RAFAEL TEGEO

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Museo del Prado, invierno de 2018


Batalla de lapitas y centauros,

Esta mañana el museo está de enhorabuena: acaban de recibir la Batalla de lapitas y centauros, de Tegeo, una donación realizada por el hispanista norteamericano, ya fallecido, William B. Jordan, quien tuvo este óleo sobre lienzo, que se va a ubicar en la sala 62, durante años decorando el salón de su casa de Dallas. La adquisición de este cuadro es importante, tanto por su valor artístico como porque ha sido el impulso definitivo a un proyecto expositivo sobre el pintor Rafael Tegeo que ya comenzó a gestarse el año pasado, cuando después de adquirir la Virgen del jilguero, y tanto el conservador de Pintura del siglo XIX del museo como la directora del Museo del Romanticismo se propusieron recuperar la figura del autor murciano, a caballo entre el Neoclasicismo y el Romanticismo e insuficientemente estudiado.

Ovidio. La metamorfosis

Tegeo plasma con maestría el famoso relato de Ovidio en su Metamorfosis, donde narra los detalles del mítico combate entre lapitas y centauros, convirtiéndose el cuadro en una permanente metáfora sobre el conflicto entre civilización y barbarie y del costoso triunfo de la primera sobre la segunda. En el centro de la composición, se encuentra Teseo rodeando a Hipodamía con uno de sus brazos, recién recuperada de los del centauro Éurito, que yace en el suelo. Tras ellos, de espaldas y todavía con sus vestiduras matrimoniales, aparece Pirítoo , rey de los lapitas, enfrentándose a otro centauro que le ataca con una piedra.

El artista se concentró en el estudio anatómico de los personajes, aliciente principal de la composición, que Tegeo convirtió en una galería esmeradísima, en la que los cuerpos se suceden con un sentido rítmico que resulta inédito en su producción anterior.

La obra procura calidades precisas y jugosas, inéditas en los cuadros de composición de Tegeo, como atestigua el bodegón en la parte inferior derecha, concebido como una demostración preciosista de dibujo y factura; en la modulación y manejo de la luz resulta de una vocación dramática hasta ahora inusitada, y el desarrollo paisajístico del escenario es verdaderamente sorprendente. Todo ello revela, desde luego, un proceso de maduración artística sin retorno, y convierte esta pintura en una pequeña obra maestra, el cierre más digno y apropiado de la tradición neoclásica en España (Museo del Prado).

EL PERSONAJE

El romanticismo pondrá de moda en Europa la indumentaria española con sus mantillas, chales y volantes.

Rafael Tegeo

Rafael Facundo Texedor Díaz nació en Caravaca de la Cruz el 27 de noviembre de 1798. A los 15 años se trasladó a Murcia gracias al mecenazgo del marqués de San Mamés, iniciando su formación artística en la Sociedad Económica de Amigos del País junto a maestros como el escultor Santiago Baglietto.

A Tegeo le tocó vivir -cuenta la experta- una etapa complicada en la que convivieron diferentes corrientes creativas. El periodo entre el reinado de Fernando VII y su hija, Isabel II, es un tiempo bisagra, y por tanto, muy complejo. Y, al mismo tiempo, también el propio Tegeo lo es: su pintura no se identifica con una tendencia concreta, sino que se ve influenciada por muchas (Asunción Cardona Suanzes).

En 1818 se trasladó a Madrid para estudiar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y allí se educó en la pintura neoclásica de la mano de José Aparicio. Trabajó, además, ayudando a Fernando Brambilla, italiano afincado en España y pintor de cámara del rey Fernando VII, familiarizándose con la pintura decorativa y de paisaje, temáticas que serían fundamentales para sus obras posteriores.


Virgen del Jilguero

En 1822 viajó a Roma, donde permaneció hasta 1827. Estos años le reportaron influencias de los grandes maestros del Cinquecento, así como las vías del Neoclasicismo tardío italiano. De este periodo destaca la Virgen del Jilguero, adquirida en 2017 por el Museo del Romanticismo.

A su vuelta a España en 1828, fue nombrado miembro honorario de la Real Academia de San Fernando, en la que ostentó distintos cargos a lo largo de su carrera. Con motivo de su ingreso, realizó una de sus grandes obras de carácter mitológico: Hércules y Anteo.

Tegeo no creó escuela, fue un pintor muy independiente y a pesar de ocupar puestos importantes en la Academia, se marchó de ella porque consideró que no le valoraban (Asunción Cardona Suanzes).


infante Sebastián Gabriel

Los años 30 del siglo XIX fueron los años de mayor esplendor:  decoraciones para el Casino de la Reina, el Palacio de Vista Alegre y el Palacio Real de Madrid, encargos del infante Sebastián Gabriel.

La adquisición del boceto de presentación por parte del infante Sebastián Gabriel para el rey Fernando marcó el asentamiento definitivo de Tegeo en la corte y el arranque de una carrera que le transformaría, a continuación, en pintor de Historia, la especialidad más valorada en los medios académicos. (wikipedia.org/wiki/Rafael_Tegeo).

En esta época pintará Antíloco lleva a Aquiles la noticia del combate sobre el cadáver de Patroclo (colección particular), Diomedes, asistido por Minerva, hiere a Marte (Museo de Bellas Artes de Murcia) y Batalla de lapitas y centauros, pintura que fue donada por el historiador William B. Jordan al Museo del Prado.

RETRATISTA

Tegeo (así firmaba de forma mayoritaria sus cuadros y así aparece grabada en su tumba, en el madrileño cementerio de San Isidro), también conocido como Texeo, Texedor o Tejeo, se convirtió en uno de los más reconocidos retratistas de la sociedad burguesa del romanticismo español.

Con una concepción capaz de integrar la tradición dieciochesca, sus retratos al aire libre fueron sin duda los más apreciados, conjugando en ellos una profunda atención a la dimensión psicológica de los modelos (wikipedia.org/wiki/Rafael_Tegeo).


Episodio de la conquista de Málaga

En 1846 fue nombrado pintor de cámara de la reina Isabel II, donde retomó las composiciones históricas, como el Episodio de la conquista de Málaga (Colecciones Reales de Patrimonio Nacional).

 Uno de los cuadros que le reportó más fama fue  Ibrahim-el Djerbi, o el moro santo, recreando el momento en el que en la tienda de la marquesa de Moya se intentó asesinar a los Reyes Católicos durante el Sitio de Málaga, encargada directamente por el rey Francisco de Asís, una obra en la que se adelantan de forma visionaria las características formales de un género que acababa de nacer, el Romanticismo: lenguaje formal marcadamente persuasivo y teatral, gusto por la ambientación llamativa e históricamente precisa y por el formato de gran tamaño con figuras del natural.

Destacó como pintor de grandes composiciones religiosas, como pintor de Historia y como retratista, tal y como lo habían hecho los grandes maestros que le precedieron. Pero su rica personalidad no aceptó los límites impuestos a los géneros artísticos y trascendió los hábitos de su tiempo para dedicar igual interés a las escenas de costumbres, al paisaje y a las vistas urbanas que introducía en sus composiciones, así como a la escultura, que le servía de inspiración, concediéndoles la misma relevancia que al resto de su obra (wikipedia.org/wiki/Rafael_Tegeo).

          Con un fuerte compromiso político a favor del liberalismo, fue concejal constitucional del Ayuntamiento de Madrid.

          EXPOSICIONES.


Retrato de Los duques de San Fernando de Quiroga.

En 1902 se celebró la Exposición nacional de retratos, en la que participaron mil seiscientas setenta y cinco piezas, solo dos de ellas de Tegeo: el retrato de Valeriano Salvatierra y una de las versiones del retrato de Los duques de San Fernando de Quiroga.

          En 1913 tuvo lugar la Exposición de pinturas españolas de la primera mitad del siglo XIX, organizada por la Sociedad Española de Amigos del Arte, y que contó con tres obras de Tegeo, entre ellas Retrato de niña sentada en un paisaje (Museo del Prado). Cinco años más tarde dicha Sociedad celebró otra muestra Exposición de retratos de mujeres españolas por artistas españoles anteriores a 1850, que contó únicamente con un retrato femenino del murciano.

En 1921 se inauguró la exposición Tres Salas del Museo Romántico en la sede de la Sociedad Española de Amigos del Arte, muestra que sería el germen del museo del mismo nombre que abriría sus puertas tres años más tarde.

En noviembre de 1928, en Bruselas, la Exposition d´art espagnol, 1828-1928 mostró el arte de Tegeo con la obra Pedro Benítez y su hija María de la Cruz, obra que volvería a exponerse, esta vez en la Bienal de Venecia de 1934, en el pabellón de España, y en la Exposición de retratos ejemplares, siglos XVIII y XIX. Colecciones madrileñas, celebrada en Madrid en 1946.


Retratos de Jacinto Galaup y su esposa, María del Pilar Ordeig

De nuevo la Sociedad Española de Amigos del Arte celebró en 1951, la Exposición de pintura isabelina, 1830-1870, donde pudieron admirarse la Inmaculada (Patrimonio Nacional) y los retratos de Jacinto Galaup y su esposa, María del Pilar Ordeig, donados en 2017 al Museo del Romanticismo.

          Los cuadros de Tegeo participaron en varias exposiciones: Retratos de niño (1983), así como en la de Moscú y Leningrado en 1987, la de 1992 o la de 2007 en el Museo del Prado. Entre 2018 y 2019 se celebró la primera exposición monográfica dedicada al pintor, Rafael Tegeo (1798-1856) en el Museo del Romanticismo,​ compuesta por más de treinta obras tanto del propio museo como del Museo del Prado, Patrimonio Nacional, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Biblioteca Nacional, el Museo de Bellas Artes de Murcia, el Museo Zuloaga y colecciones privadas españolas y extranjeras.

Asunción Cardona Suanzes

          En la prensa del siglo XIX, Tegeo es referenciado como uno grandes maestros de la pintura histórica, el género más valorado desde el punto de vista académico por ser el de mayor dificultad  (Asunción Cardona Suanzes).

          Tegeo falleció en Madrid el 3 de octubre de 1856. Está enterrado en la Sacramental de San Isidro.

El Museo (del Romanticismo) se ha interesado por el nicho en el que descansa el pintor en una de las galerías del patio histórico de San Isidro de nuestro cementerio, así como por el cuadro de Cristo crucificado que preside el altar de la capilla situada en la calle del Águila.(Cementerio de San Isidro).

Ricardo Aller Hernández

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