De Pedro III de Aragón, podría decirse que fue prolífico en todo; en expandir su reino y en dejar descendencia. Quizás por ambas circunstancias es conocido como Pedro III el Grande. Nacido en Valencia en 1240, fue hijo de Jaime I el Conquistador y de Violante de Hungría, al cual sucedió en los títulos de rey de Aragón, Valencia y Conde de Barcelona.
Coronado, según indicios, el 17 de noviembre de 1276 en Zaragoza, su primera decisión real fue cancelar el vasallaje con el papado concertado por su abuelo Pedro II, que su padre mantuvo. Un papado que en la persona de Clemente IV, apoyaba el ejercicio de la soberanía sobre Sicilia de Carlos de Anjou, el cual, al derrotar a Manfredo, rey de Sicilia, en Benevento, fallecido en la batalla se había investido como rey de Sicilia. Sin embargo, Pedro III se había casado en junio de 1262 con Constanza de Hohenstaufen, hija del difunto Manfredo I de Sicilia. Carlos de Anjou, deseoso de acabar con la línea dinástica de los Hohenstaufen ordenó cegar a los tres hijos varones de Manfredo, para en 1268, capturar y decapitar al nieto de Federico II, Conradino, último heredero varón de la susodicha casa. Todo ello trajo como consecuencia que la hija de Manfredo y esposa de Pedro deviniese receptora de la línea sucesoria de la familia. Por tal motivo, no dudó en ofrecer refugio a todos los partidarios de su padre, acogiéndolos en Aragón y aprestándose a organizar una dura oposición a Carlos de Anjou, elevando a su esposo Pedro a la candidatura del reino de Sicilia.
Pedro III armó una flota comandada por Conrado de Lanza, para restablecer en 1281 la soberanía aragonesa sobre Túnez. Solicitada de Martin IV la declaración de cruzada, el papa la denegó, dado su origen francés y ser partidario de Carlos de Anjou. Sin embargo, tal circunstancia en alguna medida fue providencial para los deseos y ambiciones de Pedro III. Dispuesta ya la flota para zarpar, llegaron noticias de que en Siciia se habían producido los acontecimientos conocidos como «Vísperas Sicilianas», recogidas en una opera de Verdi, los cuales provocaron la expulsión de los franceses de la isla, junto con una gran matanza. A continuación, los sicilianos mandaron embajada a Pedro III, reconociéndole su derecho dinástico a la corona siciliana en virtud de su matrimonio con la hija del difundo Manfredo. Obviamente, el rey aragonés puso su flota rumbo a Sicilia, para amarrar en el puerto de Palermo el 30 de agosto de 1282, siendo coronado en dicha ciudad. Inmediatamente envió una embajada a Carlos de Anjou, que se encontraba en Mesina, instándole a reconocerle como rey de Sicilia y a abandonar la isla. La derrota de la flota angevina en Nicoreta, a manos del almirante Roger de Lauria, obligó a Carlos a dejar Mesina y refugiarse en su reino de Nápoles.
Todo ello causó gran desagrado a Martin IV que respondió excomulgando a Pedro III y deponiéndole como rey de Aragón, en 1282 y 1283, respectivamente. Pero no finalizó con ello el enfado del papa, sino que ofreció el reino de Aragón al segundo hijo del rey de Francia, Carlos de Valois, a quien invistió el 27 de febrero de 1284, y declarando una cruzada contra Aragón, entre 1284 y 1286, por su intervención en los asuntos sicilianos en contra de la voluntad papal.
Como es comprensible, la situación de Pedro III era sumamente inestable, y mucho más si a los agentes externos se le añaden los internos, como consecuencia de la situación económica provocada por la guerra siciliana. Sin embargo, el rey era un hombre de recursos, y, presuroso de quedarse libre para hacer frente a la invasión de los franceses, soluciona los problemas internos concediendo, en las Cortes de Tarazona (1283-84), la formación de la Unión aragonesa y prestando juramento al Privilegio General que defendía los privilegios de la nobleza; asimismo concedió al Condado de Barcelona la constitución “Una vegada l´any” en las cortes celebradas en Barcelona entre 1283 y 1284.
Tomada Gerona por el propio rey francés Felipe III en 1285, una flota aragonesa comandada por el gran Roger de Lauria infligió a la escuadra francesa una derrota total en las islas Formigues y a continuación una derrota en tierra en el barranco de las Panizas, cuando las tropas francesas se retiraban. Aquella victoria y aplastamiento de las tropas francesas le abrió el camino para tomar venganza de su hermano Jaime II de Mallorca y de su sobrino Sancho IV de Castilla, que lo habían abandonado a su suerte, sin prestarse asistencia ni ayuda militar alguna. A finales de octubre de 1285, cuando pretendía dirigirse a Barcelona se tuvo que detener en San Climent, en donde los médicos que acudieron no alcanzaron a restaurar su maltrecha salud, falleciendo el Grande el 11 de noviembre de 1285, en la localidad de San Martín, seguramente de una afección pulmonar. .
En su testamento, Pedro III dispuso que su cadáver recibiera sepultura en el Monasterio de Santes Creus, de la orden cisterciense. Las exequias del monarca se celebraron con gran solemnidad y el cuerpo del rey fue colocado en una urna de pórfido rojo, que el almirante Roger de Lauria trajo desde Sicilia. El rey Jaime II de Aragón, ordenó la erección de las tumbas del rey Pedro III el Grande, su padre, al mismo tiempo que disponía la creación de su propia tumba y la de su segunda esposa, Blanca de Nápoles. Se dispuso que los sepulcros se hallaran cobijados, como así se hizo, bajo baldaquinos labrados en mármol blanco procedente de las canteras de San Felíu, cerca de Gerona.
Como siempre ha sucedido, en diciembre de 1835, durante la Primera Guerra Carlista, tropas gubernamentales integradas por la Legión Extranjera Francesa y varias compañías de migueletes se alojaron en el edificio monacal, causando numerosos destrozos en el mismo. Las tumbas reales de Jaime II y su esposa fueron profanadas. Los restos de Jaime II, hijo de Pedro III, fueron quemados, aunque parece que algunos restos permanecieron en el sepulcro. La momia de la reina Blanca de Nápoles fue arrojada a un pozo, de donde fue sacada en 1854. El sepulcro de Pedro III, a causa de la solidez de la urna de pórfido utilizada para albergar los regios despojos, impidió que sus restos corrieran igual suerte.
En 2009 se hallaron los restos mortales del rey en su tumba de Santes Creus.3 Mediante una sofisticada técnica de endoscopia y una analítica de los gases contenidos en su interior, se ha podido comprobar que es la única tumba de un monarca de la Corona de Aragón que no ha sido nunca profanada.
Del matrimonio de Pedro III el Grande con Constanza nacieron;
Alfonso III de Aragón (1265-1291), rey de Aragón, Valencia y conde de Barcelona.
Jaime II de Aragón el Justo (1267-1327), rey de Aragón, Valencia, conde de Barcelona, rey de Cerdeña y de Sicilia.
Isabel de Aragón (1271-1336), «Santa Isabel de Portugal», reina consorte de Portugal por su matrimonio en 1288 con Dionisio I de Portugal.
Federico II de Sicilia (1272-1337), rey de Sicilia.
Violante (1273-1302), casada en 1297 con el infante Roberto de Nápoles, futuro Roberto I.
Pedro de Aragón (1275-1296).
Tres hijos naturales de su relación con María Nicolau, anterior a su matrimonio con Constanza, y de la relación que mantuvo alrededor de 1275-1280 con Inés Zapata, a quien le donó las villas de Llíria y Alzira en el Reino de Valencia, nacieron cuatro hijos ilegítimos.
Francisco Gilet
Bibliografia
Reglá, J. Francia, la Corona de Aragón y la frontera pirenaica, Madrid,
Lacarra, J.M.ª La Corona de Aragón. 1213-1336, en Historia de España fundada por R. Menéndez Pidal.