En 1539, todavía no habían pasado 50 años del avistamiento de América por Colon y los españoles ya habían hecho los principales descubrimientos en aquellas regiones. Hernán Cortes había encontrado el imperio mezquita en el actual Méjico y Francisco Pizarro se había enfrentado con el imperio inca en el sur. Sin embargo la tarea de exploración no había terminado. Se sabía que al norte del territorio dominado por los aztecas, habían enormes superficies donde podían esconderse otros imperios a conquistar.
Anteriormente había habido otras exploraciones. Juan Ponce de León en 1513, había explorado la costa de la Florida e intentado fundar una colonia, que fue barrida por los ataques de los indígenas. En 1526, Lucas Vázquez de Ayllon, intentó de nuevo la fundación de una colonia en la costa de la Florida, que también fracasó. En los dos casos, los exploradores habían cartografiado la costa, pero sin arriesgarse a adentrarse en el interior.
En 1528, Pánfilo de Narváez, arribó a Florida con la intención mixta de instalar un asentamiento permanente y explorar el interior. Murió en el intento, pero su lugarteniente, Alvar Cabeza de Vaca sobrevivió y anduvo desde el Misisipi hasta Culiacan en Nuevo Méjico y dejó una relación de todo el suroeste de los Estados Unidos.
En dicha relación claramente se dice que no había jamás encontrado ningún imperio organizado, sin embargo todo puede interpretarse de muchas formas y el caso es que nadie se había adentrado en el sudeste de los actuales Estados Unidos. ¿Qué había allí?
Este estado de ánimo alentó dos grandes expediciones. La de marcha de Coronado, en 1540, que acabó de explorar lo que había pisado Cabeza de Vaca y la expedición de Hernando de Soto en 1539.
Después de casi un año de cuidadosos preparativos, la expedición partió de La Habana en 1539, llegando a Tampa en la costa meridional de La Florida a finales de mayo, aunque no se hizo el desembarco oficial hasta el 10 de junio. La composición de armada era considerable ya que nueve barcos habían desplazado a más de 620 hombres y 220 caballos. La composición de la expedición era de lo más variada, y estaba formada por sacerdotes, artesanos, agricultores y comerciantes. Algunos con sus familias y muchos de ellos venían desde sus poblaciones de origen en la península ibérica de donde no habían salido jamás. Su objetivo era descubrir, conquistar y fundar poblaciones estables.
La zona de desembarco era ya conocida y se tenían noticias de sus insalubres condiciones climáticas, por lo que se decidió adentrarse tierra adentro para encontrar un lugar apropiado para instalarse. Ello les llevó a un periplo que recorrió todo el sudeste de los Estados Unidos. Georgia, las Calorinas, Tennessee, Alabama, Misisipi, Arkansas, Oklahoma, Luisiana y Texas, fueron recorridos en un increíble viaje de dos años, cuando Hernando de Soto murió a orillas del Misisipi.
La expedición se podía haber desintegrado por falta de liderazgo pero no fue así. Luis de Moscoso Alvarado, había sido designado por Hernando de Soto como su sucesor y todavía tuvo ánimos para adentrarse en los más profundo de Texas, pero se encontraron con una región desértica que no permitía sobrevivir a la expedición. Volvieron hacia atrás y a orillas del Misisipi de nuevo, construyeron unos bergantines capaces de navegar por el rio hasta la desembocadura y desde ahí bordear el Golfo de Méjico hasta alcanzar posesiones españolas.
Llegaron a la ciudad fronteriza de Panuco tan solo 311 sobrevivientes y allí descansaron un mes. La idea era de volver a Ciudad de Méjico y rendir cuentas al virrey Antonio de Mendoza y Pacheco. Aunque parezca mentira, aun ahí hubieron serias discusiones, porque algunos querían volver para explorar más concienzudamente la zona del rio del Misisipi e intentar establecer un asentamiento. El temple de aquellos españoles no tiene nada que ver con los que actualmente habitamos en la Península.
La expedición estuvo bien documentada y contribuyó en gran medida al conocimiento europeo de la geografía, biología y etnología del Nuevo Mundo. Las descripciones que dejaron son en gran medida la única descripción europea de los hábitos de los indígenas antes de que se pusieran en contacto con los europeos. Los hombres de Hernando de Soto fueron casi los únicos que presenciaron la cultura del Misisipi y la describieron
Después de esta expedición y la de Coronado, la Corona española reconsideró la actitud de España hacia las colonias del norte de Méjico y a partir de aquel momento sus esfuerzos se concentraron en misiones en Florida y a lo largo de la costa del Pacifico.
Manuel de Francisco Fabre
Hernando de Soto – Wikipedia, la enciclopedia libre
Expedición de Hernando de Soto en La Florida – Wikipedia, la enciclopedia libre