La Humanidad tiene cosas que agradecer a Palos de la Frontera; una de ellas es, sin lugar a dudas, ser la patria chica de Antón de Alaminos, un personaje que nació en una fecha indeterminada entra 1480 y 1488 y del que se deja de tener noticias en 1520.
Corta vida de un piloto y descubridor que en 1502 embarcó como grumete en el cuarto viaje de descubrimiento llevado a cabo por Cristóbal Colón, lo que señala 1488 como más probable año de nacimiento, atendiendo la función marinera que le fue asignada.
Un grumete que en breve espacio de tiempo se señalaría como un hábil marinero que acabaría significándose y ganándose un puesto en la historia que por otra parte le ha sido negado durante siglos, siendo que destacó como piloto en el descubrimiento de la costa centroamericana, desde el archipiélago de las Guanajas en la costa de Honduras a 16º Norte, hasta el cabo Mármol en Panamá a 9º Norte.
Si su desarrollo como piloto es motivo suficiente para estimar su valía, su posterior actuación la revalidó ampliamente en 1513 junto a Ponce de León con quién el dos de abril, tiempo de Pascua de Resurrección, descubrió la tierra que sería bautizada como Florida.
Fue en este viaje, exactamente el 27 de marzo de 1513 cuando, en parte gracias a la información acumulada en las anteriores expediciones, Antón de Alaminos descubrió la que sería denominada corriente del Golfo, descubrimiento que permitía una mejor y más rápida navegación en el tornaviaje a la Península, y que sería el primero en utilizar al servicio de la Corona y al servicio de Hernán Cortés en su expedición a la conquista de México.
Es la corriente del Golfo, una masa de agua cálida que discurre del sur al norte de la costa atlántica norteamericana, con más potencia de la que las embarcaciones podían recoger del viento, cuyo descubrimiento sería de vital importancia para la navegación, equiparable al tornaviaje que posteriormente permitiría la navegación por el Pacífico y facilitaría la comunicación de Filipinas con la Nueva España.
La fama de Alaminos le permitió participar en importantes expediciones que en 1517 le llevaron a recorrer la misma ruta seguida por Colón en 1502 hacia el suroeste.
En el periplo llegaron a la península de Yucatán, que Alaminos cartografíaría como isla, siendo que el error perdurará hasta después de la conquista de Tenochtitlan.
Pero no fue el único error tomar la península como isla. La escasez de suministros, y muy especialmente de agua, unido al hostigamiento de los nativos, puso en su contra a la tripulación, a la que al final salvó arribando a la Florida, donde había estado en 1513 con Ponce de León.
El favorable resultado de aventura tan torcida significó para Alaminos la fama y el contacto con el gobernador Diego Velázquez y con Juan de Grijalva, que estaba preparando otra expedición que zarpó de Santiago de Cuba el 20 de abril de 1518 y que también resultaría ruinosa.
Pero esas experiencias le permitirían alistarse como piloto mayor en la expedición que en febrero de 1519 sería comandada por Hernán Cortés, quién, una vez tomada Tenochtitlan le encargaría la difícil tarea de trasladar a sus embajadores y el tesoro de Moctezuma para presentarlos a la Corte de Carlos I.
Y sí era tarea difícil, porque los problemas que tenía delante no eran sólo los derivados de la travesía… También debía hacer frente a la oposición del gobernador de Cuba, Diego Velázquez, que había devenido mortal enemigo de Cortés y estaba dispuesto a impedir cualquier comunicación de éste con la Corte.
Desoyendo las instrucciones de Cortés, Alaminos hizo escala en Cuba, de donde se vio forzado a salir huyendo del gobernador, para lo que le sirvió el exacto conocimiento de la corriente del Golfo, llegando a cubrir la distancia con la península en una nueva ruta que sería utilizada en adelante por los galeones de la Flota de Indias.
Diego Velázquez desconocía la existencia de la corriente, y la flota que envió en su persecución se vio frenada en las Bermudas.
Ya en la península, pudo finalmente entrevistarse con Carlos I, quién le concedió una renta pagadera en la Nueva España. Pero nunca llegó a cobrarla, porque a partir del momento se desconoce qué fue de él, siendo que seis años después, su esposa, Leonor Rodríguez, solicitaba al rey ayuda para sacar adelante su familia.
La labor de este hombre tuvo una repercusión de primer orden en el desarrollo del pode naval español, siendo que su descubrimiento fue secreto de estado durante muchos años, hasta el extremo que sus enemigos, en concreto Inglaterra, no tuvo conocimiento de la existencia de la corriente del Golfo hasta 1768, periodo durante el cual los piratas de su graciosa majestad estuvieron navegando durante dos siglos, contra corriente.
Cesáreo Jarabo