
Adolfo Suárez González, I duque de Suárez y grande de España, fue un político y abogado español, presidente del Gobierno de España entre 1976 y 1981. Nació el 25 de septiembre de 1932 en Cebreros por decisión de su madre, quien allí tenía sus raíces familiares. Hijo primogénito de Hipólito Suárez Guerra y Herminia González Prados, su residencia ya estaba establecida en Ávila, donde el matrimonio se trasladó poco tiempo después de casarse y donde transcurrió la infancia de Adolfo. Su madre era muy devota y su padre era un procurador de tribunales, hijo del secretario del juzgado, con el que nunca se llevó bien. Tuvo cuatro hermanos menores: Hipólito, María del Carmen, Ricardo y José María.

Suárez no fue un buen estudiante. Pasó por varios colegios, no leía y sus pasatiempos tenían más que ver con las fiestas, el deporte y los juegos de cartas. También correspondió a la religiosidad de su madre, fundando y presidiendo desde su adolescencia diversos organismos ligados con Acción Católica. Se licenció en Derecho por la Universidad de Salamanca. A comienzos de 1955, acababa de conseguir su primer trabajo remunerado en la Beneficencia de Ávila, cuando su padre huyó de casa producto de un escándalo de negocios. Incapaz de sostener por sí mismo al resto de su familia, en el mes de agosto conoció al falangista vinculado al Opus Dei Fernando Herrero Tejedor, quien acababa de ser nombrado gobernador civil y jefe provincial del Movimiento en Ávila y se convertiría en su tutor político desde entonces, ayudándolo a afianzarse en dicha profesión. A comienzos del curso 1958-1959 entró en el Colegio Mayor Francisco Franco —ubicado en la Ciudad Universitaria de Madrid— con el objeto de empezar a preparar oposiciones. Se doctoró en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid.

De la mano de Herrero Tejedor desempeñó diferentes cargos. De esta forma, en 1958, pasó a formar parte de la Secretaría General del Movimiento ascendiendo, en 1961, a jefe del gabinete técnico del vicesecretario general. El 15 de julio de 1961 se casó con Amparo Illana Elórtegui, con quien tuvo cinco hijos: María del Amparo «Mariam», Adolfo, Laura, Sonsoles y Francisco Javier, y cuatro nietos: Alejandra y Fernando, y Adolfo y Pablo. Dentro de las estructuras del franquismo desempeñó varios cargos públicos: fue gobernador civil de Segovia, procurador en Cortes por Ávila en 1967 y jefe provincial del Movimiento en 1968. En ese año tuvo que hacer frente a la tragedia de Los Ángeles de San Rafael. En 1969 es designado director general de Radiodifusión y Televisión, donde ya había desempeñado otros cargos entre 1964 y 1968; permaneció en este cargo hasta 1973.

En 1975, nuevamente de la mano de Herrero Tejedor, es nombrado vicesecretario general del Movimiento, cargo del que tomaría posesión el 24 de marzo, y que ocuparía hasta la muerte de su mentor el 12 de junio de ese año en un accidente de automóvil. El 11 de julio de 1975 pasó a ocupar también la presidencia de la organización política Unión del Pueblo Español (UDPE), cargo que mantuvo hasta el 12 de diciembre, cuando fue reemplazado en la presidencia de la asociación política por Cruz Martínez Esteruelas. El 11 de diciembre de 1975, entró en el primer gabinete de Carlos Arias Navarro formado tras la muerte de Franco. Por sugerencia de Torcuato Fernández-Miranda, Adolfo Suárez fue nombrado ministro-secretario general del Movimiento.

El 9 de junio de 1976, en un discurso sobre la Ley de Asociaciones Políticas ante las Cortes Españolas previo a su elección, citó unos versos de Antonio Machado, muerto en el exilio:” Vamos a sentar las bases de un entendimiento duradero bajo el imperio de la ley. Y permitidme para terminar que recuerde los versos de un gran autor español. Está el hoy abierto al mañana. Mañana, al infinito. Hombres de España, ni el pasado ha muerto, ni está el mañana en el ayer escrito”.

Cuando el rey Juan Carlos I le encargó en julio de 1976 la formación del segundo gobierno de su reinado y el consiguiente desmontaje de las estructuras franquistas, Suárez era un perfecto desconocido para una mayoría del pueblo español. No obstante, a sus 43 años, fue capaz de aglutinar a un grupo de políticos de su generación que habían llegado a las convicciones democráticas por diversos caminos. Supo reunir, junto a falangistas «conversos» como él, a socialdemócratas, liberales, democristianos, etc., y entre 1976 y 1979, desarbolar el régimen franquista con la complicidad de las fuerzas antifranquistas, como el PSOE y, especialmente, del Partido Comunista de España y su líder, Santiago Carrillo, que calificó a Suárez de «anticomunista inteligente».
En esta tarea contó con la ayuda de Torcuato Fernández-Miranda, entre otros, que logró la autoliquidación de las Cortes franquistas y sacar adelante el Proyecto de Reforma Política, ante una recelosa oposición democrática y con la colaboración del teniente general Manuel Gutiérrez Mellado, encargado de tranquilizar y controlar, en lo posible, a las altas esferas militares, compuestas en su mayor parte por militares que habían participado en la Guerra civil y proclives al régimen franquista.

«Puedo prometer y prometo» es la famosa anáfora usada por el entonces candidato a la presidencia del Gobierno de España, Adolfo Suárez, durante su discurso electoral del 13 de junio de 1977 en Televisión Española, en la antevíspera de las elecciones generales de 1977. La fórmula, que fue inicialmente objeto de burla por parte de ciertos humoristas, se reveló, sin embargo, como un definitivo espaldarazo para la elección de Suárez y trascendió como uno de los símbolos de la transición española. El 15 de junio de 1977, por primera vez en España desde 1936, se celebraron elecciones generales libres. Adolfo Suárez se alzaba como vencedor de las mismas (165 escaños en el Congreso), al frente de un conglomerado de formaciones de centro, aglutinadas en torno a su persona, bajo las siglas UCD (Unión de Centro Democrático). Las Cortes salidas de aquellas elecciones, convertidas en constituyentes, aprobaron la Constitución, que el pueblo español refrendaba el 6 de diciembre de 1978.

El 1 de marzo de 1979, Adolfo Suárez ganaba por segunda vez unas elecciones generales, e iniciaba su tercer mandato como presidente del Gobierno. Sin embargo, el triunfo en las elecciones generales quedó muy en segundo plano tras el acceso de la izquierda a los principales Ayuntamientos del país tras las primeras elecciones municipales de abril. El acuerdo entre el PSOE y el PCE permitió que las grandes ciudades españolas fueran gobernadas por alcaldes de partidos de la oposición. Fue una etapa de gobierno llena de dificultades políticas, sociales y económicas. En 1980, el PSOE presentó una moción de censura que, aunque derrotada de antemano, deterioró aún más la imagen de un Suárez, desprovisto de apoyos en su propio partido. Finalmente, el 29 de enero de 1981 optó por presentar su dimisión tanto como presidente del Gobierno como de Unión de Centro Democrático. En su mensaje al país, que duró diez minutos y fue emitido por Televisión Española a las 19:40, afirmó: “Yo no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España.”

Esto dio pie a pensar que renunciaba por la presión de los militares. Esta teoría pareció confirmada por el intento de golpe de Estado que tuvo lugar durante la investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo el 23 de febrero de 1981, con el asalto al Congreso de los Diputados dirigido por Antonio Tejero Molina. Sin embargo, fue más bien el cansancio y la falta de apoyo de la Corona como principales factores para su dimisión, un episodio concreto que aúna las amenazas militares con la falta de apoyo real, todo lo cual unido a la rebelión en marcha de los miembros democristianos de su partido, que habrían pactado ya con los de Alianza Popular, las causas decisivas de la dimisión. En 1981, el rey le concedió el título de duque de Suárez en virtud a su papel en el proceso de la Transición.

Como presidente del Gobierno, Suárez fue una de las figuras clave de la transición española, el proceso a través del cual se dejó atrás el régimen de Francisco Franco y España se constituyó un Estado social y democrático de derecho. Durante su presidencia se llevaron a cabo diversas medidas que reformaron el sistema previo, como la «autoliquidación» de las Cortes franquistas o la legalización de los partidos políticos; fue especialmente notoria la legalización del Partido Comunista. Fue elegido presidente bajo la coalición Unión de Centro Democrático (UCD) en las elecciones generales de 1977, convirtiéndose en el primer presidente del Gobierno del nuevo período democrático español. En 1981 presentó su dimisión como presidente del Gobierno por el desmantelamiento de la UCD. Después de su dimisión, abandonó la UCD el 28 de julio de 1982 creó junto a otros exdirigentes de la UCD el partido Centro Democrático y Social (CDS) que dio a conocer públicamente tres días después de dejar la UCD, y con el que se presentó a las elecciones del 28 de octubre de 1982, siendo elegido diputado por Madrid. Revalidó su escaño en las elecciones de 1986 y, tras la campaña electoral de 1989, en 1991 dimitió como presidente del CDS tras los malos resultados de su formación en las elecciones municipales y abandonó definitivamente la política. En 1996 se le concedió el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia por su importante contribución a la Transición española a la democracia, de la que se le considera el gran artífice.

Se retiró de la vida pública desde 2003 por haber sido diagnosticado con Alzheimer. Con motivo de la candidatura de su hijo, Adolfo Suárez Illana, a presidente de Castilla-La Mancha por el Partido Popular, Suárez hizo su última aparición pública, en Albacete, para apoyar esta candidatura. Desde entonces no volvió a aparecer públicamente, siendo precisamente su hijo Adolfo quien en el transcurso de una entrevista para el programa “Las cerezas” de Televisión Española del 31 de mayo de 2005, hizo público que el expresidente padecía la enfermedad de Alzheimer desde hacía dos años, por lo que ni siquiera recordaba haber sido presidente del Gobierno y no reconocía a nadie, respondiendo únicamente a estímulos afectivos. Ese mismo año, desde el programa “Protagonistas” de Luis del Olmo se le hizo un homenaje al que se sumaron Adolfo Suárez Illana, Santiago Carrillo y los cuatro siguientes presidentes del Gobierno, emitido en directo por Punto Radio y por las diferentes cadenas de televisión españolas.

El 8 de junio de 2007 y con motivo del trigésimo aniversario de las primeras elecciones democráticas tras la dictadura, el rey Juan Carlos I lo nombró caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro por su importante actuación en la Transición española, el cual le fue entregado el día 16 de julio de 2008. Al no poder asistir por su estado de salud, recogió el premio Adolfo Suárez Illana, que leyó un discurso en nombre de su padre. El 12 de junio de 2009 se abrió al público en Cebreros, el Museo Adolfo Suárez y la Transición dedicado a su figura y a la Transición.

El 21 de marzo de 2014, su hijo Adolfo anunció que el estado de salud de su padre había empeorado debido a una neumonía y que el «desenlace era inminente», dando a conocer que estaba hospitalizado desde hacía unos días. Dos días después el 23, falleció en la clínica Centro de Madrid, a los 81 años de edad. A su capilla ardiente, instalada en el Congreso de los Diputados, acudieron a despedirle grandes personalidades políticas, los reyes, Juan Carlos y Sofía y los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, con su esposa, y los tres expresidentes posteriores a su mandato (excepto Leopoldo Calvo-Sotelo, fallecido en 2008). Acudieron además miles de ciudadanos, llegando a formar colas de más de cinco kilómetros frente a la capilla ardiente instalada en el Palacio de las Cortes.

El 25 de marzo, tras celebrar la misa corpore insepulto, Suárez fue enterrado por su expreso deseo en el claustro de la catedral de Ávila. Junto con sus restos mortales fueron enterrados también los de su esposa Amparo Illana, fallecida de cáncer el 17 de mayo 2001, que hasta ese momento habían permanecido sepultados en la Capilla de Mosén Rubí de Ávila. En su epitafio aparece escrito «La concordia fue posible». Esta misma frase está escrita en la rotonda que se hizo en Alcalá de Henares.
Su funeral de Estado se celebró el 31 de marzo de 2014 en la catedral de la Almudena. La ceremonia fue oficiada por el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y estuvo presidida por los reyes Juan Carlos I y Sofía de Grecia. Destacó la presencia de otras autoridades como los príncipes de Asturias, las más altas autoridades del Estado, además de numerosas personalidades políticas extranjeras entre las que se puede nombrar al jefe de Estado ecuatoguineano Teodoro Obiang, el presidente de la Comisión Europea José Manuel Durão Barroso, así como el primer ministro marroquí Abdelilah Benkirán; los vice primeros ministros de Reino Unido, Nick Clegg, y de Portugal, Paulo Portas, y el vicepresidente argentino, Amado Boudou.

El Ministerio de Fomento aprobó el 24 de marzo una orden ministerial, a propuesta del presidente del Gobierno, para que el aeropuerto de Madrid-Barajas pase a denominarse Adolfo Suárez, Madrid-Barajas. Es el segundo español en dar nombre a un aeropuerto nacional, tras el escritor y poeta Federico García Lorca que da nombre al aeropuerto de Granada. Como reconocimiento a su labor, el monarca le impuso a título póstumo el Collar de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, otorgada por un Consejo de Ministros extraordinario, consiguiendo así las dos máximas condecoraciones de España junto al Toisón de Oro que le fue concedida en 2007 y otorgada en vida al duque un año después. Se trata de la más alta condecoración civil que se otorga en España. El collar, que es su grado más alto, está reservado a los miembros de la familia real española, los jefes de Estado y de Gobierno y los ciudadanos que hayan tenido durante al menos tres años la gran cruz, el segundo grado de la condecoración.

Jaime Mascaró Munar