El pasado 13 de febrero, se inauguró en la madrileña plaza del Conde Valle de Súchil, al comienzo de los jardines del Almirante Pascual Cervera, en pleno distrito de Chamberí, un monumento levantado por suscripción popular a «Los últimos de Filipinas», los héroes de la iglesia de Baler, en la isla de Luzón. Apenas un puñado de 50 soldados, resistieron durante 337 días, en inferioridad de condiciones y totalmente aislados a los insurrectos filipinos del Katipunan.
El sitio duró desde el 1 de junio de 1898 hasta el 2 de junio de 1899. Es decir, se acaban de cumplir 120 años de ese hecho. Para cuando los héroes de Baler depusieron las armas, España se había visto forzada por la potencia colonialista de Estados Unidos a firmar el Tratado de Paz de París (diciembre de 1898), por el que España cedía al país americano la posesión del archipiélago filipino. Pese a dicho Tratado, el teniente Martín Cerezo, al mando del destacamento tras la muerte del comandante del puesto, el capitán de las Morenas, se negó insistentemente a reconocer que España se hubiera rendido, creyendo que era una artimaña de los rebeldes filipinos para hacerles entregar la plaza.
Ni siquiera el teniente coronel Aguilar, enviado por el gobernador español para hacerles entrar en razón y que rindieran la plaza, puesto que ya se había firmado la paz, logró convencer a los sitiados. Sólo la lectura de algunos periódicos llegados de la metrópoli dejados por dicho oficial en la iglesia de Baler, y que recogían el ascenso de un oficial compañero de promoción de Martín Cerezo, convenció a éste de la realidad y consecuentemente a obedecer las órdenes de sus superiores.
El exhausto destacamento salió por fin de los restos de la iglesia de Baler, con las tropas insurrectas rindiéndoles honores – admirados del extraordinario valor de los españoles-, y portando sus armas, que no tuvieron que rendir al enemigo.
Para los filipinos, que liderados por Aguinaldo, al frente de la sociedad secreta Katipunan, habían iniciado la insurrección para lograr su independencia en 1896, cayeron en las arteras manos de los yankees. Tras una precaria paz y el exilio de los líderes rebeldes en Hong Kong, volvió a reiniciarse la guerra, esta vez con el apoyo de Estados Unidos, que utilizó el hundimiento de su acorazado Maine en Cuba, atribuido falsamente a España, para tener un casus belli (hace años, una investigación descubrió que la explosión fue interna, posiblemente un accidente, y que el Gobierno español no tuvo arte ni parte en ese incidente). Tras expulsar a la madre patria, España, que civilizó y evangelizó ese archipiélago, Filipinas se encontró con una madrastra, que reprimió con extrema dureza las ansias de independencia de los filipinos.
Los últimos de Filipinas se midieron con valor, y como reconocimiento a esa gesta, una de tantas que hacen grande a España, el pueblo de Madrid le ha dedicado este monumento. La escultura es obra de Salvador Amaya y ha sido diseñada por el pintor de batallas Augusto Ferrer-Dalmau. En la base, presidida por la leyenda “A los héroes de Baler”, destacan cuatro cantos, uno con la imagen del destacamento de Baler; otro con las dos cruces laureadas de San Fernando –concedidas al teniente Martín Cerezo y a título póstumo al capitán de las Morenas, fallecido durante el asedio-, y los nombres de los militares protagonistas de este hecho histórico.
Los supervivientes
Teniente Saturnino Martín Cerezo, natural de Miajadas, Cáceres
Médico Rogelio Vigil de Quiñones , natural de Marbella, Málaga
Cabo Jesús García Quijano, natural de Viduerna de la Peña, Palencia
Cabo José Olivares Conejero, natural de Caudete, Albacete
Corneta Santos González Roncal, natural de Mallén, Zaragoza
Soldado Juan Chamizo Lucas, natural de Valle de Abdalajís, Málaga
Soldado José Hernández Arocha, natural de La Laguna, Tenerife
Soldado Luis Cervantes Dato, natural de Mula, Murcia
Soldado Manuel Menor Ortega, natural de Sevilla, Sevilla
Soldado Vicente Pedrosa Carballeda, natural de Carballino, Orense
Soldado Antonio Bauza Fullana, natural de Petra, Mallorca
Soldado Domingo Castro Camarena, natural de Aldeavieja, Ávila
Soldado Eustaquio Gopar Hernández, natural de Tuineje, Las Palmas
Soldado Eufemio Sánchez Martínez, natural de Puebla de Don Fadrique, Granada
Soldado Emilio Fabregat Fabregat, natural de Salsadella, Castellón
Soldado Felipe Castillo Castillo, natural de Castillo de Locubín, Jaén
Soldado Francisco Real Yuste, natural de Cieza, Murcia
Soldado José Pineda Turán, natural de San Felíu de Codinas, Barcelona
Soldado José Jiménez Berro, natural de Almonte, Huelva
Soldado José Martínez Santos, natural de Almeiras, La Coruña
Soldado Loreto Gallego García, natural de Requena, Valencia
Soldado Marcos Mateo Conesa, natural de Tronchón, Teruel
Soldado Miguel Pérez Leal, natural de Lebrija, Sevilla
Soldado Miguel Méndez Expósito, natural de Puebla de Tabe, Salamanca
Soldado Pedro Vila Garganté, natural de Taltaüll, Lérida
Soldado Pedro Planas Basagañas, natural de San Juan de las Abadesas, Gerona
Soldado Ramón Mir Brills, natural de Guisona, Lérida
Soldado Ramón Buades Tormo, natural de Carlet, Valencia
Soldado Ramón Ripollés Cardona, natural de Morella, Castellón
Soldado Timoteo López Larios, natural de Alcoroches, Guadalajara
Soldado Gregorio Catalán Valero, natural de Osa de la Vega, Cuenca
Soldado Marcelo Adrián Obregón, natural de Villalmanzo, Burgos
Soldado Bernardino Sánchez Cainzos, natural de Guitiriz, Lugo
Los fallecidos.
Teniente D. Juan Alonso Zayas, natural de San Juan de Puerto Rico, fallecido por beriberi el 18 de octubre de 1898.
Soldado Rafael Alonso Medero, natural de Villaverde (Fuerteventura). Falleció del beriberi el 8 de octubre de 1898.
Capitán D. Enrique de las Morenas y Fossi. Natural de Chiclana (Cádiz). Fallecido del beriberi el 22 de noviembre de 1898.
José Chaves Martín
Julian Galvete Iturmendi
José Lafarga Abad
Baldomero Larrode Paracuello
Francisco Rovira Mompó.
Juan Fuentes Damián
José Sanz Meramendi
Manuel Navarro León
Marcos José Petanas
Pedro Izquierdo Arnaíz
Ramón Donat Pastor
Román López Lozano
Soldado Salvador Santamaría Aparicio
Jesús Caraballo