Biblia Poliglota Complutense (10 enero 1514)

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En un frio invierno de 1514, en la ciudad castellana de Alcalá de Henares, se inició la impresión de una biblia en cuatro idiomas, el latín, el griego, el hebreo y el arameo. Su impulsor fue el cardenal Cisneros, Francisco Jiménez de Cisneros, y prácticamente el costo de la operación corrió a su cargo.

La imprenta había sido inventada hacia casi 70 años atrás en 1450 y fue una invención que permitió abaratar enormemente el costo de producción de los libros. Hasta aquel momento toda obra literaria debía ser copiada a mano de forma laboriosa y cara, carísima más bien, requiriendo además de mano de obra especializada y de extrema formación. La imprenta permitió que solo un pequeño grupo de expertos se ocupara de la formación de los elementos en la “caja” o “galera” donde se colocaban los tipos o caracteres. Después el resto del proceso era repetitivo y no requería de nadie con conocimientos literarios. Solo hacía falta ser limpio para manejar el papel y la tinta y tener fuerza para manejar la prensa. Se acabaron los tiempos en que para hacer un libro hacían falta decenas de copistas que a mano escribían sobre el soporte, papel u otro, lo que ponía en el documento original.

Podría creerse que la imprenta se utilizara fundamentalmente para la copia de libros religiosos, pero no todo es oro lo que reluce, y rápidamente, avispados emprendedores descubrieron que se podía ganar buenos dividendos, copiando libros de caballerías, que serian los folletines modernos, o pequeños opúsculos, que es lo que hoy podríamos considerar como publicidad. El caso es que el Cardenal Cisneros, pensó que era el momento de emplear la nueva tecnología para dar un empuje al estudio de las Sagradas Escrituras.

Desde el comienzo tropezaron con el mismo problema con que se encuentra cualquier estudioso que pretende analizar un documento antiguo ¿Qué texto es el original? Evidentemente no hay respuesta para este tipo de preguntas cuando el texto es muy antiguo y menos todavía cuando, como en la Biblia, hay varios libros en la misma obra.

Cisneros abordó el problema desde el primer momento y comenzó la compra de documentos antiguos y en el caso en que estos no estuvieran en venta, negoció el préstamo o el intercambio temporal. Todo ello bajo su financiación particular.

Sea como fuere, había que solventar otros dos problemas. Uno era el de encontrar un lugar donde pudieran trabajar los eruditos que debían analizar los textos, hacer las traducciones y darles la forma final. Otro era el de encontrar el técnico capaz de organizar el taller de imprenta que debía dar forma final a la obra.

En 1499 y bajo el impulso del mismo Cisneros, se había inaugurado la Universidad de Alcalá de Henares, llamado Complutense porque dicha ciudad se denominaba Complutum durante la época romana. Las instalaciones eran de reciente fábrica y se disponían de todos los servicios necesarios para que los eruditos pudieran desarrollar su trabajo y Cisneros decidió que ahí debían instalarse quienes trabajaran en el proyecto.

Y ahí se instaló el impresor Arnao Guillén de Brocar, originario de lo que posteriormente sería el Departamento de los Pirineos Atlánticos en Francia. Había empezado a trabajar en Toulouse, pero a los treinta años, en 1490, se instaló en Pamplona y en 1501 pasó su taller a Logroño, donde imprimió una serie de obras que llamaron la atención del cardenal Cisneros, que le requirió para que se mudara a Alcalá de Henares.

Fue una acertada decisión la de Cisneros. La tarea de impresor no solo era la de escoger los materiales y utilizar una prensa. Había que diseñar uno a uno, los “tipos”, caracteres, que después debían imprimirse y eso era de vital importancia en una obra en la cual debían convivir cuatro alfabetos distintos. El resultado fue magistral y la Biblia Complutense es de una belleza estética indudable, pero además es de una practicidad única en aquel momento, ya que en la misma página, los eruditos que debían manejar la información se encontraban con el mismo texto en la misma página en distintos idiomas, lo que facilitaba enormemente las tareas de investigación y estudio.

La parte intelectual estuvo bajo la dirección de Diego López de Zúñiga y bajo su egida trabajaros judíos conversos, helenistas cretenses y expertos católicos. Su labor fue tan minuciosa y tal calidad, que cuando se descubrieron los Manuscritos del Mar Muerto o Rollos de Qumrán en 1947, su estudio puso de manifiesto que algunos pasajes de la Biblia Complutense que se consideraban erróneos o inventados, eran realmente correctos y que evidentemente estaban basados en documentos que Cisneros había encontrado pero que posteriormente se habían perdido.

La Biblia Complutense es una obra típica del Renacimiento cuya cuna se considera fuera de la Península Ibérica, sin embargo fue concebida en suelo patrio y por un español. Una prueba mas de que la Leyenda Negra no fue más que eso, una leyenda.

Manuel de Francisco Fabre

https://www.religiondigital.org/arte/Biblia-Poliglota-Cisneros-cumple-anos_0_1571842833.htmlBiblia políglota complutense – Wikipedia, la enciclopedia libre

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