AMPARO RIVELLES, ACTRIZ ESPAÑOLA Y REINA DE TELENOVELAS MEXICANAS

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María Amparo Rivelles y Ladrón de Guevara, conocida como Amparo Rivelles, fue una de las principales figuras femeninas del teatro y cine español de la posguerra, y en México, reina de las telenovelas mexicanas, donde también logró conseguir popularidad por sus trabajos para televisión y cine.​

María Amparo nació en Madrid el 11 de febrero de 1925, siendo sus padres los artistas Rafael Rivelles y María Fernanda Ladrón de Guevara, que le dieron un hermano, Rafael Jaime, que falleció a los dos meses de nacer. Era nieta de Jaime Rivelles y de Amparo Guillén. Además, fue hermana por parte de madre de Carlos Larrañaga (1937), fruto de la relación de su madre con Pedro Larrañaga Ruiz-Gómez y tía de Amparo Larrañaga y Luis Merlo.

María Fernanda Ladrón de Guevara

La madre de Amparo, María Fernanda Ladrón de Guevara, debutó junto a María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza en el teatro de la Princesa (María Guerrero) el año 1913. Estrenó, por ejemplo, La malquerida, de Benavente. Intervino en grandes comedias como Clitemnestra, La fuerza del mal, El collar de las estrellas, La enemiga o Campo de armiño. Se convirtió rápidamente en primera actriz, contrayendo matrimonio con Rafael Rivelles en 1922. Posteriormente se casaría con el actor y productor Pedro Larrañaga, siendo los padres de Carlos Larrañaga. Con su hermano de madre, Amparo no trabajó más que en la serie Los gozos y las sombras. La saga teatral Larrañaga-Ladrón de Guevara, continua con los sobrinos de Amparo Rivelles, Pedro, Amparo y Luis, hijos de Carlos Larrañaga y María Luisa Merlo.

En 1939, Amparo con solo trece años de edad, inició una carrera interpretativa que se prolongó durante 65 años. Se incorporó profesionalmente a la compañía teatral de su madre (más tarde, en 1951, encabezaría la suya propia, dirigida por Luis Escobar) debutando en La mujer guapa de cuyo estreno siempre recordó que, de los nervios, no logró decir la frase inicial, pero eso no la hizo abandonar las tablas y siguió formándose en la compañía de su madre que la abroncaba constantemente. Un año después, su belleza, dicción perfecta y  elegancia innata la llevaron al cine y debutó con la película Mari Juana, con la que conquistó al público e inmediatamente se convirtió en primera actriz y una de las figuras más taquilleras de la gran productora CIFESA interpretando papeles protagonistas en películas de ambientación histórica  como La leona de Castilla, representando a María Pacheco, La duquesa de Benamejí, El clavo, Eugenia de Montijo, de José López Rubio, o Alba de América, de Juan de Orduña, donde fue la Reina Isabel, así como Alma de Dios (compartiendo créditos con Carlos Larrañaga que era un niño), de Ignacio Farrés Iquino; Malvaloca, de Luis Marquina, con Alfredo Mayo que tenía 40 años y era entonces el galán  más apuesto del cine español; Eloísa está debajo de un almendro, El clavo y La fe, de Rafael Gil, Los ladrones somos gente honrada; que la conducen rápidamente al éxito y el reconocimiento.

Alfredo Mayo

Cerca de 1942, tuvo su primer romance con el actor Alfredo Mayo que quiso casarse con ella pero cinco días antes de darse el “sí quiero” se canceló el enlace. En 1947 representó A puerta cerrada, de Jean-Paul Sartre, con dirección de Luis Escobar y junto a Lola Membrives y Guillermo Marín. Rodó a las órdenes de Orson Welles, en la versión española de Mister Arkadin (1955) y de Tulio Demicheli en La herida luminosa (1956). Nunca contrajo matrimonio y a comienzos de la década de 1950 afrontó en solitario la maternidad de su hija María Fernanda, que le daría dos nietos, de los que Amparo, residente en México, falleció en 1981 con sólo ocho años de edad, a causa de lupus eritematoso. La madre de la niña también falleció en México en 2023.

Su carrera cinematográfica española se cortó de raíz cuando la estrella decidió marcharse a México. En el año 1956 emigró a América para trabajar en la televisión cubana y estableció su residencia durante veinte años en México, donde hizo teatro y rodó muchas películas y famosas telenovelas, muchas de ellas en compañía del actor mexicano Ernesto Alonso.

Teatro Insurgentes de México

En 1957 Amparo fue contratada para representar en el Teatro Insurgentes de México la obra Un cuarto lleno de rosas. Se quedó en aquel país, en un exilio voluntario, durante 22 años. Se convirtió en la reina de las telenovelas (a ella no le gustaba la palabra culebrones) e hizo mucho cine. Si venía a España, era de visita. Las películas que rodó allí — Los hijos del divorcio, Un ángel tuvo la culpa, Los hijos se van , no llegaron a las pantallas de España y las nuevas generaciones crecieron sin conocer a la que había sigo actriz favorita de sus padres y abuelos. Regresó finalmente a España en 1979 para protagonizar, como primera actriz, el montaje de Salvar a los delfines, de Santiago Moncada, siendo ya considerada una de las actrices más prestigiosas del panorama español, mientras su única hija, María Fernanda — de la que nunca reveló el padre — y sus nietos se quedaban en México.

Premio Goya de la Academia de Cine

​Fue como si nunca se hubiera ido, la diva seguía siéndolo y ya no nos abandonó. Encadenó estrenos y obtuvo un éxito espectacular con Hay que deshacer la casa, junto a otra enorme actriz, Lola Cardona. Después protagonizaría la versión cinematográfica. Potenció su carrera teatral y en 1982 la adaptación de Los gozos y las sombras y en 1986 consiguió el Premio Goya a la mejor actriz, y la primera galardonada con el Premio Goya de la Academia de Cine por la película Hay que deshacer la casa, que rodó José Luis García Sánchez a partir de la obra de Sebastián Junyent que Rivelles había representado en múltiples escenarios junto a Lola Cardona.

Teatro Alcázar

Con Esquilache (1989), de Josefina Molina, obtuvo una segunda nominación, esta vez como actriz de reparto.​ En la década de los noventa, de la mano del productor Juanjo Seoane y de los directores Juan Carlos Pérez de la Fuente, José Luis Alonso y Pérez Puig, se aposentó en el teatro Alcázar, confirmándose como la reina de la alta comedia con títulos como Rosas de otoño, El abanico de lady Windermere, La loca de Chaillot, El canto de los cisnes o Los padres terribles.

Para televisión destacó su trabajo en las adaptaciones de dos clásicos literarios: Los gozos y las sombras (1982), con Eusebio Poncela, Charo López y Carlos Larrañaga en los demás papeles principales y La Regenta (1995), de Fernando Méndez-Leite. En 1996 recibió el Premio Nacional de Teatro. Ella fue, con permiso de Nati Mistral, el epílogo a una lista de grandes damas del teatro: Carmen Cobeña, María Guerrero, Irene López Heredia, Amelia de la Torre, Mary Carrillo, Irene Gutiérrez Caba o su propia madre, María Fernanda.


La duda

En 2004 recibió por votación popular el IX Premio Nacional de Teatro Pepe Isbert, que concede por votación la Asociación de Amigos de los Teatros de España (Amite). Con el teatro como eje de su actividad profesional, anunció en este año que la representación de La brisa de la vida, que encabezaba junto a Núria Espert, podría ser su última función, aunque también afirmó que «si encuentro algo que me ilusione, que me apetezca mucho, lo haré, pero si no, ésta puede ser una preciosa despedida».​ Dijo adiós al teatro una tarde de enero de 2006 tras una representación de La duda en Santander, la misma ciudad de su debut en escena, se dirigió al público y le comunicó: “Han asistido a la última representación de Amparo Rivelles”.

La actriz arrastraba graves problemas de movilidad desde unos años antes. No pudo aguantar más y se recluyó en su casa de la calle Flor Baja, al costado de la Gran Vía, y ya solo la vieron sus familiares más íntimos. En su larga vida solo accedió a presentarse con la cara lavada cuando protagonizó para el Clásico, La Celestina. También fue Doctora Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia (2005), siendo la primera actriz en recibir tal honor. A pesar de no haber vivido nunca en Valencia, se sentía muy vinculada a esta ciudad, de la que fue hija adoptiva, ya que en ella estaban sus orígenes.

Premio Nacional Pepe Isbert

Además de los ya citados, le fueron concedidos varios premios: el Nacional de Teatro (1996), el Miguel Mihura, el Lope de Vega, el Ercilla (2003), la medalla de oro de Bellas Artes y el Mayte (1995), el XI Premio Nacional pepe Isbert (2004) o el Quearte – Artes escénicas (2012). Fue ganadora del Fotograma de Plata en el año 1993, con Toda una vida, habiendo sido anteriormente nominada para el premio en el 1982, 1983 y 1985, así como el Premio ACE (Nueva York) a la mejor actriz de televisión en 1980 y ganadora de la Medalla de los escritores cinematográficos de 1947 y la medalla de honor en el 2006. Además, dispone de su Estrella en el Paseo de la Fama de Madrid (2011).

Jacinto Benavente

Hasta su retiro en 2006, intervino en obras de Jacinto Benavente, Enrique Jardiel Poncela, Miguel Mihura, Jean Cocteau, Fernando de Rojas, Jean Giraudoux, Oscar Wilde y Alejandro Casona, entre otros. Entre 1940 y 1999 rodó 59 películas, participó en 28 obras en televisión (1959-1999) y en 25 de teatro entre los años 1930 y el 2006.

El 7 de noviembre de 2013, Amparo Rivelles falleció a los 88 años de edad en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid, a causa de osteoporosis.​ Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas fueron entregadas a sus familiares. El 5 de septiembre de 2024, tras once años enterrada en México, su familia accedió a llevar su urna a descansar a un nicho familiar, el de su abuela Amparo Guillén, dentro del Cementerio del Cabanyal, localizado en Valencia.

Jaime Mascaró Munar

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