
Miguel Gila Cuesta fue un español actor, escritor, humorista y dibujante de historietas . Nació el 12 de marzo de 1919, en el barrio de Tetuán de las Victorias de la localidad de Chamartín de la Rosa, actualmente Tetuán, un distrito de Madrid capital, hijo de Miguel Gila y Jesusa Cuesta, y posteriormente se crio con sus abuelos en el madrileño barrio de Chamberí.

Su padre falleció antes de que él naciera y con dificultades económicas en su hogar, abandonó los estudios a los 13 años. Su primer trabajo fue de empaquetador de café y chocolate, y después, de aprendiz de pintor de coches; de allí, pasó a trabajar a los Talleres Boetticher y Navarro, en donde alcanzó el cuarto grado de aprendiz y compatibilizó sus trabajos con estudios de dibujo lineal en la escuela nocturna de artes y oficios.

En julio de 1936, al estallar la guerra civil, siendo militante de las Juventudes Socialistas Unificadas, se alistó como voluntario republicano en el Quinto Regimiento de Líster. Durante la contienda fue hecho prisionero y puesto frente a un pelotón de ejecución formado por un grupo de “moros” en El Viso de los Pedroches, Córdoba, del que logró salvar la vida puesto que el fusilamiento se produjo al anochecer de un día lluvioso y los integrantes del piquete estaban borrachos, por lo que no le acertaron los disparos. Gila se hizo el muerto y logró sobrevivir. «Me fusilaron mal», solía bromear Gila.

En diciembre de 1938, fue capturado de nuevo en Extremadura por la 13.ª División del general Yagüe y trasladado a un campo de concentración en la localidad cordobesa de Valsequillo. Fue internado hasta mayo de 1939 en campos de prisioneros como el citado de Valsequillo o el de Zamora. Pasó después por la cárcel de Yeserías, Santa Rita en Carabanchel, desde donde llevaban a los reclusos a construir la que fue la cárcel de Carabanchel y, finalmente, estuvo preso en la cárcel de Torrijos, donde coincidió con el poeta Miguel Hernández; a continuación, ya finalizada la guerra, cumplió un servicio militar de cuatro años destinado en el regimiento de infantería «Toledo» en Zamora. Allí prestó servicio como chófer del coronel, y comenzó a colaborar en Radio Zamora y en el periódico Imperio, dentro de la Prensa del Movimiento. Más tarde, fue fresador en Construcciones Aeronáuticas S. A. (CASA), en Getafe.

Imagen de Ricarda García de la Iglesia cuando ya vivía en Madrid. | | CORTESÍA DE LA FAMILIA GARCÍA DE LA IGLESIA.
Un joven Gila volvió de la guerra y se hospedó en una pensión, allí conoció a Ricarda Alfonsa García de la Iglesia ‘Chava’, la hija de la patrona, y viendo que «era un buen partido», decidió casarse con ella, aunque él nunca la quiso, solo buscaba algo que comer, un sitio donde dormir y como mucho, un poco de cariño, pero sobre todo era una cuestión de supervivencia. Durante el tiempo que estuvo casado tuvo varios romances y amoríos. Entre ellos, una mujer llamada Carmen Visuerte Jiménez ‘La Gitana Rubia’, con la que tuvo dos hijos, Miguel y Carmen, y otra que terminaría por convertirse en el gran amor de su vida: María Dolores Cabo Martínez. De esta pasión surgiría una hija, Malena Isabel, y también una denuncia por adulterio. Ricarda, cansada de los líos de faldas y amoríos de su marido, logró denunciar a Gila, pero gracias a un chivatazo, Gila consiguió huir a México con María Dolores, donde terminarían viviendo 35 años.

Trabajos y días,
Al terminar la guerra y tras ser apresado, Gila tuvo que buscarse la vida. Empezó su trabajo como humorista gráfico en la revista universitaria salmantina llamada Trabajos y días, que surgió al socaire de las tertulias sabatinas de la Exedra. En su autobiografía cuenta que empezó a dibujar sus chistes en el Ejército. Allí surgieron, en las horas muertas cuarteleras, aquellos personajes de grandes narices, de trazo infantil, pero que servían para articular un humor corrosivo, lleno de ironía, en el que retrataba casi siempre enfrentamientos del fuerte frente al débil.

Más tarde publicó en La Codorniz y en Hermano Lobo. Gila envió una carta a Miguel Mihura, director del semanario entre 1941 y 1944, con el chiste de un soldado que llevaba atadas las riendas de un caballo, al fondo sin cabeza, y le decía al general que se le había roto el caballo. Añadió: «Le mando este chiste, si le gusta, me lo publica y si no le gusta, me lo firma por detrás, ya que soy un gran admirador de usted». A la semana le contestó que el chiste le gustaba y que le encantaría que colaborase en la revista.

En la década de 1950, actuó en la radio y en 1951 fue a ver una exitosa obra teatral en el teatro de Fontalba, uno de los primeros teatros en la Calle Gran Vía de Madrid. Llevaba un arma de utilería y un viejo traje de combatiente. Logró infiltrarse tras bambalinas, y al momento del saludo final, mientras la platea repleta ovacionaba a los intérpretes, él disfrazado de soldado apareció en escena. Aquello no formaba parte de la función, se había colado, pero su improvisado monólogo sobre su experiencia como voluntario en una guerra, fue tan espectacular, con todos riéndose a carcajadas, que a los pocos meses ya se había convertido en una estrella.
A finales de 1958, al final de una actuación en el club madrileño Pasapoga, Emilio Azcárraga, propietario de Televisa, le ofreció un contrato que «Incluía actuaciones en televisión, en una sala de fiestas de muy buen nivel y en un programa de radio». Gila, que ya había tenido una experiencia previa poco satisfactoria en Argentina, iniciaba así la conquista de Latinoamérica, donde desarrolló su carrera con tanto éxito como en España.

Al aterrizar en México, comenzaba una aventura triunfal, que algunos plumillas, relacionaban con las de Hernán Cortés, Rockefeller y Don Juan Tenorio. “El resorte de la conquista ha sido el resorte que ha movido la voluntad de los hombres desde tiempos inmemoriales. Conquistar tierras, dinero, fama, amor“. No se equivocaban en el presagio, tampoco en lo referente a lo romántico. Mientras, sus actuaciones en El Afro, el local en el que sólo grandes como Olga Guillot, Celia Cruz o Chavela Vargas estuvieron más de una semana, se iban sucediendo con gran éxito de crítica y público. Entre los asistentes, reía a carcajadas Mario Moreno ‘Cantinflas’.

También pasaban por allí las Hermanas Alba, unas populares cantantes de rancheras con las que Gila actuaba en sus apariciones radiofónicas, y Miguel se enamoró de una de ellas, Yolanda, la más joven de las dos. Las citas entre Gila y Yolanda se producían siempre a escondidas del padre de la cantante, un hombre machista y sobreprotector que no permitía que nadie se acercara a sus hijas. Enamorado como estaba de la cantante de rancheras, Gila consultó con varios abogados e incluso pensó en solicitar en México asilo político y también en casarse por lo civil.
Sin embargo, y a pesar de que la madre se mostraba favorable a la boda, el señor no atendió a razones y le echó de su casa con cajas destempladas. Un domingo que su novia le visitó en el chalet donde vivía, llamaron a la puerta. Era el padre y ella recogió sus cosas y se escabulló rápidamente por el tejado. Gila abrió al padre de Yolanda, que fue claro y directo: «Vengo a darle a usted tres balazos». Gila le invitó a pasar para que se calmara y comprobase que Yolanda no se encontraba allí.
Poco más tarde apareció por allí un grupo de pelotaris cantando y voceando, entraron en el chalet y para sacar de allí a Yolanda la disfrazaron de pelotari sin que se diera cuenta el padre encorajinado. Cuando se despidieron esa noche, también fue la última vez que Miguel Gila vio a Yolanda, la mitad de las Hermanas Alba. Yolanda ya no volvió a la radio en la que solían coincidir y su padre imposibilitó que hubiera la más mínima comunicación entre ambos.

En 1968, se «exilió» debido a problemas personales y políticos. Fijó su residencia en la Ciudad de Buenos Aires en Argentina. Allí puso en marcha una compañía de teatro y en México la revista satírica La gallina y también se destacó por sus actuaciones unipersonales en el programa Sábados Circulares. Realizó varias giras por toda Latinoamérica; en Venezuela, participó en el programa de humor Radio Rochela en Radio Caracas Televisión, invitado por Tito Martínez del Box, y en 1977, actuó en España, país al que regresó definitivamente en 1985.

En Argentina participó en varios programas de televisión, siendo recordada su participación en Al estilo de Mancera en 1978, en donde tenía a cargo una sección fija llamada «Que se ponga», en ella Gila realizaba llamados telefónicos imaginarios de tono cómico. El modo más frecuente de expresar su humor era mediante monólogos al teléfono, cuyo costumbrismo ingenuo tocaba a veces con el surrealismo. Cabe destacar que no utilizaba palabras malsonantes o polémicas. En sus fingidos diálogos telefónicos, tenía una muletilla que se ha hecho famosa: «¡Que se ponga!». Además de sus apariciones en televisión, se llegaron a editar hasta 37 discos en distintos formatos (sencillos, LP, EP, CD, DVD), con diversas compañías discográficas, y un vídeo con sus monólogos.

¿De parte de quién?
A lo largo de los años fueron muy numerosas sus intervenciones en Televisión Española, algunas en anuncios y otras en series y en programas de variedades. En 1993, comenzando el 30 de noviembre, se emitió en TVE la serie ¿De parte de quién?, con Gila y Chus Lampreave, guion de Gila y dirección de Ángel Alonso, donde Don Miguel es un pluriempleado que, entre otras cosas, trabaja de bombero, de árbitro de fútbol y, por supuesto, en la guerra, y doña Rosa, su ama del hogar, le atiende los recados por teléfono: «¿De parte de quién? Pues ahora no se puede poner, porque está en la guerra, pero ha dejado dicho que vendría a cenar».

Miguel Gila recibió en 1986 la Medalla al Mérito Artístico del Ayuntamiento de Madrid. El 3 de noviembre de 1993 le concedieron el Premio Ondas especial que recibió el día 23 de ese mismo mes. En febrero de 1994 le fue entregado el Premio FAD Sebastià Gasch de honor de la edición de 1993. El 28 de abril de 1995 el Consejo de Ministros, le concedió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. El 6 de noviembre de 1997 recibió el título de Profesor Honorífico del Humor de la Universidad de Alcalá de Henares. El 15 de enero de 1999 ganó el Premio Internacional de Humor Gat Perich por su larga trayectoria como humorista y dibujante que le fue entregado el 20 de febrero. El 27 de octubre de 1999 recibió la Medalla de Oro al Mérito Artístico del Ayuntamiento de Barcelona por su dedicación al mundo de las artes escénicas

Miguel Gila falleció el 13 de julio de 2001 en Barcelona, a causa de una insuficiencia respiratoria debida a una enfermedad pulmonar crónica que sufría, siendo enterrado en el cementerio de Las Corts. Su recuerdo perdurará a través de los tiempos entre las majestades humorísticas españolas, los Reyes Magos del Humor: Cervantes, Quevedo y Gila.

Entre los años 1953 y 1971 Miguel Gila participó en 16 películas, por ejemplo, ¡Viva lo imposible! estrenada en 1958, dirigida por Rafael Gil, basada en la obra de teatro homónima escrita por Miguel Mihura en colaboración con Joaquín Calvo Sotelo, que fue candidata al Oso de Oro en la 8ª edición del Festival Internacional de Cine de Berlín, o ¿Dónde pongo este muerto? de 1962 dirigida por Pedro L. Ramírez y protagonizada junto a Fernando Fernán Gómez. Además de trabajar en los guiones de El Ceniciento, en 1956, con dibujos de Gila en los títulos y El hombre que viajaba despacito, estrenada en el Palacio de la Música de Madrid el 21 de abril de 1957, Gila tomó parte en la película de animación de 1979 Historias de amor y masacre, dirigida por Jordi Amorós, con guion de Gila, Chumy Chúmez, Ivà y Jaume Perich, y con dibujos de todos ellos.

El 25 de septiembre de 2024 se estrenó en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián el largometraje ¿Es el enemigo? La película de Gila, una película de comedia dramática biográfica y bélica, dirigida por Alexis Morante y protagonizada por Óscar Lasarte.
Como dijo Gila: “Ya no sé si soy un humorista que escribe, un dibujante que hace las veces de actor, o un actor que dibuja y escribe humor”.

Jaime Mascaró Munar