Estas líneas dan inicio a mi singladura en «España en la historia». Largo amarras y empezamos la travesía con la humilde pretensión de ayudar al objetivo de esta publicación, que no es otro que el de resaltar nuestra historia. No en vano si aplicamos el principio de que «por sus hechos les conoceréis» España tiene un lugar más que destacado en el podio de las naciones del mundo. Somos uno de los grandes.
Para poder hacerlo convenientemente tres cuestiones han de guiar la tarea: La Leyenda Negra, que rema en contra de lo que pretendemos, en primer término; la marcada connotación naval y marítima de nuestra proyección histórica, en segundo lugar; y la evangelización católica que ha acompañado este proceso, como tercera cuestión -y no por ello menos importante- pues siempre ha estado en el derrotero histórico nacional como común denominador.
Cito la Leyenda Negra como un objetivo a batir pues, como potencia hegemónica, España ha sido blanco de una campaña debidamente orquestada para romper esa preeminencia mundial, campaña de la que aún hoy sufrimos las consecuencias. El mundo anglosajón bien se ha encargado de ello.
La marcada connotación naval y marítima de España en la historia, como cuestión a resaltar y de la que poco se habla, sobre todo en la etapa de mayor desarrollo económico y cultural de España. Así reza la letra del himno de nuestra Armada: «(..) El imperio a España vendrá por los caminos del mar (..)».
Y la evangelización católica como pieza sin la que todo lo demás no se entendería, palanca de fuerza moral indiscutible para seguir adelante, y de lo que aún hoy día se beneficia el mundo entero, pues Hispanoamérica y Filipinas son, según los expertos, un claro muro frente al desarrollo de los radicalismos yihadistas y su terrorismo.
Es España la que descubrió de América (no nos perdonará el inglés que fuéramos nosotros y no ellos). Es España la que descubrió el Pacífico y quien consolidó su navegación regular con la ruta del Galeón de Manila, hito indiscutible nada fácil de conseguir en aquel tiempo. Fue España la primera nación Estado en conseguir circunnavegar el globo, cuyo Quinto Centenario celebramos precisamente este 2019. Fue España ejemplo en campañas sanitarias con nuestros territorios de ultramar y ejemplo también en expediciones científicas.
Lo épico estuvo en que el modo de enlazar la España peninsular y la de ultramar lo fuera con las rutas de la mar océana. Gran hito de comunicación marítima permanente y regular, gracias a la cual la corona española desplegó una ingente actividad de evangelización católica, organización administrativa y alfabetización en los nuevos territorios, yendo estrechamente ligadas las tres cosas. No en vano la primera universidad en el continente americano fue la de San Marcos en Perú, que data del año 1551. Lo fue también, por ejemplo, el traslado de cepas de vid desde Canarias, convirtiendo regiones americanas en zonas de cultivo y producción de vinos y aguardientes de lo que bien provecho saca aún hoy en día.
No trató la Corona a los nuevos territorios como colonias, sino como partes de la propia España, dando a las extensas regiones descubiertas la categoría de Virreinatos. Fue tan próspera y floreciente la actividad económica entre la España peninsular y la de ultramar que las otras coronas empezaron a hostigar a España de forma permanente, tanto en los territorios de este lado del Atlántico como del americano y asiático. Destacaron en esa tarea de acoso el inglés y el holandés, seguidos del francés. El pirateo constante a nuestras flotas y los ataques a La Habana, Buenos Aires, Veracruz, Tenerife, La Coruña, Cádiz, Menorca, Ferrol, Cartagena de Indias, Puerto Rico, Portobelo, etc., sin motivo o razón alguna previa que no fuera la envidia, son buena prueba de ello pues en la práctica totalidad de casos no existía declaración de guerra alguna que justificara tales ataques.
Las efemérides se cuentan por cientos. De algunas de las más destacadas daremos buena cuenta en este espacio que he venido en titular «El Chifle de órdenes», de clara connotación marinera. Espero que las vayan disfrutando.
Antonio Deudero.