María Josefa de los Dolores de Quiroga Capopardo nació el 27 de abril de 1811 en San Clemente, Cuenca, y murió en Guadalajara en 1891. Perteneció a la Orden de la Inmaculada Concepción y es conocida por la gran influencia personal que ejerció como consejera sobre Isabel II y su esposo el duque de Cádiz, Francisco de Asís, al que conocía desde niño.
“Sentí una alegría grandísima al conocerla y vi en ella algo de extraordinario, sobrenatural y celestial. He invocado la ayuda de las oraciones de una tan santa religiosa en todas mis aflicciones”, serían las palabras de Isabel II en referencia a la monja de las llagas.
La infancia de Sor Patrocinio en Cuenca estuvo marcada por la Guerra de la Independencia y fue con motivo de la invasión napoleónica por lo que su familia se refugió allí. Hay que resaltar como anécdota que el político, Salustiano Olózaga, estaba enamorado de ella, cuando tenía quince años, pero Dolores Quiroga, ya establecida en Madrid y con su madre viuda, rechazó al que era entonces un joven abogado para entregarse a su vocación en el Convento de las Comendadoras de Santiago. Aquel proyecto frustrado de la madre de Dolores para su hija no fue óbice para que se reencontraran en 1835 y en Francia en 1868.
Fue en 1826 cuando la monja de las Llagas ingresó en Madrid el Convento de las Comendadoras de Santiago, un lugar en el que entró amadrinada por su tía, la Marquesa de Santa Coloma. Después sería amadrinada por la duquesa de Benavente y la marquesa de Santa Cruz para entrar en el Convento Caballero de Gracia, lo cual demostraba las poderosas influencias de la aristocracia de su entorno sobre las postulantas, las cuales fueron las que, muy probablemente, le conducirían a Sor Patrocinio a entablar relaciones con los miembros de la realeza e incluso poder opinar y entrometerse después en los asuntos más delicados de Estado.
La monja de las Llagas ― como se la conoce en nuestros días ― al parecer tenía experiencias de carácter sobrenatural desde niña. Según consta recibió su primer estigma en el costado en 1829 junto con visiones y éxtasis, dando lugar entonces a todo tipo de especulaciones. Un año después de aquellos episodios que le dieron la fama, fue cuando tomó el nombre de Sor Patrocinio e ingresó en el Convento de Jesús, María y José. Desde ese mismo año es cuando la monja era famosa por sus visiones místicas y llagas en pies y manos y las señales de la corona de espinas en la frente, motivo que le condujo a la cárcel y al destierro en la época de quemas de conventos y matanza de religiosos. Poco a poco y debido a sus llagas iba adquiriendo fama de santidad, lo cual la monja aprovechó para obtener dinero en forma de limosna y donaciones, algo que para muchos fue considerado un fraude. Las dudas sobre su figura surgieron cuando aquel fray que le había animado a auto inmolarse con una reliquia se ausentó del reino.
El 8 de junio al entrar en aquel supuesto éxtasis ella aseguraba que le había hablado el Cristo de la palabra desde un lienzo colgado en la pared.
El 13 de agosto de 1830 según contaba se le apareció en la vida real la Virgen del Olvido, una advocación que después en 1846 presidiría la ceremonia religiosa de la boda de Isabel II con Francisco de Asís en el palacio de Oriente, por la enorme devoción que le tenía la monja desde entonces. Su imagen se venera hoy en el convento del Carmen de las concepcionistas franciscanas en Guadalajara, donde reposan los restos mortales de la monja de las llagas.
Durante los años de las guerras carlistas fue acusada de apoyar la causa carlista, fue sacada de su convento y desterrada de la corte a Talavera de la Reina y a Torrelaguna. De esos años es su “Libro de Oro”.
El ministro de Gracia y Justicia dio orden al juez para que examinara en 1835, a través de un proceso judicial, la veracidad de las llagas para demostrar su supuesta autenticidad y comprobó que estos estigmas habían sido causados por una reliquia que le había ofrecido Fray Fermín de Alcaraz. Fue desterrada por ello a quince leguas de la corte de Madrid.
Después de Talavera Sor Patrocinio estuvo desterrada en Torrelaguna cinco años, desde 1839 hasta 1844 y bastante delicada de salud. Volvió a Madrid durante la regencia de María Cristina. Desde el convento de la Latina fue donde ejerció su notable influencia sobre los reyes actuando como consejera privada y mediadora. Ese año de 1844 en aquel convento recibió la visita de María Cristina y la recién proclamada reina Isabel II. Después sería nombrada maestra de novicias en el convento de Jesús Nazareno. Todos sus consejos iban encaminados a la reconciliación de los reyes.
En 1849 regresó a Madrid siendo víctima de un atentado con arma de fuego en el que fallece la madre abadesa de su convento, fruto del susto del ruido de los disparos que iban a atentar contra la famosa monja, pero de los que Dolores Quiroga salió ilesa. Eran años de enormes intrigas palaciegas. Tras su estancia en el Convento de Leganitos, Narvaez ordenó su destierro inmediato al Convento de Santa Ana en Badajoz, por las influencias nocivas que generaba en la corte según el propio general. Su caída cuando se produjo el Ministerio “Relámpago” se le atribuyó a la influencia de la monja sobre la reina Isabel II. También el confesor de la reina Isabel, el padre Fulgencio fue enviado lejos de la corte a Archidona. El padre Claret, que había sido Obispo de La Habana, siempre estuvo cerca de ella.
En 1852 fue acusada de participar en el intento de asesinato por el cura Martín Merino a la reina Isabel II en a Basílica de Atocha, un ataque en el que las malas lenguas decían que estaba involucrado también el esposo de la reina, Francisco de Asís. Por aquellos años Sor Patrocinio fue enviada a Roma, por decisión de Bravo Murillo que le acusaba de haber participado del intento de regicidio, pero enfermó y no llegó a su destino final por lo que se quedó en el Convento de las Hermanas Descalzas en Toledo. Después regresaría a Madrid y sería de nuevo desterrada a Baeza en 1855 y a Torrelavega.
Por aquellos años sufrió un segundo atentado con arma de fuego, justo cuando O´Donnell y Espartero la atribuían haber influido en asuntos políticos. Después en Aranjuez fundó el Convento de San Pascual y estableció allí la Adoración Perpetua a Jesús Sacramentado. Viajó a San Ildefonso, San Lorenzo de El Escorial y Guadalajara en donde fundó más conventos. En casi todos abrió escuelas para niñas pobres. En 1868 le enviaron a Francia para que no cayera en manos de los revolucionarios y en 1871 Olózaga le ayudó a salir en tren para Bayona cuando le sorprende en París La Commune. En 1879 Alfonso XII le permitió regresar a España en plena restauración monárquica.
“Si se atentaba contra mi persona enseguida gritaban por medio de la prensa: Son cosas de Sor Patrocinio. Ella jamás tomó parte en tales cosas ni se mezcló nunca en asuntos de gobierno ni de política. Desmiento todas las calumnias e imposturas contra tan santa religiosa, son enemigos de Dios y de la Patria quienes quieren propagar tales inexactitudes”. Decía la reina Isabel II al final de sus días. El 26 de marzo de 1880 hacía su última visita la reina Isabel II a la monja a Guadalajara, manteniendo viva la correspondencia entre ambas los años previos.
Según sus biógrafos Sor Patrocinio “fue una mujer de gran virtud, a la que Dios concedió dones y carismas espirituales extraordinarios. Fue su enorme cercanía con los reyes la que hizo que fuera objeto de revanchas, persecuciones y especulaciones. Aquellos que estaban frustrados por sus ambiciones políticas desmesuradas achacaban a ella siempre sus males.“
Según algunos de sus estudiosos la monja aprovechó el vínculo que le unía a los monarcas para fundar y restaurar conventos. A lo largo de su vida fundó diecinueve conventos y en 1907 se inició su proceso de beatificación.
Sus detractores en cambio consideran a día de hoy que era una mujer misteriosa, un tanto fantasiosa ― como cuando atribuyó a un milagro la aparición de las llagas que resultó ser un artificio ― y que como nota curiosa siempre llevaba puestos unos mitones negros, con los que fue amortajada en el convento de Guadalajara cuando falleció en 1891.
Inés Ceballos
Muy interesante, gracias por su comentario.
Hay un estudio del historiador Javier Paredes en youtube en Mater Mundi que investiga el caso de Sor Patrocinio y devela su autenticidad, a pesar de las intrigas de los enemigos de la Fe, infiltrados en el gobierno Mendizábal llegó a pagar a tres galenos para que certificaran que sus llagas eran falsas.
Buenos días, Inés:
No entiendo muy bien la cronología del párrafo: «Después de Talavera Sor Patrocinio estuvo desterrada en Torrelaguna cinco años, desde 1839 hasta 1844 y bastante delicada de salud. Volvió a Madrid durante la regencia de María Cristina.»
La Regencia de Mª Cristina va de 1833 a 1840 y la de Espartero de 1840 a 1843. No me encajan las fechas con las del párrafo mencionado.
Un saludo,
Francisco iglesias
Buenas tardes:
Gracias por su comentario, se trata de un error de transcripción y de orden del contenido; efectivamente las fechas son las que señala usted, cuando regresó ya estaba Isabel II como reina, tras declarar su mayoría de edad en 1843 y comenzar su reinado efectivo. Gracias por su atención y un saludo
Hay un estudio del historiador Javier Paredes en youtube en Mater Mundi que investiga el caso de Sor Patrocinio y devela su autenticidad, a pesar de las intrigas de los enemigos de la Fe, infiltrados en el gobierno Mendizábal llegó a pagar a tres galenos para que certificaran que sus llagas eran falsas.