Narración creada por Paula, primaria
Enviada por Prof. Fátima Hernández
Colegio Buen Pastor
Soy Fernando de Magallanes. En algunos lugares, también soy conocido como Hernando de Magallanes. Fui un hombre plurifacético de la época. Algunos me consideran marinero (el más grande que España ha podido conocer). De hecho, fui capaz de capitanear la expedición que finalizaría dando la primera vuelta al mundo.
Si soy sincero, he de decir, que esto no era lo que yo tenía planeado cuando le propuse al rey Carlos I de España llegar a las islas Molucas sin atravesar mares portugueses.
De hecho, previamente, intenté que los reyes portugueses me autorizaran el viaje. Pero no pudo ser.
Sin embargo, puedo afirmar que gracias a mi fabulosa expedición española, se pudo dar la conocida vuelta al mundo. Las ganas, el coraje y el conocimiento de mis marineros estaban fuera de toda duda.
Fue un viaje con luces y sombras. De hecho, yo no pude terminar mi viaje soñado. Me mataron en la isla de Cebú junto a 27 oficiales.
He de decir que si tengo tan claro todo lo que ocurrió durante el viaje, fue gracias a mi amigo Antonio Pigafetta. Él escribió un diario de a bordo muy completo, que a día de hoy, puede consultarse en el Archivo General de Indias.
Todo comenzó unos años antes de nuestra partida. El viaje comenzó en 1519 y estuvimos de vuelta en el Puerto de Sanlúcar de Barrameda en 1522. Nos llevó mucho tiempo, conseguir el apoyo y la confianza de algún rey. Ésta la conseguimos por parte de Carlos I de España. Necesitábamos un nuevo camino hacia las islas Molucas sin pasar por aguas portuguesas. El reinado de Portugal no me había brindado su apoyo, por lo que no me apetecía nada encontrarme en alguna de sus aguas. Si nos adelantamos en el tiempo, comprobaremos que el viaje fue mucho más ambicioso de lo que pensábamos; de hecho, a nuestra vuelta, pasaríamos por siempre a los libros de Historia por finalizar esa hazaña tan increíble y emocionante.
Partimos un total de 234 hombres, de los que, desgraciadamente, sólo volvieron 18. Yo no pude volver, tal y como os he comentado. Sin embargo, mis amigos Juan Sebastián Elcano y Antonio Pigafetta sí corrieron mejor suerte que la mía.
Para todos los historiadores, el hecho de que volviera Antonio Pigafetta fue una suerte sin igual. Gracias a él, se pudo conocer con todo lujo de detalles las aventuras y andanzas de estos marineros.
Con el tiempo, sólo recuerdo todo lo positivo que vivimos, pero la verdad es que pasamos mucha hambre y nos enfrentamos y peleamos mucho no sólo con los indígenas, sino también entre nosotros.
Partimos 5 naves: Trinidad, San Antonio, Concepción, Victoria y Santiago. Sólo la nao Victoria fue capaz de volver dando la vuelta por todo el mundo.
De los marineros de la nao San Antonio, no guardo un buen recuerdo. Antes de que llegáramos al Estrecho que hoy lleva mi nombre, abandonaron la expedición y volvieron a Sevilla. Pero el motivo por el que estoy más dolido, es que, una vez que llegaron a España, le dijeron al rey Carlos I, que el resto de la tripulación había muerto sin conseguir su propósito. El objetivo de tal mentira, es que ellos, se querían llevar todo tipo de piropos y reconocimientos.
A lo largo de mi viaje, me encontré con especies de animales nunca antes vistas. Pero la verdad es que con el hambre que estábamos pasando, los tuvimos que cazar y comérnoslo.
A medida que pasaban las semanas y los meses, empezaban a aparecer todo tipo de problemas e inconvenientes:
-Empezamos a discutir mucho entre nosotros. –Teníamos mucha hambre. La comida que llevábamos se empezó a pudrir.
-Las enfermedades de todo tipo empezaron a aparecer entre nosotros. No nos quedaba fruta alguna, y sí algo quedaba era en muy mal estado. Por ello, el escorbuto nos entró a la mayor parte de la tripulación.
-No teníamos posibilidad de asearnos ni vestirnos decentemente.
Pero todos estos problemas se nos empezaron a olvidar en el momento en el que vimos tierra firma. Por fin, tras meses de viaje, logramos llegar a América. Allí conocimos a indígenas con los que empezamos a realizar distintos trueques. Pudimos volver a tomar fruta. Pero mi principal obligación como capitán era que toda la tripulación supiera que ése no era nuestro objetivo. Teníamos que seguir buscando la ruta a las islas Molucas. La verdad es que si yo llego a ser cuál sería mi final, probablemente, no hubiera sido tan insistente con esta búsqueda.
Pocos meses después me mataron en la isla de Cebú con una flecha. Junto a mí, murieron 26 marineros más al intentar salvarme. Fue uno de los peores momentos del viaje.
Cada vez éramos menos hombres. Tras mi muerte, se quemó la nao Concepción en una isla cercana a la de mi muerte.
Tuvieron que volver a nombrar capitanes de las naos restantes.
La única nao que llegó finalmente a puerto tras dar la vuelta al mundo estuvo capitaneada por mi buen amigo Juan Sebastián Elcano.
A través de nuestra vuelta al mundo, los científicos de la época comenzaron a defender la teoría de que la Tierra tenía forma de esfera. Si la Tierra hubiese sido plana, no podríamos haber terminado nuestro viaje con éxito. Tras siglos de discusión científica por dicho motivo, me siento muy orgulloso de haber podido ayudar a los científicos de mi época.
Me hubiera gustado estar vivo para poder disfrutar del logro conseguido. Pero no pudo ser. Me alegro mucho por los 18 miembros de mi equipo que pudieron llegar sanos y salvos. Hubiera estado bien estar presente en las discusiones posteriores que se llevaron a cabo entre los marineros de la nao San Antonio y los procedentes de la nao Victoria. Yo apoyaría a los de la nao Victoria. La verdad es que los marineros de la nao San Antonio me defraudaron mucho el día de su marcha. Pero aún me entristeció más, saber que le habían mentido al rey Carlos I en relación al estado de la tripulación real.
Fue un placer para mí, entrar en la historia como un capitán de marineros luchadores y orgullosos. Gracias a ellos, se recuerda y se recordará a España como una patria de conquistadores.