Ciertamente no la necesitan, su historia es nigérrima.
Sin embargo España sí la posee, precisamente iniciada por sus propios hijos. Posiblemente nuestra Patria sea el único país de Europa al que sus mismos hijos, han denostado, maldecido y vilipendiado. ¡Qué diferencia entre el chovinismo francés y la prepotencia de los británicos!
Refieren que, en cierta ocasión, le preguntaron al canciller alemán Bismark qué país era el más fuerte de Europa. El interrogante esperaba que respondiese que Alemania, Francia o el Reino Unido, sin embargo, quedó asombrado cuando respondió que España, puesto que los españoles, sus hijos, llevaban siglos intentando destruirla y no lo habían conseguido.
Sea o no cierta la frase que se le atribuye, lo innegable es que refleja una dura realidad. En el siglo XVI, Antonio Pérez, Secretario de Felipe II, inicia este intento de deshonrar a España, dando pie al nacimiento de la Leyenda Negra que está basada en infundios e inexactitudes, cuando no en claras y absurdas mentiras.
Con sus inadmisibles mentiras inicia un camino por el que continuarán los países que no han podido soportar que España haya llevado a cabo las gestas más importantes que ha realizado la Humanidad, como son el descubrimiento del Nuevo Mundo y la circunvalación de la Tierra, el “Primus circundedisti me”, que el Emperador Carlos I, otorgó a Juan Sebastián El Cano para que blasonara de ello.
En cierta ocasión, hablando de este tema, un amigo, por cierto, no historiador, me dijo: “Los países europeos no pueden soportar, por pura envidia, que los Tercios Españoles se hayan enseñoreado por toda Europa, durante más de doscientos años, ni que nuestros antepasados, españoles, llevasen a cabo los hechos más importantes acaecidos en la Humanidad. Ni Roma, con toda su grandeza y la extensión de su Imperio, ni la efectividad de sus legionarios, se puede comparar con la bravura de los tercios españoles ni con la extensión de un imperio en el que no se ponía el sol”
Esta urdimbre, como decimos, se inicia hace más de quinientos años, y, por desgracia, aún continua. ¿Desconocimiento de nuestra historia, mala fe, intento de reescribir los hechos pasados dándole una connotación negativa? Ignoramos a qué se debe, pero lo cierto es que hoy día, pleno siglo XXI, con democracia consolidada, hay partidos políticos cuyo fin es destruir la unidad de España.
A sus componentes les aconsejo que, si tan mal les va en nuestra Patria, nadie les obliga a que permanezcan en ella, que se marchen a países como China, Corea del Norte, Venezuela, u otro similar, a ver si allí le consienten atacar a su nueva patria.
No soy chovinista, ni pretendo engrandecer a España con gestas que no haya realizado, pero tengo la obligación, como historiador, de resaltar los hechos y acciones objetivos que superan el análisis más escudriñador, meticuloso y riguroso que cualquier historiador, bien documentado, pueda realizar.
A humo de pajas y desconocimiento no se deben emitir juicios y valoraciones sin una base documental que acredite lo que se expone.
Por desgracia, hoy día hay políticos advenedizos que, faltos de conocimientos, abren la boca y dicen lo primero que se les ocurre dándoseles un bledo el mal que puedan causar a nuestra Patria, no solo dentro de ella, sino también fuera.
Las colonias inglesas norteamericanas firmaron su Acta de Independencia de la Corona Británica el cuatro de julio de 1776, o sea que, como nación, tienen 246 años de historia, pero esta más lúgubre y tenebrosa, por el exterminio sistemático y continuado de los aborígenes de las tribus sojuzgadas por ellos, no puede ser. Precisamente los historiadores discuten si la frase: “El único indio bueno es el indio muerto” fue pronunciada por el general Custer o el General Philip Sheridan; fuere quien fuere, lo cierto es que la profirió un exterminador de autóctonos de la zona sometida por los anglosajones, en este caso los habitantes de América del Norte. Frase que contrasta fuertemente con la pronunciada por Isabel la Católica, cuando Colón, a la vuelta de su primer viaje a América, envió 600 indios en cada uno de los barcos que regresaban a España para que aquí fuesen vendidos como esclavos. La reina Isabel se enojó gravemente y pronunció la famosa frase de “¿Qué poder tiene el mío Almirante para dar a nadie mis vasallos?”
Hay constancia documental es que el 20 de junio de 1500 Isabel promulgó una cédula real en la que se ordenaba que fuesen liberados todos los indios que hubiesen sido vendidos como esclavos, que volvieron a sus tierras en la flota comandada por Francisco Fernández de Bobadilla que fue quien trajo a España para que fuesen enjuiciados, cargados de grilletes, a Cristóbal Colón, junto con sus hermanos, Bartolomé y Diego.
España no fue a América a colonizar, sino a civilizar, a llevar a las tierras recién descubiertas en las que en algunas tribus se practicaba desde sacrificios humanos hasta la antropofagia, los conocimientos de la Europa del siglo XVI hasta el XIX.
Eso es lo que queda recogido en las Leyes de Indias que son el Ordenamiento de la protección de la monarquía hispana a los pobladores nativos de América. Son el pilar que hizo posible la convivencia y desarrollo de los pueblos de América hasta tal punto que Alexander Humboldt describió las tierras civilizadas por los españoles como las más prósperas del mundo, de tal manera que los nativos, cuando los criollos iniciaron la independencia, se pusieron con abrumadora mayoría a favor de la Corona de España con muestras de lealtad admirables o que mantuvieran durante décadas los derechos de posesión de sus tierras por los títulos legales concedidos por los españoles.
Es más, ante las noticias de que Colón estaba administrando malamente, como Virrey y gobernador de La Española, Francisco Fernández de Bobadilla, con mandamientos reales, apresó a Colón y a sus hermanos Bartolomé y Diego que, cargados de grilletes, fueron embarcados en la carabela Gorda, y conducidos a España para ser juzgados, como hemos dicho.
A tal extremo llegó la escrupulosidad de los reyes, teólogos y los grandes pensadores de la España de entonces, que el dominico Francisco de Vitoria y con él los profesores de la Universidad de Salamanca en la que ejercía su cátedra, llegaron a cuestionarse los títulos que tenían los reyes hispanos para conquistar a los indios si no se regían por el Derecho Natural, que se basa en la libertad de circulación de las personas, bienes e ideas.
Tanto es así que el Emperador Carlos convoca una junta en la Universidad de Salamanca que, en 1540, llega a la conclusión siguiente:
“…tanto el rey como los gobernadores y encomenderos habrían de observar un escrupuloso respeto a la libertad de conciencia de los indios, así como la prohibición expresa de cristianizarlos por la fuerza o en contra de su voluntad”.
Contrasta con el mandato que los reyes hispanos habían recibido del Papa Alejandro VI por el que se les ordenaba en la Bula Inter Caetera que: “en virtud de santa obediencia que haciendo todas las debidas diligencias del caso, destinaréis a dichas tierras e islas varones probos y temerosos de Dios, peritos y expertos para instruir en la fe católica e imbuir en las buenas costumbres a sus pobladores y habitantes, lo cual nos auguramos y no dudamos que haréis a causa de vuestra máxima devoción y de vuestra regia magnanimidad”.
A pesar de este mandamiento papal, nuestros reyes se cuestionan la legalidad de conculcar la libertad de conciencia de los aborígenes, aún para inculcarle la fe católica.
Es el pensamiento de los teólogos, con Vitoria a la cabeza, que circulaba en España el siglo XVI, qué distinto al mencionado más arriba de que el único indio bueno es el indio muerto o el que actualmente, en pleno siglo XXI, impera entre los estadounidenses en su relación con los negros, a pesar de que ha tiempo que se les permite que viajen en el mismo autobús que los blancos, o vayan a sus mismos colegios.
Ellos mismos blasonan del exterminio y genocidio practicado sobre los indios de la parte que colonizaron, cosa que plasman en la miríada de películas sobre el Lejano Oeste que han realizado.
Manuel Villegas
Con el mayor respeto, afecto y mi felicitación por su esclarecedor articulo, me permito comentar (como entre amigos y compatriotas), es bueno reconocer nuestros errores para cambiarlos alli donde hiciera falta y mucho mejor reconocer nuestras fortalezas. Tanto mas comparar la visión humanista española con la vision monetarista y antihumana de los colonialistas (principalmente protestantes) esclavistas; genocidas y narcotraficantes (introdujeron el opio en China que masacro a su población y su comercio)