Desde los primeros momentos de la conquista de México, la colaboración de los naturales resultó manifiesta e imprescindible, y siendo que se trataba de una sociedad jerarquizada, cada señorío contaba con su propia estructura regida por su propio tlatoani que para las cuestiones de defensa frente a aztecas y cholutecas formaba coalición con los otros señoríos, eligiendo en ese momento quién comandaría las fuerzas.
Y el tlatoani pertenecía a una clase más amplia cuyos miembros eran los tecles, personas que en la estructura azteca, y según relatos del momento, tenían un gran predicamento sobre la población, pudiendo alcanzar el grado de tecle “aunque no fuese Principal de linaje”.
Para acceder a la condición de tecle era seleccionado el candidato, que en el templo era sometido a unas ceremonias que duraban cuatro días, tras lo cual era investido.
Después de la conquista, los descendientes de los caciques demandaron los privilegios que les correspondían por ser herederos por línea directa de los nobles que habían servido a Moctezuma, o que habían destacado en la conquista de Tenochtitlan, lo que dio lugar a muchas peticiones reclamando el reconocimiento de su linaje, y ello comportó la creación de un gran número de títulos nobiliarios.
Ante esta situación, en 1536, tan sólo quince años después de la conquista, fue creado el Colegio Imperial de Santa Cruz de Santiago de Tlatetolco para la formación de la nobleza indígena, con el objetivo de crear una élite gobernante.
En el colegio se atendía la enseñanza de gramática, latín, artes liberales trivium y quadrivium, y teología, todo desarrollado por un profesorado altamente cualificado.
En ese orden, el año 1537, el virrey Antonio de Mendoza propuso a Carlos I la creación de una orden de caballería conocida como Orden de Caballeros Tecles, instrumento por el que quedaban integrados los viejos señores indígenas en la nueva sociedad mestiza que reconocía, convenientemente cristianizadas, las costumbres y las ceremonias tradicionales, muy en concreto las relacionadas con los caballeros tecles, constituyendo así la primera orden de caballería conformada por nahuas letrados en el latín y el castellano cuyo aporte a la cultura podemos señalarlo en la creación de obras que recogen la historia de Mesoamérica anterior a la llegada de los españoles, y conformando las repúblicas de indios.
La legislación recogía la integración de las nuevas poblaciones y sus costumbres, y su expresión la encontramos en la Recopilación de las Leyes de Indias:
Ordenamos y mandamos, que las leyes y buenas costumbres, que antiguamente tenían los indios para su buen govierno y policía, y sus usos y costumbres observadas y guardadas después que son Christianos, y que no se encuentran con nuestra Sagrada Religión, ni con las leyes de este libro… se guarden y executen, y siendo necessario, por la presente las aprobamos y confirmamos. (Recopilación, tomo I, fol. 126v)
Así, los Caballeros Tecles eran la equivalencia novohispana de la baja nobleza castellana, y el reconocimiento de privilegios y obligaciones de los hidalgos les abrió las puertas para el desarrollo de cargos civiles y eclesiásticos, montar a caballo o usar espada.
Esa norma aplicada en la Nueva España se extendió a los otros territorios de la España universal, teniendo reflejo tanto en el virreinato del Perú como en la Nueva Granada, Quito o Filipinas. En todos los casos lo que se pretende es la incardinación de las sociedades de los naturales en la estructura de la España universal.
Y fueron emitidas diversas cédulas reales protegiendo sus privilegios, pero la orden no tuvo una larga existencia, porque con los usos españoles, los macehuales, clase inferior en principio sometida a los tecles, que se adaptaron mejor a los nuevos usos, coparon los puestos administrativos, tras lo que acabaron accediendo a puestos de responsabilidad y negándose a obedecer a los caballeros tecles.
No tardó en caer en desuso la orden de los caballeros tecles, que fue revitalizada en tiempos de Felipe V, cuando nuevamente les reconoció los privilegios que en un principio les fueron concedidos.
Cesáreo Jarabo
BIBLIOGRAFÍA:
Aguilar Pineda, José Gerardo. LA INFLUENCIA DE LAS IDEAS GENTILES EN LA NUEVA ESPAÑA: LA PETICIÓN DE DON NICOLÁS DE SILVA LÓPEZ MOYA CARREÑO Y VALDÉS. En Internet https://www.raco.cat/index.php/Armoria/article/download/407477/502168 Visita 26-11-2024
Bustamante García, Jesús. Nueva Roma: el señorío indígena novohispano y su asimilación política. En Internet https://digital.csic.es/bitstream/10261/365273/1/Nueva_Roma.pdf Visita 23-11-2024
Carrasco, Pedro. DOCUMENTOS SOBRE EL RANGO DE TECUHTLI ENTRE LOS NAHUAS TRAMONTANOS . En Internet https://revistas-filologicas.unam.mx/tlalocan/index.php/tl/article/download/283/281/341 Visita 26-11-2024
Carta del licenciado Alonso Zuazo al padre Fray Luis de Figueroa, prior de la Mejorada. En Internet https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/coleccion-de-documentos-para-la-historia-de-mexicotomo-primero–0/html/02e07d52-8798-420d-8e9a-af2027d3c251_64.html Visita 26-11-2024
Muy interesante y curioso!.. felicitaciones y gracias!!