Todo cuanto se logra saber de su autor, Benjamín de Tudela, lo hallamos en lo que podría considerarse el primer libro de un viajero de la Alta Edad Media. Benjamín se declara hijo de Jonás de Tudela, Navarra, nacido por allá 1130, siendo, al parecer, un gran conocedor de las leyes judias, rabino y dominador del hebrero, del árabe, del griego y del romance navarro hablado por aquellos tiempos en las tierras navarras.
Reinando en Navarra Sancho VI el Sabio, sin tener constancia exacta de sus motivos, Benjamín inició sus viajes. Hay pareceres que lo relacionan con el comercio de piedras preciosas, con contactos con los orfebres judíos que se hallaron en sus caminos.
Su Libro de Viajes (Sefer Massoat) fue publicado en hebreo en Constantinopla en 1543, por un autor anónimo que recopiló las notas e impresiones recogidas por Benjamín en sus desplazamientos. Resulta llamativo lo pormenorizado de sus desplazamientos, así como el detalle que va haciendo de rutas, paisajes, edificios y monumentos que contempla en las distintas ciudades que halla en su recorrido. Lo inicia en Tudela, desciende por el valle del Ebro: Zaragoza, Tortosa, Tarragona, Barcelona y penetra en Provenza a través de Gerona. Se embarca en Marsella y viaja a Génova, Pisa, Lucca y Roma, ciudad en la que debió detenerse durante un tiempo, a juzgar por el minucioso relato que ofrece de sus monumentos.
Abandona Roma y se dirige hacia el sur. Cruza el mar Egeo (islas Mitilene, Chíos, Samos, Rodas) hasta Chipre. Ya en tierra firme, se detiene en Constantinopla, con una descripción detallada de sus condiciones económicas y sociales; pasa por Antioquía, Sidón y Tiro, entrando en Palestina por Acre, en aquellos momentos en manos de los cruzados. Recorre el país y describe detalladamente los Santos Lugares, dejando un documento de especial interés para el conocimiento de la Palestina de aquella época, con alusión a las diversas comunidades étnicas y religiosas de la zona, incluidas confesiones minoritarias, como los drusos.
De camino hacia el Norte, pasa por Tiberíades, Damasco, Alepo y Mosul, con un itinerario difícil de precisar. Llega a Bagdad, ciudad que describe con mayor extensión que cualquier otra, De regreso se detiene en El Cairo y Alejandría, dejando un relato pormenorizado de la vida de los judíos en dichas ciudades. Embarca luego hacia Sicilia, con descripción minuciosa de Palermo. Una demostración de tal amor por el detalle en Benjamín, lo hallamos en la descripción que nos ha dejado de Pisa;
Pisa – De Génova a Pisa hay dos jornadas. Es una ciudad muy grande y en ella existen unas diez mil torres en sus casas para luchar en tiempos de discordias; todos sus hombres son valientes; ni hay rey ni hay príncipe que los gobierne, sino tan solo cónsules que ellos mismos nombran. En ella viven unos veinte judíos cuyos jefes son (…). No está circundada por muralla alguna y se encuentra a seis millas del mar, entran y salen de ella en embarcaciones por el rio que atraviesa la ciudad».
Si bien no hay exacta constancia de la finalidad de sus viajes, lo cierto es que, la pulcritud, exactitud y descripción de los lugares y rutas visitados por Benjamín permiten intuir su deseo de facilitar a los futuros viajeros los caminos y ciudades que pudieran encontrar en sus recorridos. El sistemático análisis del número de días de marcha de una comunidad judía a otra, las riquezas, los modos de gobierno, las actividades mercantiles, la seguridad de los caminos y vías marítimas, debieron ser elementos de gran ayuda para los futuros comerciantes que pretendían ampliar sus áreas de negocio. Es más, su descripción ha permitido conocer el lugar exacto de la antigua Babilonia, que Benjamín sitúa correctamente en las colinas que rodean la actual población de Hilla.
Benjamín de Tudela seguramente finalizó sus viajes regresando a Castilla en 1175, muriendo sin haber podido poner en orden sus notas y fichas, labor que efectuó un autor anónimo que prologó el texto.
Este Libro de Viajes conoció diversas ediciones a partir de la primera en Constantinopla, en 1543. Surgió, en 1575, la edición latina realizada por Benito Arias Montano, en Ámsterdam y en 1583 aparecerá otra versión latina posterior, seguida en 1666, de una holandesa y otra en yidish. También ha conocido diversas versiones traducidas al castellano.
No cabe duda alguna de la propiedad de lo relatado en el texto, ni del afán viajero del navarro hebreo que pudo desplazarse, en pleno siglo XII, desde Tudela hasta la mismísima Babilonia sin impedimento alguno,, superando dificultades sin cuento, con descripciones magistrales de las ciudades que hallaba a su paso o bien eran un destino fijado. Un texto maravilloso que se cierra con algunas narraciones relativas a Bohemia, Croacia, Rusia y Francia, por si restaba algo por relatar al intrépido navarro.
Aunque bien pudiera intuirse otro motivo más en el espíritu viajero de Benjamín. En el siglo XII lo último que se sabía del mundo había sido recogido por el Imperio romano, desaparecido cientos de años atrás y a nadie parecía interesarle emprender expediciones o embajadas por latitudes ignotas. Para los judíos, sin embargo, saber sobre el destino de los hebreos repartidos por la tierra constituía casi un deber, tal vez la única forma de conservar algo parecido a un espíritu nacional. Un espíritu que hoy se conserva con mayor ímpetu si cabe.
Francisco Gilet
Me ha parecido muy interesante la información dada sobre Benjamín, gracias
Me gustaría conocer alguna publicación en castellano o español del Libro de Viajes de Benjamín de Tudela, con indicación de la Editorial y la forma de poder adquirirlo. En estos tiempo tan desconcertantes, en los que tan poco interés en general tenemos de nuestra historia y nuestra cultura, me resulta apasionante poder penetrar en el conocimiento y en las vidas de los que nos precedieron. Gracias
Buenas noches, le indico dónde hallar el libro de Benjamin. https://certeza.com/producto/libro-de-viajes-de-benjamin-de-tudela/
Igualmente, en https://www.casadellibro.com/libro-libro-de-viajes-de-benjamin-de-tudela-2-ed/9788472130944/139892
Muchas gracias por su interés.
F.G.