a recoger el material abandonado por las tropas republicanas durante la fugaz ocupación de la isla que, al mando del capitán Alberto Bayo, habían desembarcado en Mallorca y, al ser rechazadas, se habían detenido un corto espacio de tiempo en aquella isla, antes de regresar a Barcelona.

Pedro Marqués Barber

En 1936, durante la guerra civil española, un hidroavión republicano Dornier Wal matrícula D-1 tuvo que amerizar por avería cerca de la isla. La tripulación fue capturada por la fuerza militar cuyos mandos dependían de la autoridad sublevada de Mallorca, pero al día siguiente dos submarinos republicanos fueron enviados por orden personal de Pedro Marqués Barber, autoproclamado comandante militar de Menorca, isla fiel a la República, y condenado por el asesinato del sacerdote Juan Huguet en Ferrerias, que acudieron inmediatamente. Una vez volada a cañonazos la estación del telégrafo en cala Ganduf, la exigua guarnición militar, los carabineros y los torreros de los faros, se rindieron y junto a varios civiles se les deportó a Barcelona y Menorca. El comandante militar de Cabrera, alférez Facundo Flores Horrach, fue fusilado el 23 de agosto en los acantilados de s’Esperó, el punto más al Este de España y el primer lugar que ve el sol en el país, su delito fue ser alférez al mando de la guarnición militar.

Mariano Ferrer Bravo

También la noche del 2 de agosto fueron asesinados la noche del 2 de agosto el militar retirado Mariano Ferrer Bravo y tres civiles de la familia Suñer, el arrendatario de Cabrera y sus hijos, en el paraje del puerto de Mahón denominado s’Hort d’en Morillo o Pouet, estos últimos por iniciativa personal del suboficial mallorquín Jaime Palou Massanet. Varios militares de la guarnición de Cabrera tomaron parte en el desembarco de Mallorca y allí algunos de ellos, destinados antes del conflicto a Cabrera desde el Batallón de Inca se pasaron en un rocambolesco episodio al bando nacional en las proximidades de la vía del tren de Son Servera, reanudando después su carrera militar, previa depuración de responsabilidades.​

islote de Dragonera

Tras fracasar el desembarco de la columna del capitán Alberto Bayo en Mallorca, los republicanos abandonaron Cabrera. El plan previo de Bayo era un ataque simulado de la columna de la CNT llegada de Barcelona y estacionada en Cabrera, al islote de Dragonera, justo al suroeste de Mallorca. La columna desembarcó precipitándose en Mallorca, concretamente en cala Anguila donde se produjo una sangrienta batalla en la que fueron aniquilados nada más llegar a Porto Cristo. El resto fue acribillado cerca de sa Cabana, en las proximidades de la localidad mallorquina de Manacor.

Una semana después del fracaso de Bayo y a bordo de una embarcación improvisada, varias de las mujeres que habían quedado en Cabrera lograron alcanzar Campos, en la costa de Mallorca y de esta manera el bando sublevado de Mallorca pudo evacuar, por decisión del Jefe de Falange de Santañy, que ordenó zarpar a dos expertos patrones locales, al resto de población de Cabrera, mujeres y niños, sabiendo que no se encontrarían con oposición militar alguna, por lo que no se puede hablar de liberación de Cabrera. Todo quedó en un contexto de fugas, huidas y cambios de bando, salvo para algunos de los deportados forzosos a la Menorca republicana y su trágico final.

A mediados de los años 1960 se estableció una comandancia militar dado que la isla era utilizada periódicamente como campo de instrucción y tiro. Entre 1972 y 1986 se realizaron maniobras y ejercicios tácticos con fuego real que finalizaron a partir de la declaración de la isla como parque nacional, siendo esta presencia militar desde 1916 lo que protegió el entorno natural y la conservación de este privilegiado ecosistema hasta nuestros días, al evitar que el archipiélago fuese objeto de especulación inmobiliaria.

A principios de 1988, impulsado por un gran movimiento y campaña ecologista-popular, tutelado por Greenpeace, el Parlamento de las Islas Baleares tomó la decisión de iniciar el proceso de declaración de Cabrera como parque nacional marítimo-terrestre, que culminó el 29 de abril de 1991.  La presencia militar permanente en la isla finalizó en 1999, sin embargo, se mantiene la propiedad por parte del Ministerio de Defensa que en el 2009 transfirió al Gobierno de las Islas Baleares la gestión del parque nacional.


S’Espalmador

En la isla existen varias playas, S’Espalmador, una de las más extensas del archipiélago, con 140 metros de longitud, que junto con Sa platgeta son las playas más importantes del archipiélago, Cas Pagés que tiene una longitud de 270 metros y 12 de anchura, lo que la convierte en la más extensa de la isla, Cala Donzell con una extensión de 50 metros de longitud y 3 metros de ancho, Cala Ganduf de de 80 metros por 10 de anchura y por último Cala Santa María que  cuenta con una longitud de 45 metros y 12 de ancho.

Situado junto al Mollet de es Pagés y sa Platgeta, se encuentra un refugio habilitado como único alojamiento de la isla. Se trata de unas antiguas instalaciones que funcionaron como campamento militar en la isla de Cabrera hasta 1991, cuando fue declarado Parque Nacional. El refugio cuenta con capacidad limitada para 12 personas como máximo, repartidas en 4 habitaciones. También cuenta con un salón-comedor y un cuarto de baño compartidos.

Faro de N’Ensiola

En el suroeste de la isla se encuentra el faro de N’Ensiola, que tiene una superficie de 360 m2 sobre planta cuadrada y está construido con piedra de Santañy, a 102 metros sobre el nivel del mar, un emplazamiento ideal para obtener unas vistas panorámicas de la isla de Cabrera. Aunque las obras del faro terminaron en 1868, el aparato óptico se instaló en 1870.​ En septiembre de 1936 los torreros fueron secuestrados y trasladados a Menorca en un submarino republicano.

Una curiosidad del archipiélago es la Cueva Azul, se trata de una gruta, donde a partir de mediodía, los rayos inciden de forma que la cueva adquiere un color azul intenso. Los visitantes pueden darse un baño dentro la cueva. Solo se puede acceder por barco, aunque hay numerosas empresas que realizan la excursión, por lo que es una experiencia inolvidable. Es una pequeña gruta excavada por el mar en la roca calcárea, en la zona norte de la Isla, que va desde los 6 metros de altura en la entrada hasta los 20 metros en el interior. Gracias a su orientación, a media tarde los rayos del sol iluminan la cueva produciendo efectos de luz y color espectaculares, en un gradiente que recorre toda la gama de los azules.

Jaime Mascaró Munar

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