LA PERSECUCIÓN ANTI-CATÓLICA EN LOS SIGLOS XIX Y XX EN ESPAÑA (II)

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Expulsión a los jesuitas de España

La persecución de la iglesia española a través de expropiaciones de sus bienes materiales empezó en 1768 con la Reforma de Olavide (detrás de la cual estaban los también masones Aranda y Campomanes); ya antes el masón Roda,  ministro de Gracia y Justicia de Carlos III, la noche del 31-III al 1-IV-1767, expulsó a los jesuitas de España y las Indias y se confiscaron sus tierras, coincidiendo con el aniversario del Edicto de los Reyes Católicos (expulsión de los judíos, de 31-III-1492).

Según algunos cálculos, a mediados del siglo XVIII la iglesia española poseía el 15% de las tierras, el 10% del ganado, el 44% de los ingresos netos, el 76% de los censos y el 2% de las rentas procedentes del comercio, la industria y los salarios.

Godoy

Por la desamortización del masón Godoy, antes del inicio de la guerra de la Independencia, se confiscaron los bienes de hospitales, hospicios, casas de misericordia y cofradías, casi todos organismos de la Iglesia.

 En diciembre de 1808, el masón Emperador de los franceses e invasor de nuestra patria, Napoleón, ordenó la supresión de algunas órdenes religiosas regulares, lo que las redujo en dos terceras partes,  y la desamortización de sus bienes. José Bonaparte, el primero de nuestros reyes masones, siguiendo la pauta de su hermano en 1809, ordenó la extinción de las órdenes religiosas y confiscó los bienes eclesiales.

 Las Cortes de Cádiz, en 1813, prohibieron la reconstrucción de los conventos destruidos durante la guerra y suprimieron aquellos en los que el número de religiosos no llegaban a 12, en resumen, decretaron la supresión de dos terceras partes de los monasterios y conventos.

Cien Mil Hijos de San Luis

Fernando VII, en 1814, derogó aquellas disposiciones, las cuales fueron de nuevo implantadas, e incluso ampliadas, durante el Trienio Liberal 1820-1823. La intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis permitió que el rey, por otra parte, impresentable e indigno, devolviera a la Iglesia parte de sus bienes, permitiendo la vuelta de los exclaustrados y el desarrollo de sus actividades.

 La Regenta María Cristina (1833-1840), ante la necesidad que sentía del apoyo de los liberales, conservadores y progresistas, frente a los partidarios de Don Carlos, se entregó a ellos. En 1834, el Ministro Martínez de la Rosa ordenó el cierre de los conventos en los que algún fraile se hubiera pasado a los carlistas, o hubieran colaborado de alguna forma con ellos. Prácticamente, las relaciones España-Vaticano se interrumpieron durante la Primera Guerra Carlista (1833-1840).

Toreno como ministro de Estado

 Al año siguiente, con Toreno como ministro de Estado, la desamortización de los bienes eclesiales alcanzó tintes trágicos. Recordemos que se entiende por desamortización el que el Estado, por medio de leyes, primero se incautaba, simple y llanamente, sin pago de justiprecio, y luego ponía en el mercado, mediante subastas, los bienes amortizados, es decir, los activos, en su mayor parte propiedad de la Iglesia, que no podían ser enajenados ni fraccionados; este fenómeno, que no fue único de España, pero que fue aquí donde mayor proporción y trascendencia tuvo, se justificaba, teóricamente, con que los bienes “improductivos”  o “amortizados”,  los que eran propiedad de “manos muertas” que no los podían vender (Iglesia, Corona, nobleza, etc.), mediante  este proceso jurídico se hacía posible su venta y se les ponía en ocasión de producir y, también, porque los beneficios se iban a emplear para enjugar la deuda pública. La desamortización no dejó de ser un mero desfalco bautizado con ese neologismo encubridor.

Álvarez Mendizábal

  El  masón Álvarez Mendizábal (su nombre real era Juan Álvarez Méndez, y era de origen judío, de Niza) fue uno de los militares que encabezaron la masónica sublevación de Riego (el del himno “republicano”), la que dio paso al ya citado Trienio Liberal e impidió la recuperación de los Virreinatos americanos. Fue  nombrado nuevo Ministro de Estado, y de Hacienda, en septiembre de 1835. Un mes después, un Decreto suprimió todas las comunidades de órdenes monacales (colegios, congregaciones, casas de comunidades, las cuatro Órdenes Militares y la de San Juan de Jerusalén;  menos, en teoría, algunos monasterios especialmente significados histórica o culturalmente).

 El Arzobispo Monseñor León Meurin, Obispo de Port-Louis, en su obra Filosofía de la Masonería, dice: “el judío Mendizábal había prometido, como Ministro, restaurar las precarias finanzas de España, pero, en corto espacio de tiempo, el resultado de sus manipulaciones fue el terrible aumento de la deuda nacional, y una gran disminución de la renta, en tanto que él y sus amigos amasaban inmensas fortunas. La venta de más de 900 instituciones católicas, religiosas y de caridad, que las Cortes habían declarado propiedad nacional a instigación de los judíos, les proporcionó magnífica ocasión para el fabuloso aumento de sus fortunas personales. Del mismo modo fueron tratados los bienes eclesiásticos. La burla imprudente de los sentimientos religiosos y nacionales llegó hasta el punto de que la amante de Mendizábal se atrevió a lucir en público un magnífico collar que hasta poco tiempo antes había servido de adorno a una imagen de la Santa Virgen María en una iglesia de Madrid”.

Bienio Progresista

 Tras “La Vicalvarada” llegó el Bienio Progresista (1854-56) del General Espartero, con un nuevo impulso desamortizador. El objetivo de la Ley Pascual Madoz, en 1855, pasando por encima del Concordato, fueron las propiedades “del clero, tanto regular como secular, de las órdenes militares, de las cofradías, obras pías y santuarios, de la beneficencia e instrucción pública”, así como las de las demás “manos muertas”, incluso los bienes comunales de los pueblos. La vuelta al poder de Narváez (Segundo Periodo Moderado, entre 1856 y 68) suprimió todas las ventas y volvió al Concordato.

Amadeo I

 Este período terminó con la revolución conocida como La Gloriosa, la  cual trajo el Sexenio  Revolucionario (1868-1874); este lapso de tiempo comprendió el destronamiento de Isabel II, un régimen provisional, una regencia, la monarquía democrática de Amadeo I y su abdicación, una república federal, una república unitaria, tres guerras civiles a un tiempo, un nuevo régimen provisional, un nuevo intento de regencia, y finalmente la restauración de la anterior monarquía. Durante el mismo, el General Serrano suprimió todas las casas religiosas fundadas después de 1837, pasando al Estado los edificios, bienes raíces, rentas, derechos, acciones, etc, acarreando nuevas y gravísimas pérdidas en el patrimonio de la Iglesia y de todos los españoles. De nuevo quedó clara la intención de los liberales progresistas, ante la que nada valían los tratados internacionales, ni las consideraciones culturales.

 Esas deudas del Estado con la Iglesia son las que se trataba de pagar con los Concordatos. Con la vuelta de la monarquía se trató de paliar los expolios anteriores.

                                       La Primera República

 La primera república tuvo una existencia breve se proclamó el 11 de febrero del 1873 y finalizó el 29 de diciembre del 1874 con el pronunciamiento del general Martínez Campos restaurando la monarquía.    

      Anarquistas, socialistas y republicanos, a finales del Siglo XIX tenían muy claro cual era el objetivo común de destruir  en España; el catolicismo.

                                   El Siglo XX. El Gran Terror-

   El siglo XX y todo lo que acontece alrededor de la iglesia católica en España en dicho siglo, es una persecución con unas características de ensañamiento y sadismo que no cabe otro calificativo que de “demoníaco”, sobre los creyentes católicos, desde obispos, clero regular, clero secular, religiosos, fieles seglares e igualmente la destrucción del patrimonio histórico artístico y cultural de valor incalculable.

Huelga general revolucionaria 1909

 Nada más iniciado el siglo XX, el año 1909 en Barcelona y pueblos cercanos tiene lugar un hecho trágico y luctuoso durante siete días, donde el P.S.O.E. estrenó dicho siglo  como fuerza revolucionaria y destructiva; se organizó una huelga general revolucionaria, movida por anarquistas, socialistas y republicanos. El justificante que utilizaron los revolucionarios es impedir que los soldados reservistas fueran embarcados hacia Marruecos para sofocar el ataque de los rifeños sobre las minas, que eran propiedad española. El 24 de Julio comenzaron las agitaciones, fue atacada la Guardia Civil, la policía y de nuevo la historia se repite; fueron incendiadas 12 iglesias y 52 conventos de los 112 edificios destruidos 62 eran casas religiosas, el primero en arder fue un edificio simbólico el Patronato Obrero de San José de los hermanos maristas, y un saldo de 80 personas muertas y 500 heridos. En esta ocasión el justificante que se divulgó al igual que el siglo pasado en 1834 con la epidemia del cólera es que los frailes envenenaban las fuentes públicas; en esta ocasión era que: ¡los curas estaban con los ricos y había hambre! De nuevo se descargó el odio de la izquierda hacia la iglesia católica. El impulsor de esta huelga revolucionaria sería el republicano y masón Lerroux

                La consagración de España al Sagrado Corazón

Alfonso XIII en el Cerro de los Ángeles

 El 30 de mayo del 1919, el rey Alfonso XIII celebra en el Cerro de Los Ángeles, con la familia real y la presencia del gobierno, el acto de Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús.

 En junio del 1920 en la Iglesia de San José de Madrid el rey consagró a España a nuestro Santo Ángel Custodio.

 Inmediatamente la izquierda reaccionó e igualmente una delegación de la francmasonería internacional también visitándolo le propusieron los siguientes objetivos al Rey:

  “Tenemos el honor de hacerle a Vuestra Majestad una serie de propuestas para que así se garantice y conserve la corona y la paz”.

 1º La adhesión a la Masonería

 2º Decretar que España será un estado laico

 3º Para la reforma de la familia decretar el divorcio

 4º Instrucción pública y laica”

  A lo propuesto el rey inmediatamente contestó: “¡jamás! No lo puedo hacer como creyente, soy católico, apostólico, romano”.

  Antes de salir Luis Simarro Gran Maestre de la Logia del Gran Oriente Español le amenazó diciendo: “Lo sentimos pues vuestra majestad acaba de firmar su abdicación y vuestro destierro

 Once años después esta amenaza se hizo realidad. Y en cuanto al monumento del Cerro de Los Ángeles fue en el verano del 1936 tiroteado y dinamitado.

                                        Hacia la IIª República

  Salvando la etapa de la dictadura desde 1923 al 1930 de Miguel Primo de Rivera que fue más calmada, el 12 de abril del 1931 se celebran elecciones municipales en España, con los resultados de 5.875 concejales del Partido Republicano y con la gran diferencia de 22.150 concejales del Partido Monárquico. Los votos republicanos estuvieron centrados mayoritariamente en las grandes ciudades, hecho que proporcionó que Alianza Republicana aprovechase la situación que desde el 1926 se estaba preparando más intensamente con la complicidad de la masonería para derrocar a Alfonso XIII y al régimen monárquico, por lo que debido a este enorme pucherazo de unas elecciones municipales cayera la monarquía y se proclamara la IIª República el 14 de abril.

 Nace un nuevo régimen marcado por una constitución inspirada en la IIIª República Francesa y en la Constitución de la República Mejicana del 1917 las dos marcadas con el sello de la Masonería, así en la nueva Constitución se evidencia un carácter totalmente anti-católico.

Federico Tedeschini

 En cambio, la actitud de la iglesia frente a la IIª República fue de una total aceptación; el 24 de abril del 1931 el Nuncio del Vaticano en España, Federico Tedeschini siguiendo las directrices de Roma escribía a los obispos españoles lo siguiente: «De parte del Eminentísimo Señor Cardenal Secretario de Estado de su Santidad, me honro en comunicar a V. E. Rvma. ser deseo de la Santa Sede, que V. E. recomiende a los sacerdotes, a los religiosos y a los fieles de sus Diócesis, que respeten los poderes constituidos y obedezcan a ellos para el mantenimiento del orden, y para el bien común»

                               ¿Arde París? ¡No!, ¡arde España!

Azaña

   El odio hacia la fé y a la Iglesia católica no se haría esperar, no sólo en Madrid como se suele mencionar únicamente sino en toda España, los días 11, 12 y 13 de mayo del 1931, comienza el terror. Ante la indiferencia cómplice del gobierno presidido por Azaña con su célebre y significativa e infame frase de: «Ni todos los conventos de Madrid valen la vida de un republicano», en muchas ciudades de España ardieron infinidad de iglesias, conventos, colegios católicos, periódicos católicos, bibliotecas, muchos de ellos fueron saqueados. La acción destructiva del patrimonio católico se extendió como una mancha de aceite por importantes ciudades españolas, como fue, Huelva, Sevilla, Córdoba, Cádiz, Murcia, Valencia, Alicante y Málaga.

 Ante estas manifestaciones revolucionarias anticatólicas de quema de bibliotecas, colegios católicos, conventos, periódicos, iglesias, profanaciones de tumbas etc.; el gobierno mostraría una inacción cómplice, donde se destruyó patrimonio artístico y cultural de un valor incalculable, los acontecimientos tienen un claro sello masónico. Estos hechos serían un fiel reflejo de unos sucesos no lejanos como es la revolución de Asturias de octubre del 1934, de la primavera del 1936 y la Guerra Civil.

 En Madrid se destruyeron 11 templos y casas religiosas, como la residencia de los jesuitas.

Francesc Maciá

  El 11 de mayo en ciudades como Málaga, Cádiz, Sevilla, Granada, Orihuela, Valencia, Cartagena, numerosas iglesias, conventos y edificios religiosos fueron quemados. En cambio, Cataluña en este caso se mantuvo al margen de esto, gracias a las gestiones realizadas del Cardenal Vidal con el presidente de la Generalitat, Francesc Maciá.

 En Málaga la destrucción fue feroz ardieron el día 12 de Mayo con la implicación de algunas autoridades más de 40 iglesias donde se perdieron valiosísimas obras de arte. En cuanto a la implicación de las máximas autoridades como el gobernador militar el general Juan García Gómez-Caminero de Málaga fue de total complicidad, retiró a la fuerza pública que trataba sofocar los incendios.

General García Gómez- Caminero

Este gobernador mandó un telegrama al ministro de la Guerra diciendo: «Hoy ha comenzado la quema de conventos. Mañana continuará.».

 El obispo de Málaga escribió al Nuncio Tedeschini la siguiente carta refugiado en Gibraltar: «Muy querido Sr. y Hermano; con el corazón destrozado de dolor, con la cabeza atolondrada sin acabar de darse cuenta de la magnitud de la desolación que como manto negro envuelve a mi pobre Dióceis desde las 11 de la noche hasta hoy, a V. E. -Vuestra Eminencia- para darle cuenta muy somera, no más, de lo que nos ha pasado y tome las providencias que crea oportunas.

 Desde las 11 de la noche del día 11 hasta hoy, han quedado incendiadas en Málaga o robadas y profanadas mas de 30 iglesias….arrojadas las comunidades de más de 30 religiosos y religiosas a excepción de los salesianos y quizás algunos de los de San Juan de Dios y las Hijas de la Caridad y del Hospicio; destruidos colegios tan nutridos como el de la Goleta con más de 2000 niños gratuitos. El Palacio Episcopal totalmente incendiado y saqueado…..no puedo seguir porque me faltan fuerzas; porque todo ha estado sometido a una indefensión por parte de las autoridades y acompañado de unas escenas de sacrílego salvajismo que espantan….»

La destrucción en Cádiz: La iglesia convento de Santo Domingo fue pasto de las llamas junto con sus obras de arte religiosas; la casa residencial de los jesuitas; la Iglesia convento de San Francisco de los franciscanos Menores observantes, fue asaltada, robadas las imágenes o destruidas e incendiadas: la iglesia de san Agustin tuvo la misma suerte que la de los franciscanos; la iglesia convento de Ntra. Sra. del Carmen también tuvo que sufrir la misma situación pero con menos destrozos; la Iglesia de Santa María de las Concepcionistas Franciscanas le prendieron fuego a las puertas del Templo pero el fuego fue apagado por los vecinos; el piso de la Federación de Estudiantes Católicos fue asaltado y totalmente destruido. 

 En la provincia de Cádiz tenemos a Algeciras que fueron destruidas   todas las parroquias y edificios religiosos 7 en total.

 En Los Barrios la única iglesia de este pueblo fue totalmente arrasada.

 La Línea de la Concepción esta ciudad sus dos iglesias fue asaltada, robada y destruida.

 Campamento y Puente Mayorga: Esta ciudad como en la Línea sus dos iglesias fueron arrasadas, robadas y destruidas.

 Sevilla: Ataque y destrucción de la iglesia del Buen Suceso, la de los Carmelitas. La capilla de San José de los capuchinos como la de los capuchinos en Sanlúcar de Barrameda, la de los Salesianos en Arcos de la Frontera fueron incendiadas.

 En diversas ciudades de la provincia de Sevilla fueron saqueadas, profanadas y destruidas sacrílegamente las obras artísticas  de 17 iglesias.

 Fueron perseguidos unos 7 sacerdotes.

  Otras ciudades como Granada, Orihuela, Cartagena, Valencia, tuvieron más o menos sus templos, conventos, etc, la misma suerte, exceptuando Granada que las fuerzas de seguridad fueron más diligentes y pudieron evitar una mayor destrucción.

Fernando de los Ríos,

 Posteriormente el 23 de enero del 1932 a las 11 de la noche el presidente del gobierno Azaña entregó el documento de disolución y expulsión de España a los miembros de la Compañía de Jesús, al ministro de Justicia Fernando de los Ríos, los dos eran miembros de la Masonería. Este decreto afectó a 3.001 jesuitas y a 621 que estudiaban en el extranjero. Se clausuraron 80 casas de la Compañía de Jesús en España y se cerraron todos los centros educativos que eran de la orden y a sus obras sociales. Sus estudiantes se exiliaron a Bélgica e Italia. El nuevo gobierno socialista tenía como objetivo disolver igualmente a todas las Órdenes especialmente las que se dedicaban a la enseñanza. Nuevamente los proyectos anticatólicos de gobiernos masones tienen como objetivo prioritario controlar la enseñanza para crear un pueblo más apartado de Dios, más analfabeto,  más sumiso,  más manipulable y con un odio especialmente sembrado hacia lo católico.

  Conforme iba pasando el tiempo la situación en España se estaba volviendo más caótica, más radical, más revolucionaria y más hostil hacia la iglesia.

Manuel López

Orden Franciscana Seglar

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