
14 de octubre del año 1165, en las proximidades de la llanura de Al Hamma
Sale Ibn Mardanish del castillo de Muntaqüd con toda la tropa, incluidos auxiliares castellanos, al encuentro de los almohades que se encuentran en Lurqa. Avanza hasta guarecerse en un desfiladero en el camino contra el enemigo, pero los almohades se desvían del paso hacia el llano, llamado al Fundun, por un camino más ancho y por una parte más segura.
Entonces ellos [los de Ibn Mardanish] levantaron el campo de sus cercanías y se dirigieron por su camino hacia Murcia […] aquel día marcharon los dos ejércitos, el de los almohades por el lado de la montaña a la derecha del camino; y el ejército de Ibn Mardanish, por la izquierda del camino, en la otra montaña, siguiendo así todo aquel día ( Ibn Sahib al-Sala).

Al llegar el viernes 15 de octubre, llegan al llano, a la puesta del sol del día, donde empieza el llano de Murcia, al lugar conocido por Hamat bi l quad o Llano de al Yallib, a diez millas de Murcia. El ejército de Ibn Mardanish se detiene y dispone la defensa, mientras los almohades despliegan sus tropas numerosas e izan banderas, formando sus líneas. Ibn Mardanish los ataca con sus soldados y sus amigos cristianos, los primeros, en tres acometidas, la primera contra los árabes y las otras dos contra los almohades…

[…] y se marchó el sol del día, al acercarse las tinieblas seguidas de otras. Se tropezaron caballero con caballero, crecieron las heridas de las lanzas penetrantes y los golpes de las espadas […] empleadas por los árabes, hasta que Dios le concedió la victoria a los musulmanes y volvieron los infieles, las espaldas; lo cual fue […] su perdición. […] Lucharon cuerpo a cuerpo, y la mayoría de ellos cayeron derribados, y huyó Ibn Mardanish derrotado, abandonando el campo de batalla sus partidarios y aliados, […] y se detuvieron, discutiendo y riñiendo, y no encontraron salida del camino, que les cerraba el paso, ni su defensa, sino en las acequias, que cruzaban, resguardándolos y ocultándolos […] y se acogió a la montaña próxima al campo de batalla, donde montó la tienda de campaña […] y se mantuvo con sus restos fugitivos y derrotados durante aquella hora del fin del día hasta lo cubrió la noche y lo rodeó la pérdida y la desgracia. Montó entonces a caballo y huyó a Murcia, y se escondió en ella, derrotado y fugitivo, humillado y afrentado.
Los almohades levantan el campo al amanecer del día siguiente y se dirigen a Murcia en su persecución.
Acamparon en su llano, y se establecieron en él […] en su vega y en su lugar de descanso de su residencia,a la vista de ella, en las afueras de Murcia, destruyendo sus jardines, y permitiendo toda clase de licencias en los lugares de su esparcimiento y diversión.
SIGLO XII
Alegando la decadencia y laxitud religiosa de los musulmanes hispánicos, el Califa almorávide decidió la conquista de al-Ándalus y su incorporación al imperio norteafricano. En junio del año 1091 las huestes almorávides al mando del hijo de Ibn Tasufin, tomaron Aledo y la ciudad de Murcia.
La conquista fue seguida de una ola de intolerancia religiosa que provocó la huida masiva de los mozárabes (cristianos bajo la administración islámica) hacia Castilla y Aragón. A pesar de derrotar al ejército castellano en Uclés en 1108, las armas cristianas no cesaron en su acoso, evidenciando la fragilidad del poder almorávide en la península.

Alfonso I de Aragón
Entre 1125 y 1126, Alfonso I de Aragón pasaba ante la capital murciana durante una campaña que le llevó incluso a tierras granadinas. Los años siguientes redundaron en un clima de inestabilidad política que derivó en un nuevo periodo de división territorial y la aparición, nuevamente, de pequeños estados islámicos independientes.
La confrontación entre clanes que se daba en la ciudad de Murcia en 1145, provocó la intervención en Tudmir del emir de Zaragoza, Ibn Hud. Uno de los caudillos militares que iba al frente de las tropas zaragozanas era Ibn Mardanís, quien, aprovechando el desmoronamiento del poder almorávide y el fallecimiento del emir zaragozano, terminó por hacerse con el gobierno de Tudmir en otoño de 1147.

EL REY LOBO
Nacido en Peñíscola en 1124 o 1125, Ibn Mardanís, descendiente de una familia de aristócratas muladíes de origen mozárabe, fue un personaje principal de los Segundos reinos de taifas. Su padre, Sa‘d ibn Mardanix, fue gobernador de Fraga con los almorávides y luchó contra Alfonso I de Aragón en 1134. El mismo Ibn Mardanís ocuparía el puesto de gobernador de la villa, situada entre los gobiernos taifa de Zaragoza y de Lérida, una presión que el joven supo lidiar a su favor, manteniendo su gobierno independiente. Sin embargo, unos cuatro años después de asumir el poder se vio obligado a firmar una capitulación con los aragoneses, por la que les entregaba la población a cambio de que a los musulmanes que se quedaran les fueran respetadas sus propiedades.
Uno de sus tíos, Abd Al-lah ibn Muhámmad, fue lugarteniente de Abd Al-lah ibn Iyad, militar que a las órdenes de Zafadola tomó el control de Murcia y Valencia en la revuelta contra los almorávides de 1144 y que supuso la desintegración de su imperio en la península. Al morir primero Ibn Muhámmad en la batalla de al-Luŷŷ en 1146 y un año más tarde Ibn Iyad, Ibn Mardanís ocupó su lugar, proclamándose emir independiente de la taifa de Mursiyya.

Alfonso VII de León
Tras una confrontación con Abd Al-lah al-Thaghri, extendió sus dominios hasta Balansiyya, la cual cedería a su hermano Yusuf ibn Mardanix, y toda Xarq al-Ándalus gracias a su enlace matrimonial con la hija de Ibrahim ibn Hamushk de Jaén. De hecho, la tradición dice que administró Almería en nombre de Alfonso VII de León después de 1147, tras la toma momentánea de la ciudad por los cristianos.
Al tiempo, un ejército almohade procedente del norte de África desembarcaba en las costas del Estrecho de Gibraltar y se disponía a invadir al-Ándalus.
LOS ALMOHADES

Muhammad Ibn Tumar.
Apoyándose en su suegro, Ibn Mardanís fue extendiendo sus dominios: Jaén (1159), Baza, Guadix, Écija y Carmona (1158-1160), una breve dominación de Granada(1162) gracias a la colaboración de los judíos…Incluso amenazó Córdoba y puso cerco a Sevilla, causando estragos al nuevo enemigo africano venido desde el norte de África: los almohades, quienes habían ocupado Marrakech a mediados del siglo XII impulsados por Muhammad Ibn Tumar.
A su llegada a la península, los almohades descubrieron que muchos musulmanes no se someterían pacíficamente al nuevo credo. Uno de ellos fue Mohamed ibn Mardanis, el Rey Lobo.
En respuesta al intento de tomar Córdoba, en 1165 un formidable ejército almohade partió de Sevilla con destino a Murcia, Los almohades vencieron a las huestes de Ibn Mardanís en el castillo de Luque y el 8 de septiembre le arrebataron Andújar. Posteriormente, tras asolar las tierras de Galera, Caravaca, Baza y la comarca de la sierra de Segura, tomaron Cúllar y Vélez-Rubio., siendo la batalla mejor narrada la que aconteció en al Fundun gracias a la descripción realizada por Ibn Sahib al-Sala.

Las huestes norteafricanas se dirigieron, en un primer momento, a otras áreas peninsulares, lo que le permitió a Ibn Mardanís actuar con amplio margen de maniobra. Buscó el apoyo de los reinos cristianos para consolidarse en el poder, y lo encontró a través del pago de parias o impuestos con los que obtenía ayuda y protección. El Rey Lobo pudo hacer frente a los almohades e incorporar a su dominio extensos territorios, que le llevaron hasta la conquista de Granada por algunos meses en el año 1162. Este periodo cronológico constituye sin duda para la ciudad de Murcia su consagración definitiva como capital del sureste peninsular.
FIN DE UNA ERA
El periodo de mayor esplendor de la Murcia islámica tocó su fin en 1171, cuando los almohades finalmente sitiaron Murcia y arrasaron sus alrededores, incluidos sus magníficos edificios, jardines y huertas.

Murcia estaba tan bien fortificada que al comienzo el sitio almohade resultó un fracaso, pero en junio de 1169, su suegro y aliado Ibn Hamushk adoptó las doctrinas almohades y comenzó a colaborar con ellos en la conquista de la zona levantina o Xarq al-Ándalus, traicionando a su yerno en 1171.
Murcia fue asediada nuevamente, y aunque tampoco se consiguió tomar la ciudad, buena parte de las demás poblaciones fueron pasándose al bando almohade: Lorca, Elche, Alzira y Baza se rebelaron, así como Almería, que se pasó a los almohades acaudillada por un primo y cuñado del propio Ibn Mardanís. Entre finales del 1171 y principios del 1172, el Rey Lobo perdió a sus últimos aliados, alzándose contra él Valencia, Játiva, Segorbe.
Ibn Mardanis moriría pocos meses después de un ataque cardiaco, a los 48 años, no sin antes recomendar a sus hijos que alcanzaran un acuerdo favorable con sus eternos enemigos. Así, su hijo Hilal se declaró vasallo de los almohades, manteniéndose como gobernador de la ciudad
MURCIA EN SU ESPLENDOR
Durante el emirato del Rey Lobo, la ciudad de Murcia lograría un esplendor inmenso, tanto que su moneda se convirtió en referente en Europa: los morabetinos lupinos, una moneda de oro que pesaba unos cuatro gramos y que se convirtió en la forma más extendida de pago en el Mediterráneo occidental.

Morabetinos lupinos
Las cecas de Valencia y Murcia acuñaron muchísima moneda que, bajo el apelativo de morabetinos lupinos, seguía siendo importante todavía en el siglo XIV (Javier Albarrán).
La prosperidad de la ciudad se basó en la agricultura de cereal, vid y olivo, potenciando el aprovechamiento del curso del río Segura a través de su compleja red hidrológica, pero también en la artesanía, tanto que la cerámica murciana comenzó a exportarse a las repúblicas italianas.
Mursiya era tan próspera que experimentó un gran crecimiento, llegando a los 28.000 habitantes, extendiéndose intramuros con la creación del Arrabal de La Arrixaca

Relevantes fueron también las construcciones palaciales o militares que se levantaron en aquella época, como el palacio de Al-Dar al-Sugra, sobre el que se levantó a partir de 1228 el Alcázar Menor de Murcia, o el oratorio y panteón real del Alcázar Mayor de la ciudad (actual iglesia de San Juan de Dios), se completó el cinturón defensivo con diversas fortificaciones de la fortaleza de la Asomada y el Portazgo en el Puerto de la Cadena por el sur y la construcción de tres castillos por el norte, para defender la Huerta: el Castillo de Monteagudo (residencia real de verano), y los del Castillejo de Monteagudo (de recreo) y de Larache (explotaciones hortopecuarias) y el de Cabezo de Torres.

Además, Ibn Mardanish incrementó la seguridad del reino de Murcia con la construcción de un alcázar (Los Alcázares) en la costa del Mar Menor y el castillo de Blanca para dominar la Vega Alta y el Valle de Ricote.
También se perfeccionó la muralla que acabó defendiendo la ciudad durante toda la Edad Media y parte de la Moderna: 15 metros de altitud, antemuralla, foso, 95 torreones, 6 puertas de entrada, un alcázar (Al-Kabir) junto al río y como colofón el palacio real, sita actualmente en el Convento de las Claras.
(El Rey Lobo), el mismo que prefería construir palacios antes que mezquitas, fue un puente entre dos culturas (David Omar Sáez Giménez, Juan Jesús Botí Hernández e Isaac Alcántara Bernabé, en el blog de divulgación histórica Ad Absurdum).
Sólo hay que ver el oratorio de su alcázar que se conserva en la iglesia de San Juan de Dios. Esos colores son muy poco frecuentes en el universo islámico.
Otra demostración de lo distinto de su mundo se encuentra en una rarísima pieza de artesanía que se conserva en el Museo de Santa Clara: la flautista: la mujer que toca el mizmar parece confirmar las fiestas y banquetes que se organizaban en la corte de Ibn Mardanis, y en las que, probablemente, se daba rienda suelta a actitudes artísticas e intelectuales (Javier Albarrán).

CASTILLO DE MONTEAGUDO
Con la llegada de los musulmanes, el lugar adquirirá gran importancia al construirse un conjunto de fortalezas que constituían una línea defensiva destinada a proteger toda la vega murciana y los distintos caminos que unían Murcia con Orihuela. Dicha línea estaba conformada por los castillos de Monteagudo, el Castellar, Castillar ó Castillejo, y el de Alharache, Alabrach ó Larache.

Juan Torres Fontes
Según Torres Fontes, las primeras noticias sobre el castillo de Monteagudo datan del año 1078-1079, cuando, tras ser destronado el reyezuelo de Murcia Abu Abderramen Ibn Tahir por Ibn Ammar, visir del rey al-Mutamid de Sevilla, fue encarcelado en dicho castillo.
En el siglo XII, el Rey Lobo mandó construir las estructuras que actualmente conocemos.

Ricardo Aller Hernández
FUENTES:
*https://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,373,m,3029&r=ReP-20679-DETALLE_REPORTAJES
*https://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,373,m,3029&r=ReP-20678-DETALLE_REPORTAJES
*www.monteagudo.info/web/secciones/historia/
*https://espanaenlahistoria.org/personajes/el-rey-lobo/
* https:/www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,373,m,1096&r=ReP-15758-DETALLE_REPORTAJES