Ana de Jesús, beatificada por el Papa Francisco en Bruselas

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Ana de Jesús

La carmelita española Ana de Jesús, acaba de ser beatificada por el Papa Francisco, en su reciente viaje apostólico a Bruselas, reconociendo la extraordinaria labor de quien fuera mano derecha de Santa Teresa de Jesús, gran impulsora de la reforma del Carmelo acometido por la primera Doctora de la Iglesia, por Europa, y difusora de las obras de la Santa de Ávila. Ha tardado casi cinco siglos en llegar tal reconocimiento, para el que el Papa dio el paso definitivo, al reconocer, en diciembre de 2023, un milagro atribuido a la monja.

Ana Lobera Torres nació en Medina del Campo, en 1545. Perdió a su padre a los dos años y a su madre a los siete, quedando al cuidado de una abuela. Desde el primer momento, destacó por su inteligencia y belleza, apreciada esta última por sus muchos pretendientes, sobre todo, a partir de su mudanza a Plasencia, a la edad de quince años. Sin embargo, aquellos perdieron toda esperanza cuando, en agosto de 1570, decidió tomar los hábitos.

Convento de San José, de Ávila,

Ingresa en el Convento de San José, de Ávila, el primer monasterio fundada por Santa Teresa de Jesús, con quien rápido forjaría una estrecha relación, hasta el punto que la santa abulense llegó a referirse a ella como “la capitana de las prioras”.

En 1575, Ana de Jesús acompañó a Santa Teresa en la primera fundación en Beas, Andalucía, donde empezó a forjarse su amistad con san Juan de la Cruz, quien le dedicaría su principal cumbre, “Cántico Espiritual”, reconociendo su gran valía espiritual. Con este, fundó el Carmelo de Granada, y más adelante, consiguió fundar otro en Madrid, que se le había resistido a la reformadora del Carmelo. También trató de cerca al padre Jerónimo Gracián, director espiritual de Santa Teresa y primer provincial de los carmelitas descalzos.

Santa Teresa de Jesús

Acompañó a Santa Teresa de Jesús, hasta su muerte, en 1582, asumiendo desde entonces la tarea de rescatar y difundir los escritos de su mentora, confiando su edición a su amigo fray Luis de León, quien también la elogiaría en la dedicatoria de sus propios trabajos. Asimismo, dio consejos sobre cómo traducir el castellano de Santa Teresa a otras lenguas.

También asumió la misión de difundir la reforma teresiana fuera de la Península Ibérica, guiada por el fuerte espíritu de su mentora. Así, lideró en 1603, la fundación de carmelos en Francia (París, Pontoise, Amiens y Dijon, en esta ciudad contrajo la peste, de la que curó milagrosamente al contacto de un velo de Santa Teresa); más tarde, en 1606, en el Flandes español (Bruselas, Lovaina y Mons), gobernada entonces por la hija del Rey Felipe II y amiga suya, Isabel Clara Eugenia, y promovió la creación de los carmelos de la polaca Cracovia y Amberes (Flandes).  

Papa Sixto V

Antes, en 1588, Ana de Jesús y la también carmelita María de San José, escribieron al Papa Sixto V, aprovechando sus contactos en la Corte, un breve para que se respetara la Constitución teresiana original. El Pontífice ratificó, en 1590, las Constituciones de Alcalá mediante el breve Salvatoris.

Sin embargo, esta iniciativa despertó recelos en el Carmelo Descalzo, siendo objeto ambas religiosas de difamación, y siendo destituida Ana de Jesús como priora del convento de Madrid. Entonces, se trasladó a Salamanca, donde se desempeñó como priora, hasta 1599. En esa época, nuestra protagonista no contaba ya con el amparo de San Juan de la Cruz, quien había fallecido en 1591.

Cartas de Ana de Jesús

Con gran pesar, hubo de quemar, por orden de Santa Teresa de Jesús, las cartas que de ella recibió, no así las copias de las 53 cartas que ella misma escribió, entre 1590 y 1621, y que han llegado hasta nosotros, siendo muy apreciadas por los historiadores, al transcribir fielmente su correspondencia con las numerosas y grandes personalidades con las que trató en vida.

Tras siete años de terrible enfermedad, que la dejó prácticamente paralítica, murió en el Carmelo fundado por ella en Bruselas, en 1621, iniciándose inmediatamente su beatificación, que culmina ahora, tras su parón, en 1642, retomada en 1872, y finalmente concluida ahora, gracias al decidido impulso del Papa Francisco.

Jesús Caraballo

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