El 6 de enero en España las familias nos reunimos para celebrar los Reyes Magos, cuando los pequeños -y no tan pequeños- nos congregamos en familia para abrir los regalos de tan mágico día. Pero ese día tiene otra conmemoración en España. Esa mañana muchos militares visten su uniforme de gala para acudir a un acto castrense solemne. Con ellos va el primer soldado de España, S.M. el Rey. Veamos qué motiva esa celebración.
Tras el descubrimiento de América y con el dominio de los Océanos Atlántico y Pacífico, España creó un vasto territorio de desarrollo económico y social, que fue acompañado de la Evangelización católica y de la creación de ciudades y universidades, que hicieron de la corona de España el objeto a batir por parte de Inglaterra, que no había descubierto nada y veía con envidia todo aquel desarrollo.
Los ingleses iniciaron una actividad beligerante contra España, sin previas declaraciones de guerra la mayor de las veces, siendo múltiples las acometidas inglesas contra los intereses españoles. Ejemplo de ello son el ataque a la ciudad de Veracruz en 1568, o a Santo Domingo y a Cartagena de Indias entre 1567 y 1568, violando la situación de paz que reinaba en esos momentos. O a La Coruña en 1589 -con su «Contraarmada»-; o en 1595 contra las islas Canarias y contra San Juan de Puerto Rico. Al año siguiente, en 1596, atacaron también Portobelo en Panamá. En Cádiz ejecutaron los saqueos de 1587 y 1596, y un intento de conquistarla en 1625 (en este caso acompañados por los holandeses).
En el siglo XVII Inglaterra organizó una flota permanente con el objetivo de ir atacando los intereses españoles en el Nuevo Mundo. Además, en 1655, intentaron invadir la actual República Dominicana. Al fracasar lo pretendieron hacer en Jamaica, lo que tampoco consiguieron. Ese mismo año (1695) los ingleses intentaron bloquear el estrecho de Gibraltar, en la idea de capturar la Flota española de Indias, sin conseguirlo.
Entrados en el siglo XVIII, concretamente en 1704, nos usurparon Gibraltar usando la treta de intervenir en la Guerra de Sucesión española con una flota angloholandesa para que la plaza de Gibraltar quedara en el bando del pretendiente al trono Archiduque Carlos y, al ver que éste perdía, se la quedaron para ellos en el Tratado de Utrecht (1713) que declaró formalmente el fin de la guerra, aunque las contiendas habían cesado en agosto de 1712. De nuevo lo intentaron contra Cartagena de Indias en 1740. En el Pacífico actuaron de similar manera, atacando sistemáticamente los territorios españoles y a los buques del Galeón de Manila, forma de denominar la ruta marítima que unía lo que hoy es México con Filipinas.
En ese estado de cosas, en 1779, España y Francia firmaron el Tratado de Aranjuez, por el cual España decidía intervenir en la guerra de Independencia de los Estados Unidos junto a Francia y contra Inglaterra. Dicho acuerdo establecía recuperar Menorca, ocupada por los británicos desde 1708, pues al igual que con Gibraltar, habían aprovechado el transcurso de la Guerra de Sucesión española para arrebatarnos la isla. En principio hasta aquel momento el mayor esfuerzo militar se había centrado en Gibraltar, pero pasaban los años y el asedio del Peñón permanecía estancado. El Conde de Floridablanca decidió por ello prestar la atención a Menorca, en la idea de que una rápida conquista elevaría la moral.
Tuvimos que recuperar Menorca por la fuerza, nunca nos la habrían devuelto; campaña militar que se inició el 23 de julio de 1781 con una flota franco-española compuesta por 70 buques y 8.000 soldados a bordo, tropas de Infantería de Marina española. Al mando de la fuerza de desembarco iba el duque de Crillon, que atacó Mahón el 19 agosto, rindiendo el fuerte de San Felipe. Ciudadela y Fornells fueron ocupadas con escasa resistencia.
Y es así como estaba el patio cuando un 6 de enero de 1782 se instauró esta solemne ceremonia castrense. Y lo fue por el júbilo y alegría que produjo en toda España que se recuperara la isla de Menorca del inglés. No era para menos vistos los antecedentes. Carlos III ordenó a los virreyes, capitanes generales, gobernadores y comandantes militares que, en la fiesta de la Epifanía, reuniesen a las guarniciones y transmitieran en su nombre, a jefes y oficiales de los ejércitos, su felicitación.
Manteniendo la tradición, cada 6 de enero se organizan en España diferentes actos presididos por el general o almirante al mando en La Coruña, Barcelona, Cartagena, Rota, Valencia, Sevilla, Santa Cruz de Tenerife, Palma de Mallorca, Ceuta y Melilla.
En Madrid S. M. el Rey, con la asistencia del presidente del Gobierno y los ministros de Defensa e Interior, recibe en el Palacio Real a una representación de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Además S. M. el Rey pasa revista a la Guardia Real, que forma en la plaza de la Armería de palacio.
El inglés siguió haciendo de las suyas: en 1797 volvieron a intentar invadir Santa Cruz de Tenerife -donde Nelson perdió su brazo- y también Puerto Rico. Y Ferrol en agosto de 1800, al que siguió un nuevo intento contra Cádiz en octubre de ese mismo año, sin que se ejecutara debido al mal tiempo. En los años 1804, 1806 y 1807 perpetraron ataques como intento de invasión en Buenos Aires, Montevideo y en Venezuela, además de invasiones en el Río de la Plata. Y así es la historia…
La Pascua Militar es un recuerdo de todo ello, en solemne acto castrense con el que se inicia el año militar, lo que se aprovecha para realizar un balance del año anterior y se marcan las líneas de acción a desarrollar en el que arranca. El año que viene, el 6 de enero, a partir de ahora usted se acordará de tantos militares que, acompañando a S.M. el Rey, se visten de uniforme de gala y acuden a Palacio para celebrar la Pascua Militar. Mientras, en las casas españolas, padres e hijos disfrutan al abrir los regalos de los Reyes Magos.
Honor y Gloria a nuestros héroes.
Antonio Deudero