JULIÁN ROMERO, LEYENDA DE LOS TERCIOS DE FLANDES

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Julián Romero y su santo patrono. Greco

Julián Romero de Ibarrola fue un militar español del siglo XVI que alcanzó el grado de maestre de campo, fue caballero de Santiago y miembro del Consejo de Guerra en Flandes. Se trata de uno de los más míticos y carismáticos soldados de Flandes de todo el siglo XVI, una de las pocas personas de origen humilde que inició su carrera de soldado siendo el mozo del tambor, y alcanzó al final de esta el máximo empleo reservado en la milicia “maestre de campo” de los Tercios de Flandes. Su trayectoria militar es la de un soldado que no se perdió ni una sola de todas las batallas.

Hijo de Pedro de Ibarrola, hidalgo maestro de obras natural de Puebla de Aulestia en Vizcaya y de Juana Romero, natural de Huélamo, nació en el año 1518 en Torrejoncillo del Rey (Cuenca). Procedía de la casa mayor de Ibarrola de Murelaga, en Vizcaya, fundada en 1404, por Juan Ochoa de Olaeta y adoptó el apellido materno. En 1534, a la edad de 15 o 16 años, partió de Torrejoncillo con unos soldados de los Tercios que habían de embarcarse tras recibir instrucción en los Tercios de Italia, para la Jornada de Túnez organizada por el emperador Carlos V, haciéndose popular años más tarde que había servido allí como mozo del atambor, del soldado que toca dicho instrumento y de mochilero.

¡Mentís

vos, y vos, y quien creyó

que yo fui tamborinero!

Mozo de atambor sí fui,

y soy también caballero,

y agora verás aquí

quién es Julián Romero.​

Asedio de Saint-Dizier

Durante unos años sirvió como soldado en Italia y solo se vuelve a tener noticia de él cuando regresaban las tropas por mar tras el asedio de Saint-Dizier en 1544 recién licenciadas y tomaron tierra en Dover y después en Plymouth, donde pasaron al servicio del rey Enrique VIII de Inglaterra​ como mercenarios.​

En 1545, Enrique VIII se enfrentó a los rebeldes escoceses. Carlos I, aliado del rey de Inglaterra, acudió en su ayuda con sus Tercios. Con Pedro de Gamboa como maestro de campo, los soldados españoles entre ellos Julián Romero acudieron a la frontera de Escocia en 1545, sin embargo, la guerra con la Corona francesa hizo que se trasladaran prontamente al territorio que la Corona inglesa tenía en Francia y se alojasen en el campamento que los ingleses tenían en el puerto de Calais. Desde allí participarán en diversos encuentros que contra las tropas de Francisco I de Francia hubo en la zona de Boulogne-sur-Mer y Ardres, hoy en la región de Norte-Paso de Calais, hasta que se firmó la paz entre ambos monarcas el 7 de junio de 1546.

Su nombre destacó y alcanzó mayor brillo en 1546 tras participar en un duelo en nombre de su entonces maestre de campo. El combate fue contra otro español, el capitán Antonio Mora, al servicio del rey francés; se celebró con gran expectación en Fontainebleau en presencia de Francisco I y su delfín, saliendo victorioso Julián Romero después de una prolongada lucha. El rey inglés, Enrique VIII, le recompensó armándole caballero con derecho a blasón y feudo «Sir» y le nombró capitán.

En Escocia, tuvo una brillante actuación en la batalla de Pinkie Cleugh, el 10 de septiembre de 1547, a orillas del rio Esk, destacando como capitán de un regimiento, que fue catastrófica sin embargo la actuación de los escoceses, quienes la llamaron “Sábado negro” al dejarse casi 15 000 muertos y 2000 prisioneros, Romero recibió la distinción de knight banneret, como caballero que sirve bajo su propia bandera y en 1549 es nombrado maestre de campo en sustitución de Gamboa.

Batalla de Gemmingen

En 1551 decidió rechazar el «status» alcanzado a razón de la situación de enconamiento entre Inglaterra y España por motivos religiosos, Julián deseaba volver al servicio de su emperador. Tras la caída en desgracia de William Paget, la mayoría de soldados españoles que se hallaban en Gran Bretaña pasaron a Flandes y allí Romero se integró en las tropas del Emperador Carlos V, reconociéndosele el grado de capitán alcanzado por sus servicios en Inglaterra. En este mismo año, junto al también famoso militar Sancho de Londoño, dirigió las fuerzas españolas que vencieron a las francesas en la batalla de Gemmingen. Pese a que los españoles se encontraban en inferioridad numérica frente a los franceses, vencieron con 500 arcabuceros y 300 mosqueteros. Fue quien ideó las «Encamisadas», auténticas operaciones especiales nocturnas.

Felipe II y María Tudor

Julián Romero se hallaba en Gante en 1552 cuando defendió las tierras del Principado de Lieja. En 1554 participó en la campaña de Picardia, hallándose en la defensa de Dinant; fue hecho prisionero por los franceses después de que capturaran la plaza, pero consiguió salir al cabo de dos años, canjeado de nuevo por otros prisioneros. Por su experiencia y alto grado de pericia en el conocimiento de nuestro entonces mayor rival que fue Inglaterra, recibió la importante misión de proteger al Príncipe de Asturias, Felipe II, en su visita para contraer nupcias con María Tudor, frustrando un atentado contra el príncipe, matando en el lance a cinco adversarios.

En la batalla de San Quintín 1557, tuvo una actuación destacada –su compañía capturó al Conde de Coligny, líder de los hugonotes–, donde le fue amputada una pierna tras ser herido por una bala de mosquete. En 1558, Felipe II le concedió el hábito de la Orden de Santiago y Maestre de Infantería. Poco más tarde participó en la Batalla de Gravelinas al mando de una compañía de arcabuceros.

Paz de Cateau-Cambrésis

En 1559 era castellano de Damvillers y asimismo se le hizo castellano de Douai. Establecida con la Corona francesa la Paz de Cateau-Cambrésis, se produjo la repatriación de las tropas españolas residentes en Flandes, partiendo el 10 de enero de 1561 desde Zelanda. En abril de 1561, se hallaba en Málaga para embarcarse con tres compañías para reforzar la guarnición de La Goleta, a donde llegó a finales de mayo. En septiembre de ese mismo año pidió el traslado a Felipe II, regresando a España en 1562, donde visitó a sus parientes maternos en Torrejoncillo. Después, marchó a Madrid.

Cuando en el año 1565 Malta fue asediada por los turcos, Felipe II envió los tercios de Italia en su socorro y entre ellos se hallaba Julián Romero, cuya compañía se hallaba guardando Siracusa, con rango de capitán. A causa del fallecimiento de Melchor de Robles en septiembre, Romero lo sustituyó en el cargo de maestre de campo del Tercio de Sicilia.


Asedio de Mons

En 1567 estalló el motín de Flandes y el Duque de Alba, al frente de cuatro tercios recorrió el Camino Español en socorro de la guarnición de Flandes. El duque de Alba le ordenó que lo acompañase para contener una rebelión en los Países Bajos encabezada por Guillermo de Orange, y creó para el cargo de Sargento Mayor General del Ejército. Así, Julián Romero marchó a Flandes encabezando el Tercio de Sicilia y participando en diversas acciones en los primeros años de la guerra de los Ochenta Años, como la Batalla de Gemmingen, en los que mostró su valerosa instrucción bélica en acciones muy destacadas: fue herido en un brazo en el asedio a Mons por un tiro de arcabuz; perdió un ojo en la toma de Haarlem, un importante núcleo protestante; apaciguó un motín de las tropas españolas en Utrech, socorrió a Sancho Dávila en el cerco de Amberes, y más tarde, sus tropas protagonizaron el terrible saco de Amberes.

En otoño de 1569 regresó licenciado a España y allí estuvo residiendo una temporada. Contrajo matrimonio con María Gaytán, hija de un capitán del ejército, de los Gaytán de Ayala, con la que tuvo una única hija, Francisca Romero, bautizada en mayo de 1571. En Flandes había tenido, al menos, tres hijos ilegítimos, un joven, que murió siendo soldado en 1574, una hija llamada Juliana Romero (casada con el capitán Francisco del Arco Torralba), y un hijo llamado Pedro de Ibarrola.

Encamisada

En el año 1572 partió desde Laredo con el IV Duque de Medinaceli y 6 compañías de infantes bisoños que llegaron a Ostende en junio de 1572. Romero participó en el asedio de Mons y perdió un brazo al ser herido por un tiro de arcabuz; dirigió una encamisada en el campamento de Guillermo de Orange. En agosto de 1572, Julián Romero fue designado por Felipe II miembro del Consejo de Guerra en Flandes, destacando en esta labor en el periodo comprendido entre la muerte de Luis de Requesens, y la llegada de Juan de Austria como nuevo gobernador de los Países Bajos. Tras 43 años de servicio, de ellos nueve años de guerra en Flandes, Julián solicitó al rey que le concediese una «castellanía», título que le hubiese servido para volver con su familia, pero no le fue concedida.

A finales de este mismo año participó en el asedio de Haarlem y perdió un ojo también por herida de arcabuz. Recuperado rápidamente, continuó en el asedio hasta que plaza capituló en julio de 1573. Tras el asedio, tuvo que lidiar con el amotinamiento de las tropas españolas, sublevadas por el atraso acumulado de las pagas, viendo amenazada su propia vida. En ese mismo año se halló en el asedio de Alkmaar.

Luis de Requesens

En 1574, Luis de Requesens le encargó socorrer con una armada de bajeles a las tropas cercadas en Middelburg y tuvo que llegar a la costa a nado al perder su nave. En ese mismo año participó además en la Batalla de Mook y luego acudió al asedio de Leiden. Reducido su tercio a 12 compañías por la comisión de reforma de Requesens, y viéndose cansado y mutilado, con su familia en España, y apreciando que no se reconocían adecuadamente sus méritos, dio aviso al gobernador de los Países Bajos de que renunciaría a su cargo, aunque continuó sin embargo en el mismo hasta el final del conflicto. En 1575 participó en el asedio a Zierikzee, prolongado hasta junio de 1576 y, tras unirse a los soldados amotinados en Aalst, trabajó en el socorro a las tropas españolas cercadas en Amberes.

Tras el Edicto perpetuo de 1577, las tropas españolas se vieron obligadas a abandonar los Países Bajos y fueron conducidas a Italia. Se alojaron en Liguria y se les ordenó embarcarse para España en junio de ese año. Julián Romero fue nombrado castellano de Cremona; pero don Juan de Austria solicitó después el regreso de los tercios y a Julián Romero se le encargó que dirigiera a las tropas que debían marchar desde Italia a Flandes con rango de Maestre de Campo General. Al mando de seis mil hombres Julián Romero salió de Alessandria al amanecer del día 13 de octubre de 1577. A pesar de su edad, de su cuerpo mutilado y sus muchas cicatrices, fue lleno de entusiasmo a cumplir una vez más la misión encomendada. Tras una hora de camino habiendo recorrido cerca de dos leguas, en el trayecto entre Alessandria della Paglia y Solero le sorprendió la muerte mientras conducía a caballo, al frente de todo su ejército, camino de Flandes, «cuando de repente, besó el suelo, fulminado» (debido probablemente a una angina de pecho) muriendo como había vivido, como un soldado.​

Julián Romero

Tenía 59 años y había perdido un ojo, una pierna, un brazo, tres hermanos y un hijo en combate, viviendo como militar toda su vida. Sus restos descansan en la iglesia de San Jaime de la Victoria en Alessandria. Dejó a su viuda una deuda de 8.000 ducados, pues cuando las tropas españolas de Utrecht se amotinaron por causa de la falta de avituallamiento y al no recibir sus soldadas (salarios), Julián Romero mediando en el asunto consiguió que nuestros veteranos se apaciguasen y cobraran, ya que Julián estuvo pagando los sueldos de sus hombres desde aquel momento.

 A Julián Romero, conocido también por “el Medio Hombre” o “el de las Hazañas” al igual que a Blas de Lezo, se le consideró uno de los más célebres y emblemáticos soldados de su época. En cualquier otro país habría sido un héroe, se le habrían erigido monumentos, dedicado obras literarias y quizás fuese el protagonista de guiones cinematográficos, pero no nos engañemos, nada de esto ha sucedido, y de seguro pocos presuman a distinguir su paso tan excepcional como brillante a través de las más fértiles páginas escritas de nuestra historia.

Julián Romero fue nombrado comendador de la Orden de Santiago y pintado por El Greco por encargo de la hija del militar, Francisca Romero, para colgarse en sala del capítulo del Convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid, del cual doña Francisca fue fundadora (dicho cuadro se conserva en el Museo del Prado), e inmortalizado por Luís Roibal Tejedor.

Lope de Vega, autor teatral, compuso una comedia basada en la figura del personaje, que fue publicada por la Real Academia de la Historia en 1916, en el Volumen VII de las obras de Lope de Vega. Pierre de Bourdeille, señor de Brantôme, quien conoció personalmente a Julián Romero durante la estancia de ambos en Mesina en 1566, le dedicó algunos pasajes en sus obras. Michel de Montaigne menciona a Julián Romero en sus Essais y además, el poeta Diego Jiménez de Ayllón, en su ciclo dedicado a los soldados más destacados de su época, compuso para Romero un soneto. El dramaturgo dieciochesco José de Cañizares tomó su vida como inspiración para su comedia Ponerse hábito sin pruebas y el valor como ha de ser, el guapo Julián Romero (1739).​

Arturo Pérez Reverte se basa en este personaje histórico para el protagonista de su obra El Capitán Alatriste y José Javier Esparza ha iniciado la serie de novelas «Memorias del maestre de campo de los tercios Julián Romero», de las que hasta el momento se han publicado San Quintín, y El tercio que nunca existió: Gloria y tragedia de los soldados españoles en Escocia.

En Flandes valiente he luchado

en Flandes con honra y valor.

A la cruz de Borgoña he jurado

en su sombra morir con honor.

Cántico de los tercios

Jaime Mascaró

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