Aunque las leyes internacionales existentes en el momento reconociesen los derechos adquiridos por una nación sobre nuevos territorios, las potencias europeas del momento no aceptaron el hecho del descubrimiento y conquista de América, y consiguientemente volcaron todos sus esfuerzos en combatir a España en todos los campos.
Sin lugar a dudas, la leyenda negra fue su principal bastión al mostrarse incapaces de someter a España con las armas. Eso llegaría después, cuando la propia España llegó a creerse las infamias creadas contra ella.
Entre tanto, desarrollaron un sofisticado sistema delictivo que obligó a España a tomar las debidas, y más que efectivas medidas.
En ese orden, y para proteger los barcos que cruzaban el Atlántico de los ataques piráticos organizados en Francia, Holanda e Inglaterra, España desarrolló un sistema de defensa que resultó de una efectividad inaudita. No era otro que la Armada de la Guarda de la Carrera de Indias, o sencillamente Flota de Indias, que tuvo efecto con Carlos I y que se desarrolló a plenitud con Felipe II, cuando se complementó con el Galeón de Manila, con lo que se completó una red de comunicaciones a nivel planetario.
Las medidas tendentes a la protección habían empezado ya con el segundo viaje de Colón, donde sus 17 buques iban pertrechados con artillería… y en 1501 se redactaron las primeras ordenanzas contra la piratería, que se centraba en Canarias, Azores y Antillas, siendo que doce años después, naves de guerra comenzaron a patrullar las rutas, que eran surcadas por naves solitarias.
Fue en 1522, cuando Juan Florín, corsario al servicio de Francia se apoderó de dos naves enviadas por Cortés, se planteó la necesidad de no permitir la partida de naves solitarias, y en 1526 son organizadas las expediciones flotas compuestas por barcos de menos de dos años y más de 300 Tn, que debían ir artilladas, sistema que consolidaría el año 1543 y estaría limitado en puertos, fechas y derrotas. Finalmente, el 10 de julio de 1561 se crearía la Flota de Indias, que perduraría hasta el año 1778, cuando se promulgó la Ley de Libre Comercio.
En un británico, John Maynard Keynes, quién da cuenta de esta actividad, señalando:
Creo, en efecto que los comienzos de la inversión británica en el extranjero se hallan en el tesoro que Drake robó a España en 1560.
Aquel año regresó a Inglaterra trayendo con él el prodigioso botín del Golden Hind. La reina Isabel era una accionista importante de la empresa que había financiado la expedición. Con su parte, la reina Isabel pagó la totalidad de la deuda exterior de Inglaterra, equilibró su presupuesto y se encontró con unas 40.000 libras en la mano.
Y es que, desde 1560 y hasta el siglo XVIII, Inglaterra fue el principal proveedor de piratas, de entre cuya larga nómina tienen más renombre John Hawkins y Francis Drake merced a sus osadas intervenciones, de las que, cuando topaban con la armada española, salían escaldados. Tal sucedió, por ejemplo en San Juan de Ulua el 22 de septiembre de 1568, cuando el capitán general Francisco de Luján hundió cuatro naves a la flota de Hawkins-Drake, mató a unos quinientos piratas y recuperó el producto de sus robos.
El relato de enfrentamientos en los que la Armada española puso en fuga a los piratas ingleses puede llegar a ser tedioso.
Pero no eran sólo ingleses. También franceses y holandeses eran aficionados a recibir las caricias de la Armada española, gracias a la cual, sus éxitos pueden ser numerados y relatados con tranquilidad. Así, capturaron una flota en Tenerife el año 1657; pasarían 45 años para que hiciesen presa en otra flota frente al cabo Santa María, siendo embarcaciones sueltas las que fueron asaltadas, y con las que alcanzarían gloria en Inglaterra. La verdad es que la mayoría de los asaltos fueron solventados favorablemente por la Flota de Indias.
Y todos, gracias al buen engranaje de toda la maquinaria relacionada con la Carrera de Indias, que comportaba la coordinación de la Flota de Indias con la Flota del Caribe. La Flota del Pacífico Septentrional y la Flota del Pacífico Meridional, son otro capítulo que tiene más relación con la actividad del Galeón de Manila, que empezó a prestar su servicio en 1576.
La Flota del Caribe estaba compuesta por barcos ligeros que conectaban entre sí todos los puertos del Caribe, los de Tierra Firme, México y Centroamérica.
Todo este aparto de defensa (entre el 10 y el 20% de los barcos en expedición eran buques de guerra), comportaba un gasto que era atendido con impuesto, el conocido como “de avería”.
Si el viaje de ida era peligroso, el de vuelta era más peligroso, no sólo por las inclemencias del tiempo, que obligaban a iniciar la vuelta antes del 10 de agosto, sino por el peligro que representaban ingleses, franceses y holandeses.
Pero si el peligro generado por la naturaleza hizo que entre 1540 y 1650 se perdiesen 519 barcos (el 4,71% de los 11.000 buques que hicieron el tornaviaje), la acción de los piratas costó, en ese mismo periodo, 107 embarcaciones (el 0,97%). Un éxito que no puede ser sustraído a la Flota de Indias, que dejó de existir el año 1778 con el Reglamento de Libre Comercio.
Cesáreo Jarabo