Lorenzo Hervás y Panduro nació en 1749, en un pequeño pueblo, Horcajo de Santiago, de la provincia de Cuenca, y murió en 1809, en Roma. Sus padres eran agricultores y él, muy joven, decide ingresar en un seminario jesuita.
Recibió una profunda formación en diversos ámbitos, una formación universal que le llevó a dedicarse a la arquitectura, la medicina, la filología y la astronomía. A los 25 años se ordena sacerdote y le envían a la provincia de Cuenca para ser párroco.
Poco después la Orden Jesuita lo envía a América. Allí conoce varias lenguas indígenas y comienza a enamorarse por la lingüística. Escribirá “Visión del Universo”, una enciclopedia de 21 volúmenes, con 5 de ellos dedicados a la lingüística.
En Roma, conocería la Escuela de Sordomudos y le inspiraría en su famoso libro “Escuela española de sordomudos”. Se trata de un trabajo histórico porque revisaría la educación que se ofrecía a los sordos en España y cambiaría por completo la concepción que de ellos se tenía.
Realizó dos aportaciones claves. Mostró que el lenguaje de los sordos tenía ideas gramaticales. Compararía el “lenguaje de los Sordomudos” con diferentes lenguas del mundo y mostraría los roles semánticos y su similitud en cuanto a esquemas universales y estructuras lingüísticas. Lorenzo Hervás y Panduro no creó el lenguaje de los Sordomudos, pero sí le dio categoría científica e hizo que fuera tomado como una lengua más.
Además, propuso diferenciar entre la sordera y la mudez. En su estudio explica que quienes pierden el sentido del oído tras haber aprendido a hablar no están en igualdad de condiciones de aquellos que nunca desarrollaron la lengua oral.
Se trata de una vital argumentación puesto que muchos “mudos” se encontraban en condición de aislamiento social y esta condición era debida a la sordera. Por eso Hervás y Panduro proponía llamarles como “Sordomudos” y exigiría que quienes se dedicaran a su educación dominaran el lenguaje de “señas”.
Todo un adelanto para un tipo de educación que apenas se daba en la España del siglo XVIII.
Jesús Caraballo