La historia de España está llena de hechos heroicos, portentosos, increíbles, magníficos. Pero también está llena de incidentes donde se muestra la generosidad de nuestra gente. Un ejemplo es el caso del Gneisenau y la actuación anónima y ejemplar de la gente humilde del pueblo de Málaga. El SMS Gneisenau fue un velero alemán de propulsión mixta y que sirvió en la marina alemana como buque de escuela para guardiamarinas. Os preguntareis que tiene que ver esta nave con la historia de España y la respuesta la encontrareis en el lugar donde finalizó su última singladura.
El buque alemán había nacido a finales de la década de 1870, como buque de apoyo a la flota alemana de cruceros. Se les encargo la patrulla de las aguas coloniales del imperio alemán y la protección de los intereses alemanes alrededor del mundo. Sin embargo, el siglo XIX conoció una revolución en el área industrial y la marina no fue una excepción. La nave, con su propulsión a vela y su batería bajo puente, ya no eran rival más que para pequeños barcos piratas en lejanos mares. Todos los de su serie fueron desguazados, pero el Gneisenau corrió mejor suerte y se le destinó a buque de formacion para la marina alemana. Adicionalmente, también realizaba labores diplomáticas, como el transporte de personal diplomático.
En una de estas tareas estaba envuelto cuando se presentó frente al puerto de Málaga en 1900. Venia de transportar a Marruecos una delegación diplomática que debía discutir asuntos económicos. En aquella época, Alemania intentaba desplazar a España y a Francia en el norte de África. La dotación del barco estaba compuesta por 466 tripulantes, de los cuales 51 eran guardiamarinas y nada menos que 210 grumetes de corta edad, que estaban destinados a ser marineros o suboficiales.
El Gneisenau, era un barco obsoleto militarmente, pero con notables capacidades náuticas. Era robusto y había ya afrontado diversas tormentas en casi todos los mares del mundo. Su comandante, Krestchmann, era experimentado y las cartas náuticas alemanas indicaban que el fondo marino a 700 metros al sureste del espigón de Levante del Puerto de Málaga, era el adecuado para fondear en invierno. Los marinos alemanes, no debieron consultar a los pescadores locales, que ya sabían que el fondeadero no era el adecuado en situación de levante.
El Gneisenau salía periódicamente a efectuar prácticas de tiro en el mar de Alborán pero el 25 de noviembre entró en puerto para efectuar reparaciones menores. El caso es que el 15 de diciembre se encontraba ya reparado en el exterior del puerto, en su fondeadero habitual, listo para salir a realizar prácticas cuando el tiempo cambio. Fuertes rachas de viento y lluvia azotaron la zona. Las autoridades portuarias de Málaga, conocedoras de las malas pasadas que puede jugar el Mediterráneo, enviaron un mensaje al comandante Krestchmann aconsejándole que entrara en puerto o alejara la nave de la costa. Sea por la razón que fuere, este no hizo caso del mensaje y mantuvo la Gneisenau a 700 metros del dique. Distancia que consideró suficiente.
El 16, el viento arreció, en dirección a la escollera y se empezó a ver que se había tomado una mala decisión. A las 10,00 de la mañana, fuertes rachas empujan al buque que no se mueve gracias al anclaje de babor. Krestchmann ordena aumentar la presión de la caldera de servicio y poner en marcha la auxiliar. El jefe de máquinas, Richard Prufer, comunica que tienen que pasar 45 minutos antes de que las calderas pudiedan entrar en servicio para dar a la maquina régimen de “avante muy despacio”. A las 10,45, el ancla de babor se arrastra sobre el fondo marino y el Gneisenau empieza a acercarse al espigón. Krestchmann toma una mala decisión y ordena izar el ancla y dar máquina avante, sin embargo la presión de vapor no es suficiente y el barco se detiene. La maniobra de emergencia de fondear el ancla de estribor, no da resultado, ya que el fondo no es todo lo favorable que los expertos militares anunciaban. Los pescadores españoles locales eso ya lo sabían. El buque está sentenciado.
Las campanas de Málaga empiezan a tocar a rebato, para reclamar ayuda para la nave alemana. Todos en la ciudad ya saben que la Gneisenau, no tiene salvación. A las 11,05 golpea por primera vez contra la escollera y se abre una vía de agua que inunda la sala de máquinas y provoca la explosión de una caldera. Unos treinta tripulantes consiguen saltar a tierra desde el buque, pero el temporal arrecia y los botes que consiguen ser arriados, son arrastrados y destruidos contra las rocas.
Angel Tou, patrón de un pesquero que acaba de entrar en puerto, fue de los primeros en prestar ayuda. Recogió un cable lanzado desde la nave y lo mantuvo con sus manos consiguiendo que 15 tripulantes saltaran a tierra, antes de que las fuerzas le fallaran. El cable era demasiado corto y no llegaba a ningún punto de amarre. Otro grupo de personas, entre los que estaban Bernabé Guerrero, práctico del Puerto; José Sellés, capitán del vapor «Marqués de Luque»; Ramón Burgos, patrón de un pesquero y el pescador Vicente Mínguez, tendieron un cabo firme entre el buque y el espigón, a través del cual muchos tripulantes salvaron la vida.
Varios botes de pesca intentaron salvar a los marinos arrastrados al agua y varios de ellos también zozobraron y sus tripulantes terminaron en el agua.
Finalmente 41 tripulantes fallecieron, entre ellos su comandante, pero lo más impactante es que doce malagueños también murieron intentando salvar a los náufragos. No es muy normal un número tan crecido de defunciones entre los rescatadores en casos parecidos. La prensa mundial se hizo eco del suceso, exaltando la ayuda desinteresada del pueblo malagueño. El gobierno alemán reconoció oficialmente el hecho e hizo un importante donativo al Hospital Noble. En 1907, hubo una intensa riada, que afectó gravemente a la ciudad. Fue 24 horas más tarde cuando se organizó una colecta en Alemania que reunió el dinero suficiente para financiar la construcción de un puente en el barrio afectado. Todavía hoy, el puente de Santo Domingo, es recordado por la ayuda alemana, fruto de una desinteresada colaboración.
Cuando nos ponemos, los españoles, somos capaces de las acciones más altruistas, arriesgando nuestras vidas sin esperar nada a cambio.
Manuel de Francisco Fabre
https://es.wikipedia.org/wiki/SMS_Gneisenau_(1880)
https://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2017/03/05/naufragio-fragata-gneisenau/914016.html