Baldomero Espartero, Príncipe de Vergara, Duque de la Victoria, Conde de Luchana, fue uno de los personajes más importantes del siglo XIX en la Historia de España. Nacido como Joaquín Baldomero Fernández-Espartero, en la comarca de Calatrava de Ciudad Real, fue un prestigioso militar y político decimonónico. Por su longevidad, de 1793 a 1879, se convirtió en un referente, que pasó de ser idolatrado al casi olvido actual.
Como militar participó como voluntario, primero, y posteriormente cadete, durante la Guerra de la Independencia. Vivió el Sitio de Cádiz, lo que le permitió conocer de primera mano los debates de la Constitución de 1812. Terminada la contienda contra los franceses, embarcó como teniente hacia las colonias, con el fin de sofocar las revueltas independentistas. Fue en América donde se curtió como militar estratega, a las órdenes de la Corona. Perteneció al que se llamó grupo de los «Ayacuchos”, militares leales a España, estando a punto de ser fusilado por Simón Bolívar. De regreso a la Península, en 1825, fue destinado a Pamplona, desde donde estableció su residencia en Logroño, la que muchos consideran su patria chica. Es aquí donde conoció a su mujer, Jacinta Martínez de Sicilia, de gran influencia en su vida personal y política.
Tras la muerte de Fernando VII y posterior estallido de las llamadas Guerras Carlistas, el ya general Espartero se convirtió en el principal militar de la causa isabelina. Destacó en la liberación de Bilbao, batalla de Luchana, donde a pesar de su cólico nefrítico, demostró gran arrojo y valentía. Fue este episodio el que marcó un punto de inflexión en su vida, pasando del mundo de la milicia al de la política. La reina regente, M.ª Cristina de Borbón-Dos Sicilias, le nombró Presidente del Consejo de Ministros, poniendo fin a la Primera Guerra Carlista. Mediante el “Abrazo de Vergara”, con el general carlista Rafael Maroto, concluyeron seis años de guerra civil. Es tras este episodio, cuando comenzaron sus divergencias con la regente. La situación se hizo rápidamente insostenible, provocando el exilio de M.ª Cristina con su nuevo esposo, Fernando Muñoz, duque de Riánsares. Espartero pasa a ser el nuevo Jefe del Estado, como Regente. Desde 1840 a 1843 gobierna España con mano dura. Fue esta dureza la que, a la postre, le hizo caer. El fusilamiento del político y militar, Manuel Montes de Oca, fue la gota que colmó el vaso. Montes, que había sido colaborador y ministro de Espartero, se unió y se levantó en las Vascongadas contra la dureza de aquél. El general Narváez consiguió que las Cortes declararan la mayoría de edad de la reina Isabel, finalizando la regencia de Baldomero Espartero. Este se exilió en Londres hasta 1848.
El Príncipe de Vergara, duque de la Victoria, conde de Luchana y varios títulos más, siguió siendo un protagonista de la España de entonces. Ya no tanto como brazo ejecutor, pero sí como oráculo influyente en los círculos políticos. Todavía gobernó entre 1854 y 1856, pero ya con la impronta y las ideas de Leopoldo O`Donnell. Se puede decir con certeza que Espartero, con sus errores y sus sombras, fue un gran patriota leal a España, su Historia y su Corona. Se mantuvo fiel a ésta durante “La Gloriosa”, defendiendo la legitimidad de Alfonso XII. Éste a la vuelta del exilio en París le agradeció su postura realizando hasta tres visitas a Logroño. El general había rechazado sucesivamente la Jefatura del Estado, primero como monarca y luego como presidente de la I República. Lo único que aceptó fue el título de Príncipe de Vergara, por ofrecimiento de Amadeo de Saboya.
Francisco Iglesias Guisasola