Agustina Raimunda María Zaragoza Doménech

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Nació en Reus o en Barcelona, el 3 de marzo de 1786 y murió en Ceuta el 29 de mayo de 1857.

Su actitud heróica no se limita a la desarrollada en Zaragoza con motivo del Sitio llevado a cabo por los franceses en la Guerra franco británica para la dominación de España, vulgo Guerra de la Independencia, pero es esta la ocasión que da lugar a que sea conocida como Agustina de Aragón o La Artillera.

Pero, ¿qué justifica la presencia de Agustina en Zaragoza el 2 de julio de 1808? No otra cosa que el hecho de seguir a su marido, militar que tras la batalla del Bruch fue destinado a esa ciudad… Sin embargo, la familia no se reunió sino al final de la guerra.

El asedio, encabezado por el general Lefebvre comenzó en junio de 1808. El día 15 dio comienzo el sitio, que duraría sesenta y un días y sería levantado el 14 de agosto por el general Verdier, que había sustituido a Lefevbre.

Es el caso que ese 2 de julio de 1808, en el fragor de la batalla, con un ejército francés en manifiesta avanzada, se producía la muerte de los artilleros que servían un puesto en el baluarte del Portillo. La puerta quedaba abierta al invasor…, pero, allí estaba Agustina de Aragón, que como otras mujeres servían a los defensores. Dio un paso más, se hizo cargo de la pieza de artillería, consiguiendo levantar el ánimo de los defensores, que de inmediato vieron reforzado el puesto con nuevos combatientes, mientras decaía el empuje de los asaltantes, que se batieron en retirada. ¿Fue definitiva esa acción?… Probablemente no y probablemente sí. Las tropas francesas no pudieron cubrir unos objetivos que tenían al alcance de la mano, y hubieron de levantar el asedio el 15 de agosto.

La gesta de Agustina de Aragón tuvo especial significado por los efectos directos que sobre el asedio comportó su actitud, pero en conjunto no puede decirse que se tratase de una excepción, salvo en el resultado, y fue al fin el resultado lo que acabó convirtiéndola en un ejemplo. Su heróico comportamiento fue reconocido públicamente por Palafox, que  le concedió dos escudos de honor con el lema Defensora de Zaragoza y Recompensa del valor y patriotismo.

Viendo en medio que estaba haciendo fuego, con un cañón de a 24, se lanzó al cañón, arrancó de la mano del muerto la mecha y siguió con la mayor intrepidez dando fuego a la pieza todo el tiempo que duró el ataque, a la voz ¡Viva España, Viva mi Rey Fernando! que no dejaba de proferir.

La actitud de Palafox no se limitó a lo relatado. Bien al contrario, admitió a Agustina en el cuerpo de artilleros, si bien como artillero raso, pero es el caso que esa situación le posibilitaba el derecho a comer el rancho que comían los soldados, asunto no menor en una ciudad sitiada. Los galones vendrían después.

Su actuación heroica le reportó ser conocida y reconocida en toda España y, cosa extraña, le reportó premios merecidos. El 30 de agosto de 1809 le fue concedido el grado de subteniente de artillería, el escudo de Defensora de la Patria, el Escudo de Distinción, y en 1814, Fernando VII le concedió un aumento de 100 reales de vellón al mes sobre su sueldo y la Cruz de Distinción otorgada “a los Generales, jefes, oficiales y demás individuos que se hallaron en el primer sitio de la inmortal plaza de Zaragoza”.

Cuatro meses después de la primera gesta, el 20 de diciembre, da comienzo el segundo sitio, que ocuparía hasta el 20 de febrero de 1809. Ahora Agustina era sargento y su puesto de servicio estaba en la batería de la Puerta del Carmen, lugar en que se haría merecedora de nuevos honores el 31 de diciembre, cuando en el convento de la Trinidad logró quitarle la caja a un tambor francés y recuperar armamento.

Pero el 20 de febrero de 1809, azotada por la peste, fue tomada Zaragoza por los franceses y entre los prisioneros estaba Agustina, quién tras fallecer su hijo consiguió escapar para continuar su vida de artillera. Se presentó en la Junta Provincial de Teruel donde se reincorporó al ejército y continuó batallando contra los franceses hasta el final de la contienda en 1813.

Recorrió España dando ánimo a los ejércitos y participó en combates, extendiendo su actividad hasta el 21 de junio de 1813, cuando participó en la Batalla de Vitoria contra las fuerzas francesas que escoltaban la huída de José Bonaparte.

Murió en Ceuta el 29 de mayo de 1857, a los 71 años de edad, y fue enterrada en el cementerio de Santa Catalina. En 1870 sus restos fueron trasladados a Zaragona y depositados  en el Pilar, de donde fueron trasladados, el 14 de junio de 1908, a la capilla de la Anunciación de la Iglesia de Nuestra Señora del Portillo.

Cesáreo Jarabo

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