PLAZA TOROS DE EL PUERTO DE SANTA MARÍA

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Aquilino Duque

PLAZA DE TOROS DE EL PUERTO

ME VIERA YO EN TUS CARTELES

UNA TARDE MARINERA

HACIENDO CON TUS BANDERAS

SEÑAS A MIS TIMONELES

LEJOS DE LOS REDONDELES

NO SÉ QUE SANGRE TE ESPERA

NI QUE TORILLO ABANTO

TE ACRIBILLARÁ A CORNADA

PLAZA REAL Y CORONADA

DE CRISMONA Y LEPANTO

Aquilino Duque

El Puerto de Santa María

El Puerto de Santa María, una ciudad gaditana situada al sur de la península Ibérica, en el litoral de la bahía de Cádiz, fue fundada por el rey ateniense Menesteo, que tras la Guerra de Troya fue navegando sin rumbo hasta llegar a la desembocadura del río Guadalete, donde fundó la nueva ciudad. En 711 los árabes entraron a la península por este enclave tras la Batalla de Guadalete, en la que el rey visigodo Rodrigo fue derrotado. A partir del siglo XIV, El Puerto de Santa María se convirtió en una ciudad moderna, estratégica, bien situada, con buen clima y salida al mar, adonde llegaron familias pudientes y nobles de toda España. También se conoce como “la ciudad de los 100 palacios” por la gran actividad comercial que tuvo con la América española los siglos XVII y XVIII y que quedó plasmada en las fachadas de los palacios vetustos y señoriales como la Casa de las Cadenas, el Palacio de Araníbar, el de Valdivieso o la Casa de los Leones.

El Puerto de Santa María congrega en sus pórticos variedad de estilos arquitectónicos como el gótico, mudéjar, barroco y neoclásico y tiene como patrones a San Francisco Javier, San Sebastián y a Nuestra Señora de los Milagros. Muchos de aquellos edificios, fieles a la tradición hispana, con influencia de Francia e Italia y que fueron adaptados entonces a las necesidades de los cargadores de Indias en la época de los Borbones, se encuentran hoy en estado de cierto abandono, tras la recesión que vivió la ciudad tras la pérdida de las islas de Cuba y Puerto Rico en 1898. En el siglo XVIII se empezó a explotar el comercio de vino con Denominación de Origen Jerez y de la mano de prestigiosas bodegas como la de la familia de Thomas Osborne Mann, cuando la localidad recupera poco a poco su esplendor de antaño. Hoy en día es una villa de gran atractivo turístico por su clima subtropical-mediterráneo y de un enorme abolengo taurino, pues fue Felipe V quien ya escogió El Puerto de Santa María como residencia oficial veraniega en el Palacio de Araníbar, donde sus dueños colocaron cadenas en la fachada por el privilegio de haber hospedado a los reyes.

Joselito, el Gallo

Los portuenses llevan a gala el dicho de Joselito, el Gallo: “Quien no ha visto toros en el Puerto no sabe lo que es un día de toros”. Ya en el siglo XVIII se celebraban las primeras corridas en la plaza de las Galeras y desde 1768 las corridas eran en beneficio del Hospital Nuestra Señora de los Milagros. El 23 de junio de 1771 muere en la plaza del Puerto José Cándido, “tan valiente como inteligente, practicaba con verdadera maestría las suertes más difíciles y con frecuencia mataba toros, valiéndose solo de su sombrero como muleta y del puñal en vez del estoque”. Nacido en Cádiz en 1734, fue inventor del salto del testuz y enterrado en la Iglesia Prioral de la ciudad, tras resbalarse en un charco de sangre ante un toro que le perseguía en la plaza de El Puerto y que le mató de una cornada.

Roque Miranda

Fernando VII desembarcó en la ciudad del Puerto de Santa María y no tardó en derogar la Constitución de 1812 y hacer volver el poder absoluto de la corona frente a los primeros designios liberales de “La Pepa” que seguían las corrientes ilustradas europeas. En 1799 en la calle Segovia de Madrid había nacido el torero liberal Roque Miranda, sargento miliciano durante el Trienio Liberal, al que los absolutistas le prohibieron torear. Tras varios años en baldío, toreó en la plaza del Puerto los días 15 y 16 de agosto de 1839. Tras ello, el alcalde le invitó al diestro a no volver a torear al considerar que el segundo día lo hizo en estado de embriaguez. Fue cogido salvajemente de nuevo en 1842 en la arena, pero más débil y con menor capacidad de la de antaño por un toro de la ganadería de los Duques de Osuna y Veragua, muriendo a los pocos días tras las heridas sufridas.

La plaza de toros actual “plaza real y coronada de crismona y de Lepanto” según los versos de Aquilino Duque en 1958 ― y desde entonces denominada Plaza Real de El Puerto ― se inauguró el 5 de junio de 1880 y la iniciativa del proyecto corrió a cargo de Tomás Osborne Böhl de Faber, el hijo del fundador de las Bodegas Osborne, gran aficionado a los toros. La edificación, con forma de polígono regular de sesenta lados y tres pisos, de estilo ecléctico, fue en su día un proyecto de Mariano Carderera. Años antes se había construido otra plaza en el mismo lugar y había sido reformada en varias ocasiones. El coso actual tiene un diámetro de 99 metros, 60 de arena y puede dar cabida a 12.186 espectadores. La ceramista Josefa Lena de Terry fue la encargada de adornar los salones de los Palcos Real y del de la Presidencia y de varios murales de su interior. Hubo muchos intentos por inaugurar el Palco de los Reyes y varias corridas regias anunciadas, algo que no fue posible hasta el 2 de agosto de 1998 con toros de Jandilla lidiados por Emilio Muñoz, el Litri y el Cordobés.

Antonio Carmona, el Gordito

La primera corrida en el actual coso tiene como toreros a Antonio Carmona, el Gordito y Rafael Molina, Lagartijo. El primer toro que sale en el ruedo tiene de nombre Bordador y es lidiado por el Gordito. Su cabeza está en el antepalco presidencial. En agosto de 1952 torean en la plaza Luis Miguel Dominguín, Rafael Ortega y Antonio Ordóñez y, según los registros de la época, entraron en la localidad de El Puerto 1.522 vehículos para ver el festejo taurino. Un 26 de julio de 1869 se le perdona la vida al toro Gordito, animal que muere en los corrales por las heridas de las treinta varas que recibió.

El vicario de El Puerto consiguió que se otorgara permiso de la Santa Sede para celebrar festejos taurinos los domingos y festivos, prohibiéndose únicamente el día del Corpus Christi.

Paquirri

Tras la tragedia de Pozo Blanco en que falleció Paquirri, el torero gaditano, un 27 de septiembre de 1985, se erigió un monumento con la escultura de su figura con el beneficio recaudado en una corrida de toros celebrada en su memoria.

El abolengo taurino de la ciudad unido a la silueta majestuosa, desafiante y robusta del emblemático toro Osborne en sus laderas y en más de ochenta rincones del paisaje español- sigue siendo hoy en día una de las marcas españolas más icónica y popular dentro y fuera de nuestras fronteras- hacen de El Puerto de Santa María una parada obligatoria para todo aquel que quiera apreciar con una copa de fino de Jerez en la mano el sabor lo intrínseco español y aferrarse a los símbolos taurinos que hacen de España un país único en la Historia en la conservación y custodia de sus tradiciones.

Inés Ceballos

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