La derrota de San Quintín ocasionada por las tropas de Felipe II al ejército de Enrique II exasperó de tal modo al rey francés que, al año siguiente, reclutó un ejército en la Picardía, solicitó y pagó el auxilio del otomano para que atacase las posesiones españolas en el Mediterráneo, al tiempo que también compraba a los escoceses para que fustigasen las fronteras inglesas. Enrique II puso al frente de su ejército a los nobles franceses. Luis Gonzaga Nevers, duque de Nevers, el duque de Guisa y el señor de Thermes, todos ellos personajes de alta alcurnia. El duque de Guisa conquistó a los ingleses el puerto de Calais y el 22 de junio tomó la ciudad de Thiomville, entre Flandes y Francia. La invasión de Flandes la llevó a cabo el señor de Thermes, con 12.000 infantes, 2.000 jinetes y mucha artillería. Conquistó Dunquerque y Nieuwpoort. Los saqueos de las ciudades flamencas se sucedieron hasta decidir Thermes dirigirse hacia Calais para poner sitio a la ciudad de Gravelinas.
Los franceses, exaltados en su orgullo por las victorias logradas hasta su llegada a la ciudad, quedaron desagradablemente sorprendidos cuando se toparon con la presencia del ejército español, con el duque de Saboya, 12.500 infantes y 3.000 jinetes, todos ellos al mando táctico del conde de Egmont, un personaje sobre el cual habrá que deternese algún día.
La rapidez del ejército de Egmont y su veloz maniobra obligó al ejército francés a presentar batalla hallándose situado con el rio Aa a su espalda, el mar a su izquierda, con una multitud de naos vizcaínas e inglesas cercanas a la costa, mientras a su derecha el botín que trasportaba en decenas de carretas, logrado del saqueo de la ciudades flamencas, le obstaculizaba cualquier movimiento en esa dirección.
Las ansias de venganza de Enrique II le impulsaron a esperar una victoria, sin embargo, el conde de Egmont dispuso sus tropas en medialuna, dejando su artillería en la retaguardia de la tropa. El centro del ejército estaba ocupado por los tercios españoles junto a las unidades flamencas y alemanas, mientras que los flancos eran ocupados por la caballeria.
Thermes obró en forma diferente. La caballería y la artillería la situó por delante de la infantería, dejándola esta para la salvaguarda del botín, custodiando las carretas que lo trasportaban. Nos hallamos el 13 de julio de 1558 cuando los franceses, petulantes, gritaban y cantaban, mientras los españoles, en silencio, aprestaban sus arcabuces. Fueron estos los que sorprendieron el avance de una desordenada caballería francesa, es decir, los arcabuceros mejor armados de toda las tropas europeas. La caballería gala fue acribillada, mientras las tropas españolas se adueñaban de los bagajes enemigos para cargar contra la infantería francesa, agazapada entre las carretas. Aquel ataque tuvo funestos resultados entre los franceses que, como solía suceder cuando sus enfrentamientos con los españoles, huyeron en desbandada hacia la playa. Allí les aguardaba la artillería de los barcos españoles e ingleses que acribillaron a cuantos se atrevían a cruzar la playa, mientras otros caían en manos de la infantería y caballería españolas. El conde Egmont, hallándose al frente de su caballería acometió al grueso del ejército francés, encaminándolo hacia la derrota total.
Apenas unos 1.500 franceses lograr salvar su vida, escapando de los españoles al huir hacia la frontera, mientras el señor de Thermes fue hecho prisionero. La derrota de Gravelinas, un desastre absoluto para el francés Enrique II, le obligó a firmar la paz con Felipe II mediante el Tratado de Cateau-Cambrésis, el 2 y 3 de abril de 1559. Enrique II se comprometió a renunciar a los territorios italianos y a combatir las herejías. Como solía ser habitual, la paz se consolidó con dos matrimonios; el de Felipe II con la hija de Enrique II, Isabel de Valois, y Margarita, duquesa de Berry y hermana del rey francés, con Manuel Filiberto, duque de Saboya.
Durante los festejos por la firma del tratado y la consecución de la paz, Enrique II participó en un torneo, durante el cual el conde Montgomery atravesó con su lanza un ojo del rey que falleció el 10 de julio de 1559. Le sucedió su hijo Francisco II, el cual reinó escasamente un año al fallecer el 5 de diciembre de 1560, a los 16 años. Le sucedió su hermano, el quinto hijo de Enrique y Catalina de Médicis, Carlos IX. Ambos monarcas cumplieron con lo convenido en el Tratado firmado por su padre, lo cual trajo un largo periodo de tranquilidad en los territorios italianos y franceses.
Francisco Gilet
Excelente relato y gran victoria española.
Ángel Roncero Marcos