EL PERSONAJE
Miguel de Unamuno y Jugo fue un escritor y filósofo español perteneciente a la llamada generación del 98 como el mayor de sus integrantes y, en cierta medida, su maestro. Cultivó todos los géneros literarios: ensayo, novela, poesía, periodismo y teatro. A título póstumo, la Universidad de Salamanca le concedió el doctorado honoris causa.
Nació el 29 de septiembre de 1864 en el barrio de las Siete Calles y concretamente en el número 16 de la calle Ronda de Bilbao. Era el tercer hijo y primer varón del matrimonio habido entre el comerciante Félix María de Unamuno Larraza y su sobrina carnal, María Salomé Crispina Jugo Unamuno, diecisiete años más joven. Su padre emigró joven a la ciudad mexicana de Tepic y a su regreso, en 1859, gracias al capital acumulado, solicitó licencia municipal para que su horno panadero de Achuri pudiera utilizar agua del manantial Uzcorta. En 1866, cuando contaba cuarenta y tres años, pidió permiso para establecer un despacho de pan en los porches de la plaza Vieja. Antes que Félix, en 1835 y debido a la guerra carlista, habían llegado a la capital vizcaína dos de sus hermanas: Benita y Valentina. Su tía Valentina junto a su marido Félix Aranzadi Aramburu fueron los padrinos en el bautismo de Miguel.
A los pocos meses de nacer, los padres de Unamuno cambiaron de domicilio y se instalaron en el segundo piso derecha de la calle de la Cruz número 7. En los bajos se hallaba la chocolatería de sus tíos, que vivían en el primer piso. No había cumplido todavía los seis años cuando el 14 de julio de 1870 quedó huérfano de padre, fallecido en el balneario de Urberuaga, «de enfermedad de tisis pulmonar». Su madre, Salomé, volvió a casarse en 1847, esta vez con José Narbaiza.
Aprendió sus primeras letras en el colegio privado de San Nicolás y en las catequesis preparatorias para la primera comunión, en la iglesia de San Juan, conoció a quien, andando el tiempo, sería su novia y esposa: Concepción Lizárraga, Concha. Al acabar sus primeros estudios en el colegio de San Nicolás y a punto de entrar en el instituto, asistió como testigo al asedio de su ciudad durante la Tercera Guerra Carlista, lo que luego reflejará en su primera novela, Paz en la guerra. La villa quedó sitiada por las tropas carlistas desde el 28 de diciembre de 1873, el día 21 de febrero de 1874 comenzó el bombardeo de Bilbao y el sitio finalizó el 2 de mayo de 1874, experiencia que marcó el tránsito de la infancia a la adolescencia de Miguel.
El 11 de septiembre de 1875 realizó su examen de ingreso en el Instituto Vizcaíno para cursar el Bachillerato, que, al igual que el primer curso, tuvo que realizarlos en el antiguo colegio de la calle del Correo, ya que el Instituto, durante la guerra, había sido convertido en hospital militar. Los restantes cuatro cursos los realizó en el instituto. Le agradaba la Filosofía, que figuraba entonces en una asignatura de cuarto curso: «Fundamentos de Psicología, Lógica y Ética», a pesar de que no apreciaba la didáctica de su profesor. En sus Recuerdos de niñez y de mocedad, Unamuno cuenta que empezó a sentir curiosidad por la filosofía leyendo las únicas obras de esa materia que había en la biblioteca paterna, que eran de Jaime Balmes y de Donoso Cortés. Buen dibujante, estudió en el taller bilbaíno de Antonio Lecuona, pero, como él mismo confesó, la falta de dominio sobre el color le hizo desistir de una carrera artística.
En septiembre de 1880 se traslada a la Universidad de Madrid para estudiar Filosofía y Letras. En ese año, precisamente, acababa de publicar Marcelino Menéndez Pelayo el primer volumen de su Historia de los heterodoxos españoles, que le impresionó no poco, en especial en lo que tocaba al protestante José María Blanco White, con el que se identificaba en lo esencial. El 21 de junio de 1883, a sus diecinueve años, finaliza sus estudios y realiza el examen de Grado de dicha licenciatura, obteniendo la calificación de sobresaliente. Un año después, el 20 de junio de 1884, se doctoró con una tesis sobre la lengua vasca: Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca. En ella anticipa su idea sobre el origen de los vascos, idea contraria a la que en los años venideros irá gestando el nacionalismo vasco, recién fundado por los hermanos Arana Goiri, que propugnará una raza vasca no contaminada por otras razas. Este mismo año comienza a trabajar en un colegio como profesor de latín y psicología, publica un artículo titulado «Del elemento alienígena en el idioma vasco» y otro costumbrista, «Guernica», aumentando su colaboración en 1886 con El Noticiero Bilbaíno.
En 1888, oposita en Madrid a la cátedra de Psicología, Lógica y Ética vacante en el Instituto de Bilbao y, mientras se halla en la capital, la Diputación de Vizcaya convoca una plaza de profesor interino de lengua vascongada en el mismo instituto con «asignación anual de mil quinientas pesetas». Se presentó a esta última junto con otros tres candidatos y el novelista y folclorista Resurrección María de Azkue a quien se adjudicó la plaza. Una adjudicación que al parecer según Sabino Arana se debió al Diputado Larrazábal (“amigo de Azkue y amigo de mi difunto padre, (que) me escribió suplicándome retirara la solicitud, para que el nombramiento recayera en Azkue, joven clérigo despejado que tenía que sostener a su madre y hermanas y al efecto y para desplegar sus facultades deseaba establecerse en Bilbao»).
Polemizó con Sabino Arana, que iniciaba su actividad nacionalista, ya que consideraba a Unamuno como un vasco «españolista» porque, aunque ya había escrito algunas obras en euskera, consideraba a este idioma próximo a desaparecer y que además el bilingüismo no era posible. «El vascuence y el castellano son incompatibles, dígase lo que se quiera, y, si caben individuos, no caben pueblos bilingües. Es este de la bilingüidad un estado transitorio». En 1889 prepara otras oposiciones y viaja a Suiza, Italia y Francia, donde se celebra la Exposición Universal y se inaugura la torre Eiffel.
Se casó en Guernica con su «Concha», Concepción Lizárraga Ecenarro, de la que estaba enamorado desde niño, el 31 de enero de 1891, y con quien tuvo nueve hijos: Fernando, Pablo, Raimundo, Salomé, Felisa, José, María, Rafael y Ramón. Unamuno pasó los meses invernales de ese año dedicado a la preparación de las oposiciones para una cátedra de griego en la Universidad de Salamanca, que aprobó en junio de este año y en julio toma posesión de la cátedra de Lengua Griega, regresando a Bilbao, trasladándose definitivamente a Salamanca con el comienzo del curso el 1 de octubre.
Con motivo de estas oposiciones, entabla amistad con el granadino Ángel Ganivet, amistad que se irá intensificando hasta el suicidio de aquel en 1898. También estudió el Cantar de Mío Cid entre octubre de 1892 y abril de 1893 para optar al premio que la Real Academia de la Lengua ofrecía al mejor trabajo sobre el léxico y la gramática del mismo. Quedó finalista, pues el premio lo obtuvo Ramón Menéndez Pidal; el estudio de Unamuno solo llegó a publicarse en 1977.
El 11 de octubre de 1894 ingresó en la Agrupación Socialista de Bilbao y colaboró en el semanario La Lucha de Clases de esta ciudad; en 1895 aparece su primera colección de ensayos. En 1987 abandonó el partido socialista en 1897 y también en ese año publicó su única novela histórica, Paz en la guerra.
En 1898 concluyó la guerra hispano-estadounidense en la que España pierde sus colonias y se hace evidente que el país no es lo que se creía que era. El corrupto sistema canovista está en crisis y cunden las preocupaciones patrióticas. De esta coyuntura surge el grupo de «los tres» (Azorín, Baroja y Unamuno) y la llamada generación del 98, que ofrecerá una visión subjetiva (artística: narrativa y poética) de la decadencia. En esta época Unamuno tiene ya cinco hijos y multiplica su esfuerzo y sus colaboraciones periodísticas para poder sostener a su familia.
Desde los inicios de su estancia en Salamanca, participó activamente en su vida cultural, y se hizo habitual su presencia en la terraza del Café literario Novelty, al lado del ayuntamiento, costumbre que mantuvo hasta 1936. Desde aquella terraza, cuando a Unamuno, refiriéndose a la Plaza Mayor de Salamanca, le preguntaban si era un cuadrado perfecto o no, él afirmaba: «Es un cuadrilátero. Irregular, pero asombrosamente armónico». En 1900, el ministro lo nombra, con solo treinta y seis años de edad, rector de la Universidad de Salamanca por primera vez, cargo que llegó a ostentar tres veces.
En 1905 recibe la Gran Cruz de Alfonso XII y en 1906 le acomete por segunda vez una neurosis de angustia. En 1909 polemiza con Ramiro de Maeztu y José Ortega y Gasset y sus artículos se publican por toda España y América y logra estrenar en Las Palmas su tragedia La esfinge. Desde 1895 hasta su muerte, mantuvo una intensa relación epistolar con diversos intelectuales, políticos, artistas y escritores latinoamericanos como Rubén Darío, Rufino Blanco Fombona, Rómulo Betancourt, José Rafael Pocaterra o Pedro Emilio Coll. En 1914 publica su novela más importante, Niebla, escrita en 1907, y en agosto del mismo año el ministro de Instrucción Pública lo destituye del rectorado por razones políticas, aunque el pretexto oficial es una anómala
convalidación del título de bachiller a un colombiano; las reacciones adversas a esa decisión gubernamental son no solo de escala nacional, sino internacional.
En el año 1918 es elegido concejal del ayuntamiento salmantino y estrena sin éxito en el Ateneo su tragedia Fedra y en 1920 es elegido por sus compañeros decanos de la Facultad de Filosofía y Letras y publica su poema religioso El Cristo de Velázquez, un intento de desagraviarse por su descreído poema «El Cristo yacente de Santa Clara» que publicó el 26 de mayo de 1913. En ese mismo año fue condenado a dieciséis años de prisión por injurias al rey en un artículo de opinión, pero la sentencia no llegó a cumplirse. “… ese aventurero de mala fe, rapaz, mendaz e incapaz que es Primo de Rivera, a quien he de aplastar como Sarmiento a Rosas”.
Sus constantes ataques al rey y al dictador Primo de Rivera hacen que este lo destituya nuevamente y lo destierre a Fuerteventura en febrero de 1924. El 9 de julio fue indultado, pero él se exilia voluntariamente a Francia, primero a París, donde fue muy bien acogido. Se quedó allí hasta que en 1930 cae el régimen de Primo de Rivera, y a su vuelta a Salamanca entra en la ciudad con un recibimiento apoteósico. Al volver de su destierro, siete años después, retomó las clases en la Universidad de Salamanca con la misma frase que usó fray Luis de León (ambos profesores de esta universidad) cuatro siglos atrás: «como decíamos ayer…».
LA REPÚBLICA
Miguel de Unamuno se presenta candidato a concejal por la Conjunción Republicano-Socialista para las elecciones del 12 de abril de 1931, resultando elegido. El 14 de abril, es él quien proclama la República en Salamanca: desde el balcón del ayuntamiento, el filósofo declara que comienza «una nueva era y termina una dinastía que nos ha empobrecido, envilecido y entontecido». La República lo repone en el cargo de rector de la Universidad salmantina. Se presenta a las elecciones a Cortes y es elegido diputado como independiente, ejerciendo su cargo entre el 12 de julio de 1931 y el 9 de octubre de 1933, en que decide no presentarse a la reelección.
En 1934 se jubiló de su actividad docente y fue nombrado rector vitalicio, a título honorífico, de la Universidad de Salamanca, que creó una cátedra con su nombre. En 1935 fue nombrado ciudadano de honor de la República. Fruto de su desencanto, expresó públicamente sus críticas a la reforma agraria, la política religiosa, la clase política, el gobierno y a Manuel Azaña. El 10 de febrero de 1935 recibió la visita de José Antonio Primo de Rivera y otros falangistas en su casa y asistió al acto de presentación de la Falange en Salamanca, según su correspondencia con la escritora Concha Espina. En este año el premio Nobel de literatura quedó desierto. Un informe del Ministerio para la formación y la propaganda del Tercer Reich dirigido a la Fundación Nobel solicitaba que no se concediera el premio a Miguel; «Tras el cambio político ocurrido desde 1933, Unamuno ha tomado una actitud tan clara contra nosotros que se pueda considerar como el portavoz espiritual de la lucha contra Alemania en los círculos intelectuales de España. Por esta actitud no apoyamos su solicitud para el Nobel».
Al iniciarse la guerra civil, Unamuno apoyó al bando nacional y cuando el 19 de julio la práctica totalidad del consistorio salmantino fue destituida por las nuevas autoridades y sustituida por personas adeptas, Unamuno aceptó el acta de concejal que le ofreció el nuevo alcalde, el comandante Del Valle. En el verano de 1936, Azaña lo destituyó, pero el gobierno de Burgos lo repuso de nuevo en el cargo. Sin embargo, el entusiasmo por la sublevación pronto se tornó en decepción, especialmente ante el cariz que tomó la represión en Salamanca. Recibió numerosas cartas de mujeres, de amigos, de conocidos y de desconocidos, que le pedían que intercediese por sus maridos encarcelados, torturados y fusilados. Unamuno visitó a Franco en el palacio episcopal para suplicar inútilmente clemencia para sus amigos presos, siendo su amigo Salvador Vila ejecutado el 22 de octubre, el mismo día en que Unamuno fue destituido como rector por orden de Franco.
Miguel de Unamuno también se arrepintió públicamente de su apoyo a la sublevación. El 12 de octubre de 1936, en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, durante el acto de apertura del curso académico que se celebraba tradicionalmente en la misma fecha que el Día de la Raza, el rector se enfrentó públicamente al general Millán-Astray, que había pronunciado unas soflamas contra la inteligencia y exaltadoras de la muerte. Posteriormente, se atribuyó a Unamuno un discurso lapidario que habría incluido su famosa frase: “Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir, necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho. Me parece inútil pediros que penséis en España”. Los últimos días de vida (de octubre a diciembre de 1936) los pasó bajo arresto domiciliario en su casa, en un estado, de resignada desolación, desesperación y soledad. El 21 de noviembre, escribió: “La barbarie es unánime. Es el régimen de terror por las dos partes. España está asustada de sí misma, horrorizada. Ha brotado la lepra católica y anticatólica. Aúllan y piden sangre los hunos y los otros. Y aquí está mi pobre España, se está desangrando, arruinando, envenenando y entonteciendo…”
Para él la muerte es algo definitivo; la vida acaba. Sin embargo, pensaba que la creencia de que nuestra identidad sobrevive a la muerte es necesaria para poder vivir. Es considerado uno de los predecesores de la escuela existencialista que, varias décadas después, encontraría su auge en la filosofía europea como reflejo de las dudas que sobre la condición humana suscitaron las grandes guerras mundiales. Como cervantista, fue autor de una Vida de Don Quijote y Sancho (1905), en la que apuntó que la relación entre los dos protagonistas de Don Quijote de la Mancha simbolizaba la tensión existente entre ficción y realidad, locura y razón, que constituye la unidad de la vida y la común aspiración a la inmortalidad. Considerado como el escritor más culto de su generación, Miguel de Unamuno fue sobre todo un intelectual inconformista que hizo de la polémica una forma de búsqueda. Jubilado desde 1934, sus manifiestas antipatías por la República española llevaron dos años más tarde al gobierno rebelde de Burgos a nombrarlo nuevamente rector de la Universidad de Salamanca, pero fue destituido a raíz de su pública ruptura con el fundador de la Legión. En 1962 se publicaron sus Obras completas, y en 1994 se dio a conocer su novela inédita Nuevo mundo.
Son varias las adaptaciones cinematográficas de sus obras: Todo un hombre (1943), película argentina del director belga Pierre Chenal. Abel Sánchez (1946), adaptación de la novela homónima dirigida por Carlos Serrano de Osma. La entrega (1954), de Julián Soler. La tía Tula (1964), película española dirigida por Miguel Picazo. Niebla (1965), miniserie realizada por Televisión Española. Nada menos que todo un hombre (1971), de Rafael Gil, que adapta la novela homónima. Niebla (1976), telefilm de Televisión Española, dirigido por Fernando Méndez-Leite. Las cuatro novias de Augusto Pérez (1976), de José Jara. Acto de posesión (1977), dirigido por Javier Aguirre, Fedra (1981), de Mercè Vilaret. Todo un hombre (1982), de Rafael Villaseñor. Lluvia de otoño (1988), película española dirigida por José Ángel Rebolledo a partir de la obra de teatro Sombras de sueño.
Miguel de Unamuno ha aparecido como personaje en al menos tres películas, que han abordado momentos y aspectos diferentes de su vida: La isla del viento (2015), de Manuel Menchón, que aborda su destierro en Fuerteventura en 1924 por sus constantes críticas al régimen de Primo de Rivera. Mientras dure la guerra, de Alejandro Amenábar (2019), en la que se muestra la evolución en el pensamiento del escritor bilbaíno durante los primeros compases de la guerra civil española. El documental Palabras para un fin del mundo (2020), dirigido por Manuel Menchón quien considera que el relato conocido de la muerte del escritor es falso, y también recoge las últimas averiguaciones sobre el célebre enfrentamiento con Millán-Astray el 12 de octubre de 1936 en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, el famoso y cuestionado “venceréis, pero no convenceréis”.
Unamuno murió repentinamente en su domicilio salmantino de la calle Bordadores, la tarde del 31 de diciembre de 1936, durante la visita que le hizo el falangista Bartolomé Aragón, profesor auxiliar de la Facultad de Derecho. Se ha postulado como causa de la muerte la inhalación de gases de un brasero, aunque también se ha apuntado la hipótesis «altamente improbable», de que fue envenenado por su visitante. A pesar de su virtual reclusión, en su funeral fue exaltado como un héroe falangista. A su muerte, Antonio Machado escribió: «Señalemos hoy que Unamuno ha muerto repentinamente, como el que muere en la guerra. ¿Contra quién? Quizá contra sí mismo; acaso también, aunque muchos no lo crean, contra los hombres que han vendido a España y traicionado a su pueblo. ¿Contra el pueblo mismo?» «No lo he creído nunca y no lo creeré jamás». Sus restos reposan junto a los de su hija mayor, Salomé, en un nicho del cementerio de San Carlos Borromeo de Salamanca, tras este epitafio: «Méteme, Padre Eterno, en tu pecho, misterioso hogar, dormiré allí, pues vengo deshecho del duro bregar».
Jaime Mascaró Munar
Excelente artículo. Saludos.