FERNANDO VILLAAMIL FERNÁNDEZ-CASTRO Y EL PRIMER DESTRUCTOR DE LA HISTORIA

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Fernando Villaamil Fernández-Cueto

Fernando Villaamil Fernández-Cueto fue un marino militar español, famoso por su profesionalidad y rigor, por ser el diseñador del primer destructor de la historia, por estar al mando de la primera vuelta al mundo a vela de un buque-escuela español y por su heroica muerte en la batalla naval de Santiago de Cuba, en el Desastre de 1898.

Fernando nació el 23 de noviembre de 1845 en la casa solariega de su apellido, en la parroquia de Serantes perteneciente entonces al Concejo de Castropol y actualmente al de Tapia de Casariego, y a escasa distancia del Mar Cantábrico. Fue el tercero de los hijos de Fermín Villaamil Cancio  y María del Rosario Fernández-Cueto y Roza. Fue bautizado en la iglesia de San Andrés de Serantes el 24 de noviembre de 1845 como Fernando Crisógono. Pasó su infancia en Serantes, donde inició sus primeros estudios en la escuela parroquial. Sus amigos de la infancia le describían como un niño estudioso y algo huraño. Más adelante se trasladó a Oviedo con su padre para iniciar los estudios de segunda enseñanza.

Villa de Madrid

Estudió náutica y matemáticas en Ribadeo, Oviedo y Madrid, logrando ingresar, El 1 de julio de 1861, con sólo 16 años, en el Colegio Naval de San Fernando de la Armada, dando con ello comienzo a su carrera como marino. El 20 de junio de 1862 asciende a guardia marina de 2ª, y embarca en la fragata Esperanza y, luego, en los navíos Isabel II y Francisco de Asís, dando comienzo sus navegaciones por las costas de España y Portugal. El 2 de noviembre de 1863 es destinado a la fragata Villa de Madrid. En este buque parte para Cuba, fondeando en el puerto de La Habana. Allí pide ir como voluntario a la división que opera en Santo Domingo, y va de transporte en el vapor Velasco para embarcar en el vapor Isabel la Católica el 8 de febrero de 1864, con el que navega por las costas de Santo Domingo, Cuba y Puerto Rico y asiste a varias operaciones de guerra. En Santo Domingo recibe el bautismo de fuego, y el 24 de junio de 1865 pasa a ser guardia marina de 1ª clase.

Francisco de Asis

El 4 de julio de 1864 parte desde La Habana en el vapor Isabel la Católica, llegando a Ferrol el 12 de agosto. Al poco, embarca en el Francisco de Asís y hace algunas navegaciones por la costa de España antes de pasar a la Villa de Bilbao y de nuevo volver al Francisco de Asís, para salir otra vez para Cuba, el 7 de octubre de 1865, y fondear en el puerto de La Habana el día 31. Allí continúa navegando por las Antillas, tocando Cuba, Monte-Cristo y Matanzas. El 10 de octubre de 1866 se le concede la Cruz de Marina de Diadema Real por su comportamiento.

Vapor Pizarro

Destinado a la fragata Cortés, parte para la Península haciendo guardias de oficial. El 1 de junio de 1866, ya en Cádiz, pasa a la fragata Esperanza y luego, a la Tetuán, con la que hace un viaje a Vigo y otro a La Habana, donde transborda al vapor Pizarro, en el que volvió a la Península, fondeando en Ferrol, el 24 de abril de 1867. En mayo viaja a Cádiz de transporte en el vapor San Quintín y allí se traslada a la urca Santa María y se examina para ascender a oficial. Toma posesión como alférez de navío el 23 de junio de 1867.

Es destinado en Filipinas y parte para Manila embarcado en la goleta Wad Ras. Navega por el archipiélago en labores de vigilancia de costas y reconocimiento de canales en la goleta Valiente (1869), en el vapor Marqués de la Victoria (1870) y en el vapor Patiño (1870). Hasta que se le da el mando del cañonero Bojeador (1870), una embarcación poco más grande que una lancha. Luego manda el Arayat (1871), cañonero destinado a la División del Sur, a la escuadra que a fines de 1871 opera en aguas de Joló. Sale con su cañonero hacia la costa norte de Mindanao para impedir el paso de los piratas. Luego vuelve a las aguas de partida para ayudar al bloqueo de los puertos de Parang, Boal y Joló. Después de la campaña de Joló, asciende a teniente de navío, el 5 de abril de 1872, y se le concede la Cruz Roja de 1ª clase por su comportamiento. Embarca sucesivamente en la fragata Berenguela y el vapor Patiño, y en la corbeta Circe como segundo comandante y oficial de derrota.

Escuela Naval Flotante fragata Asturias

Regresó a la Península el 12 de enero de 1874 para hacerse cargo del destino de profesor en la Escuela Naval Flotante en la fragata Asturias, fondeada en el arsenal de El Ferrol y que pasó de ser barco de guerra a buque-escuela donde se formaban los mejores marinos y navegantes. El ambiente político en España sigue revuelto, de tal modo que la fragata donde regresa viene con la tripulación sublevada. Cuatro meses de licencia es el premio a los seis años de lucha, y los pasa íntegramente en Madrid. Luego sale para Ferrol a tomar posesión del citado destino de profesor, el 30 de junio de 1874, que desempeña hasta que se le destina a la isla de Cuba, el 20 de julio de 1878.

En 1876 se había casado en Cambre con Julia Cancio Villota, hija de Mariano Cancio Villaamil, con quien tuvo una única hija, Rosario Villaamil Cancio; casada a su vez con Carlos Pérez Acebal, quienes tuvieron a su vez una única hija: Carmen Pérez Villaamil.

Partido Demócrata Progresista.

En 1881 se presentó a las elecciones a diputado a Cortes por la circunscripción de Castropol por el Partido Demócrata Progresista. No logró ser elegido tras un cúmulo de trampas y desafueros de sus adversarios, o más bien, decidió retirar su candidatura en protesta por estas irregularidades. Fue sustituido por Eugenio Montero Ríos, que fue el realmente derrotado en las elecciones que tuvieron lugar el 21 de agosto.

Con motivo del santo del Rey, obtiene la Cruz del Mérito Naval de 1ª clase con distintivo blanco (1882), y el 5 de abril de ese año asciende a teniente de navío de 1ª clase (capitán de corbeta). El 14 de agosto de 1882 toma el mando del cañonero Eulalia, todavía en construcción en Ferrol, y, una vez entregado a la Armada, se traslada con él a Sevilla, donde está la reina Isabel II, y se pone a sus órdenes. La reina y su hija, la infanta Eulalia, van frecuentemente a bordo, utilizando el barco para dar largos paseos por el Guadalquivir.

En aquel tiempo era preocupación de las marinas la neutralización de la amenaza que presentaban los barcos torpederos, por lo que se empezó a trabajar en el diseño de buques rápidos que pudieran destruirlos. En la década de los 1880 se comenzaron a construir los primeros buques contratorpederos, casi siempre en el Reino Unido. Fernando Villaamil, que estaba muy a la cabeza en cuanto a tecnología naval, tuvo en cuenta estas ideas y desarrollos cuando, por encargo del ministro de Marina, diseñó un proyecto y solicitó a varios astilleros británicos propuestas de construcción de un nuevo buque contratorpedero.

Destructor

En 1885 fue elegida la presentada por los astilleros de James & George Thomson de Clydebank (Escocia) y el nuevo buque, bautizado Destructor fue entregado formalmente a la Armada española el 19 de enero de 1887 en medio de la expectación de todos los medios náuticos europeos y tomando el mando el propio Fernando Villaamil. Cinco días más tarde, el barco, que en las pruebas en mar había alcanzado una velocidad de 22,5 nudos, zarpó de Falmouth para España. Menos de 24 horas después, el Destructor estaba frente a la costa gallega, habiendo hecho una media de 18 nudos a través de una mar muy mala. En un solo día, pues, todas las dudas sobre las cualidades marineras del nuevo barco quedaron despejadas para siempre, y Villaamil pudo sentirse plenamente orgulloso de su creación.​

Fernando Villaamil propugnaba que los alumnos de la Armada Española recibiesen parte de su formación en buques a vela y empleando las maneras tradicionales de navegar. Mientras estaba comisionado en Inglaterra con el encargo de diseñar, contratar y supervisar la construcción del Destructor, se le encomendó también la adquisición de un buque que reuniera las características adecuadas para cumplir la misión de buque escuela. En 1886 Fernando Villaamil compró por 60.000 pesetas el viejo clíper Carrick Castle, construido por los talleres de John Elder en 1866.

En 5 abril de 1888, Villaamil zarpa de Ferrol a bordo del Destructor, rumbo a Cartagena, al mando de una flotilla compuesta por los torpederos de alta mar Habana, Ariete, Azor, Halcón y Rayo. Al doblar Finisterre, y en pleno temporal, estallan las calderas del Habana. Villaamil organiza el salvamento de la dotación superviviente y del propio buque siniestrado, operación que resulta un éxito. Con motivo de estos hechos es propuesto para la Cruz Laureada, pero al no haberse presentado la documentación dentro de los plazos reglamentarios, el expediente es archivado.


corbeta Nautilus

En julio de 1889 ascendió a capitán de fragata, pasando el siguiente año 1890 destinado al mando de la fragata Almansa con base en Ferrol. En 1891 Antonio Maura requirió la colaboración de Villaamil para preparar su campaña parlamentaria sobre la Armada. En 1892, Villaamil logró que el ministerio de Marina aprobara, dentro de las celebraciones del IV centenario del descubrimiento de América, un proyecto largamente propugnado por él: un viaje de circunnavegación a vela, como aprendizaje de los guardiamarinas de la Armada. El 30 de noviembre, la corbeta Nautilus dejaba Ferrol con Villaamil al mando para dar la vuelta al mundo con una tripulación en la que eran mayoría los gallegos y asturianos, provistos de gaitas para endulzar la larga ausencia. Las Palmas, Bahía, Ciudad del Cabo, Puerto Adelaida, Sídney, Port Lyttelton, Valparaíso, Montevideo, San Juan de Puerto Rico, Nueva York, Plymouth y Brest fueron las principales escalas de aquel crucero, que terminó un radiante domingo día del Carmen de 1894 en La Concha de San Sebastián.

La vuelta al mundo con la Nautilus incrementó aún más la popularidad de Villaamil, a lo que contribuyó la publicación por su parte de la historia del viaje en un libro, «Viaje de circunnavegación de la corbeta Nautilus», en el que relataba los acontecimientos de la navegación junto con sus reflexiones, principalmente sociales y económicas, sobre todo lo visto en las tierras visitadas. Una vez terminada la vuelta al mundo, el 6 de agosto de 1894 navegó con la Nautilus desde San Sebastián a El Ferrol pasando frente a Serantes y la casa solariega de Villaamil en la que nació y se crió.

acorazado Maine

El 15 de febrero explotó en el puerto de La Habana el acorazado Maine de Estados Unidos, que se hallaba en Cuba en una visita antidiplomática de provocación que no había sido anunciada previamente. La explosión fue provocada deliberadamente por sus propios tripulantes, que se encontraban en tierra en una fiesta ofrecida por los españoles a pesar del bloqueo naval y del insultante comportamiento estadounidense. Estados Unidos acusó a España de la explosión y casi de inmediato declaró la guerra con efectos retroactivos al comienzo del bloqueo. Las tropas de Estados Unidos rápidamente arribaron a Cuba.

desastre de Cavite

El 1 de mayo, la flota del Pacífico de Estados Unidos se enfrentó en batalla naval a la flota española de Filipinas. En aquel momento muy pocos creían que un país como Estados Unidos, que hasta aquel momento no había tenido Armada ni había librado nunca una guerra fuera de sus fronteras, pudiese derrotar a la Armada Española, considerada una de las mejores del mundo. Sin embargo, el elemento sorpresa, las naves nuevas y los planes específicos previamente organizados favorecieron a los Estados Unidos, la escuadra española de Filipinas fue totalmente destruida en el llamado desastre de Cavite.

Pascual Cervera Topete

En España se decidió el envío a Cuba de otra flota de la Armada, al mando del almirante Pascual Cervera Topete. La flota estaba formada por los cruceros acorazados Cristóbal Colón, Infanta María Teresa, Vizcaya y Almirante Oquendo, así como tres contratorpederos o destructores: Terror, Furor y Plutón. El Terror tuvo que quedar en Puerto Rico por una avería. Villaamil decidió unirse a la flota de Cervera al mando de la escuadrilla de cazatorpederos o destructores, formada por el Furor, el Terror y el Plutón. Fernando Villaamil estaba considerado uno de los mejores expertos mundiales en este tipo de barcos, creados por él mismo.

Estados Unidos, por su parte, envió dos flotas a Cuba bajo el mando del almirante Sampson. En su conjunto, ambas flotas eran claramente superiores militarmente a la española. El almirante Cervera, Fernando Villaamil y muchos marinos españoles eran plenamente conscientes de que se enfrentarían a un enemigo claramente superior, con el consiguiente sacrificio inútil de las fuerzas navales españolas y las vidas de cientos de hombres. Parece ser que Villaamil propuso realizar incursiones rápidas con sus ágiles y veloces destructores, atacando puertos de la costa Este de los Estados Unidos (Nueva Orleans, Miami, Charleston, Nueva York o Boston) para forzar así a gran parte de la escuadra estadounidense a volver para defender sus propias costas. Pero estos planes no fueron ejecutados, tal vez por la oposición del almirante Cervera, que optó porque todos los buques permaneciesen en el puerto de Santiago de Cuba que pasó de ser un refugio para la flota española, a convertirse en una auténtica ratonera, ya que la estrecha bocana del puerto solo permitía a los barcos salir de uno en uno, mientras toda la flota estadounidense esperaba fuera.

capitán general Ramón Blanco y Erenas

Esta situación se mantuvo hasta que el 2 de julio de 1898 el capitán general Ramón Blanco y Erenas ordenó a Cervera abandonar el puerto ante la inminente ocupación de la ciudad por las fuerzas terrestres americanas y el consiguiente peligro de, pues probablemente una salida nocturna o en un día de mal tiempo hubiese sido más adecuada. Captura de los barcos. Cervera decidió salir a primeras horas del día siguiente, el 3 de julio, navegando hacia el oeste y pegado a la costa para salvar el mayor número de vidas posibles. Esta decisión era, militarmente hablando, la peor de todas las posibles.

Los últimos barcos en abandonar el puerto fueron los pequeños y rápidos destructores de Villaamil, Furor y Plutón, que se hundieron rápidamente tras ser alcanzados por el potente fuego de la flota estadounidense. Se cree que Villaamil habría muerto intentando subir a la torreta del cañón de proa del destructor Furor para disparar contra los estadounidenses.

Monumento en Castropol

Los grandes cruceros, tras ser alcanzados por el fuego enemigo, aguantaban bastante tiempo a flote antes de hundirse. Todos ellos se dirigieron hacia la costa para embarrancar, por lo que todos sus mandos y muchos de sus oficiales y marineros sobrevivieron a la batalla. Por el contrario, los pequeños destructores se hundieron poco después de ser alcanzados. Fallecieron la práctica totalidad de sus tripulantes, incluido Villaamil, que de este modo fue el militar de mayor graduación caído en la batalla. Los cadáveres de Fernando Villaamil y de la mayoría de los tripulantes de su barco nunca fueron recuperados. En julio de 1911 se inauguró en Castropol un notable monumento a la memoria de Villaamil, obra del escultor Cipriano Folgueras y cuya inscripción había sido redactada por Menéndez y Pelayo. El monumento se erigió por suscripción popular encabezada por la Reina Regente doña María Cristina.

Jaime Mascaró Munar

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