Romanización y origen del cristianismo en España. Concilio de Elvira

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Si queremos comenzar por el origen, me veo obligado a citar la reflexión que don Marcelino Menéndez Pelayo hizo: “sabia máxima fue siempre, a fuer de no por todos practicada, la de comenzar por el principio”.

Teniendo en cuenta esa máxima hemos de conocer la importancia de Roma en la Historia. Fue fundada en el año siglo VIII a.C. y desaparece como imperio de occidente en el año 476 d.C., aunque se mantiene en su Imperio de Oriente hasta el año 1453 en el que fue destruida por el poderío Otomano. Por lo tanto, existió durante veintitrés siglos.

La grandeza de Roma no fue su expansión territorial ni su duración en el tiempo, la grandeza de Roma fue la romanización, es decir, la incorporación de territorios conquistados y de sus habitantes al modo de ser y sentir romano. Gracias a esto podemos concluir que romanización equivale a civilización.

Especial importancia tuvo en la civilización romana la forma de organizar jurídicamente la vida pública y social. El derecho romano constituyó un legado inmensurable para la sociedad, dividiéndose en derecho privado que veló por las circunstancias sociales, familiares y patrimoniales del individuo; y en derecho público que se ocupó del poder político, la administración y la organización territorial.

Por lo tanto y de forma indudable podemos asegurar que Roma conforma España. No se ha de confundir conque Roma conquista España, porque no se puede conquistar algo que no existía. Roma hizo la unidad política Hispania. Roma entra en la Península Ibérica en el año 218 a.C. con la finalidad de derrotar al enemigo cartaginés gobernado por Amílcar Barca y después por su hijo Aníbal. Desde ese momento Hispania queda adscrita como provincia romana. El senado romano envía a conquistar Hispania a Publio Cornelio Escipión, y en el año 206 a.C. consiguió expulsar a los cartagineses de la Península.

Hispania aportará a Roma abundancia de productos agrícolas y minería. Figura entre las provincias más ricas desde el punto de vista agrícola, principalmente en cereales, vino y aceite. Gracias al régimen jurídico romano la agricultura avanzó de su etapa colectiva a una, según los principios romanos, privada, municipal y estatal. Introducen el regadío, el barbecho y el arado romano. El comercio marítimo con Hispania se convierte en una pieza clave para Roma. Las monedas de plata romanas circularon por Hispania con anterioridad a otras provincias fuera de Italia.

El complemento a la agricultura fue el desarrollo de la actividad industrial, centrada principalmente en la industria de salazones, vino y aceite. También se desarrolló la industria del hierro y la de los tejidos de lana y lino. El desarrollo del comercio provocó la creación de calzadas para mejorar las comunicaciones.

En esta situación se encuentra la Península en el momento de intentar descubrir los orígenes del cristianismo en Hispania. La dificultad se debe principalmente a la ausencia de textos y a la destrucción de estos que fueron ordenadas por los edictos imperiales de Decio en los años 250 y 251 d.C.  y de Diocleciano del año 303 d.C., que, entre otras medidas, se ordenó la destrucción de libros sagrados y escritos pastorales.

El primer testimonio documentado sobre el cristianismo hispano es el del obispo de Lyon san Ireneo, que en el año 185 escribe en su obra Contra los herejes sobre la “doctrina de las iglesias de Germania, las de Iberia, las de los Celtas o las de Oriente”.

Otra referencia más precisa la hace el escritor cartaginés Tertuliano de comienzos del siglo II, escribe que el Cristo anunciado por los profetas del Antiguo Testamento ya ha venido y es creído “en los distintos pueblos de los gétulos, amplios confines de los maduros, todas las fronteras de Hispania, las diversas regiones de las Galias…”.

Un tercer documento más preciso aún que el de Tertuliano es una carta firmada por san Cipriano y 36 obispos más con motivo de un Concilio que se celebró en Cartago en el año 254. La carta es una respuesta a otra que los obispos de León-Astorga y de Mérida habían enviado a los primeros. La carta original se desconoce, pero si tenemos la respuesta de san Cipriano la cual trata de aclarar las cuestiones que plantean los cristianos de Hispania. San Cipriano habla de forma explícita de la organización de los cristianos en tres puntos de la geografía hispana a mediados del siglo III.

Y por último, el principal documento histórico que consolida el conocimiento del cristianismo primitivo en Hispania, lo constituyen las actas del Concilio de Elvira. El documento nos habla de la presencia de “19 obispos y 24 presbíteros, y entre estos últimos 18 representaban a obispos”, que representaban a comunidades cristianas organizadas a finales del siglo III, las cuales se encontraban esparcidas por las cinco provincias civiles romanas de la península: tarraconense, galaica, lusitana, bética y cartaginense.

El Concilio se reunió en Iliberri, actual Granada, las actas del mismo reúnen 81 cánones que representan una perfecta visión de las comunidades cristianas por la diversidad de temas tratados. No tenemos certeza de la fecha en la que se inició, pero si sabemos que fue en época de Constantino. En la lista de obispos aparece Osio de Córdoba en segundo lugar, quién se incorpora a la corte del emperador Constantino el Grande en el año 312, y se sabe que el concilio hispánico fue anterior, luego se deduce que el Concilio de Elvira pudo ser unos años antes.

Osio de Córdoba fue la figura clave en la Iglesia hispana del siglo IV. Su persona se enmarca en un tiempo convulso debido al edicto de Diocleciano que le tocó vivir y padecer. Tuvo la fortuna de sobrevivir a la anterior etapa y conocer al emperador Constantino, el cual fue el primer emperador romano en convertirse al cristianismo, lo cual reflejó en el Edicto de Milán del año 313.

Con respecto a su participación en el Concilio de Elvira, lo relevante es que seguramente fue el primer acontecimiento religioso importante en el que participó, ya como obispo de Córdoba. Solo como reseña destacable debemos decir que Osio fue el consejero religioso de Constantino y probablemente debido a esto se debe la numerosa legislación de Constantino a favor del cristianismo, en concreto Osio participó en la manumisión ― liberación ― de los esclavos.

1. Iniciación a la vida cristiana

Para ser admitido en la vida cristiana se necesita realizar un catecumenado de una duración de dos años, es decir, un ejercicio de instrucción como preparación del bautismo (canon 42).

En determinadas circunstancias el plazo se alarga, por ejemplo, tres años para los “flamines” (canon 4) – sacerdotes del culto oficial romano ―, cinco para la mujer que se casa con un hombre que abandonó a su primera mujer (canon 11). El bautismo se demora hasta el fin de la vida para las que hubiesen cometido adulterio o aborto (canon 68).

Para profesiones consideradas infamantes desde el punto de vista ético, tales como: meretrices, lenones ― alcahuetes ―, pantomimos ― mimos― y aurigas, solo se les permitía el bautismo si previamente habían abandonado el ejercicio de tales profesiones.

2. Regulación de la vida eclesiástica

A la hora de elegir a los candidatos de la jerarquía eclesiástica se debe destacar la pureza de costumbres, ya que “deben ser ejemplo de buena conducta” (canon 65). De ahí que se prohíba ordenar subdiáconos a “quienes en su adolescencia hayan cometido fornicación” (canon 30). El canon 18 impone una durísima sanción para a los obispos, presbíteros y diáconos que comentan esa misma acción.

El canon 51 no admite recibir las órdenes al bautizado que proceda de cualquier herejía. El concilio permite el comercio de los clérigos con la intención de permitir la sustentación de los mismos, pero se prohíbe expresamente el cobro de intereses.

El concilio mostró especial interés en la reforma de la vida sexual de los religiosos, de esta forma el canon 33 concreta lo siguiente: “se acordó prohibir absolutamente a los obispos, presbíteros y diáconos que, una vez ordenados, mantengan relación con sus esposas y engendren hijos. El que, a pesar de ello, lo hiciere, sea privado por completo del honor del clericato”

3. Virginidad y matrimonio

La virginidad no estaba muy bien vista en la cultura imperial romana. Hasta el año 320 la legislación romana establecía penas contra los célibes y los que no tenían hijos. Constantino derogó estas leyes. El Concilio de Elvira establece leyes a favor de la virginidad cristiana. Los cánones 13 y 27 admiten la existencia de vírgenes consagradas. Con respecto a las jóvenes en edad núbil se ocupa el canon 14, donde se establece que la pérdida de la virginidad se castigará con un año de penitencia.

El canon 61 prohíbe el matrimonio entre cuñado y su hermana política, bajo la pena de cinco años de excomunión. La unión matrimonial con una hijastra fue considerada más grave, la relación incestuosa se pena con la excomunión perpetua (canon 66). El adulterio tanto del marido como el de la mujer es penado con cinco años de excomunión (canon 69).

En resumen, el Concilio de Elvira tuvo una gran repercusión para marcar las directrices doctrinales de la iglesia hispánica. La figura del obispo adquiere por primera vez la relevancia propia del cargo, los cánones fueron suscritos únicamente por obispos. Es el primer sínodo con carácter reformador de la iglesia Hispana, en el que priman las buenas formas y la corrección para los creyentes y los clérigos y en el que se instaura el celibato. Trató temas tan dispares como el matrimonio, el bautismo, el incesto, la idolatría, el ayuno, la excomunión, la usura, las relaciones de los cristianos con los paganos, judíos y herejes, etc. En definitiva, fue pionero en Hispania y precursor del Concilio ecuménico de Nicea convocado por el emperador Constantino (325), y con Osio de Córdoba como responsable del mismo.

José Carlos Sacristán

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2 thoughts on “Romanización y origen del cristianismo en España. Concilio de Elvira”

  1. Muchas gracias, excelente artículo que proporciona datos para conocer mejor la historia de la Iglesia.

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