La historia vivida, 1974-1976

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Carlos Arias Navarro con Franco

El doce de febrero de 1974, el nuevo presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, presentaba su proyecto político, conocido como el “espíritu del 12 de febrero”, y con él, la ley de prensa y la ley de asociaciones políticas.

Aperturismo era la palabra de moda. Empezaba a hablarse de asociacionismo político, y a esa idea se unían todos los órganos de expresión; aperturismo que era usado en todos los ámbitos, incluso en el de la Ley de Selectividad, que comenzó a movilizar a los grupos estudiantiles.

Se produjeron manifestaciones que alcanzaban grados importantes de violencia.

Antonio Añoveros

La convulsión por el “aperturismo” había tomado cuerpo en la prensa fundamentalista democrática y los Elipandos seguían con su acción demoledora de valores cristianos y disfrazados de “aperturismo”. Antonio Añoveros, obispo émulo de Elipando,  publicaba una “pastoral” más que discutible, desde el punto de vista cristiano y avaladora de los principios democráticos.

Con motivo de esta “pastoral”, el 24 de febrero del 1974 el Gobierno de España entró en un grave conflicto con la Iglesia, ya que se trataba de una homilía absolutamente favorable al separatismo vasco, por lo que el Gobierno de Arias Navarro decidió expulsarlo; la jerarquía eclesiástica, tras la que estaba, lógicamente, el Nuncio, Luigi Dadaglio, de sospechosa militancia masónica, amenazó con excomulgar a todos los políticos responsables; se llegó a hablar de romper relaciones diplomáticas con el Vaticano, pero, finalmente, Añoveros no fue expulsado.

José Antonio Girón

Contra esta situación José Antonio Girón entonaba el 28 de Abril un canto del cisne contra el aperturismo. Nada había que hacer. El treinta de Julio se presentaba en París la Junta Democrática y el 1 de Septiembre se constituía la Unión Militar Democrática, al tiempo que el cinco de Diciembre estallaba el Escándalo Sofico, arruinando con él a un nutrido grupo de pequeños y medianos inversores.

El 2 de Marzo de 1974 fue ejecutado en Barcelona un asesino del Movimiento Ibérico de Liberación, Salvador Puig Antich, y en Tarragona, Heinz Chez, culpable del asesinato de un policía. Nuevamente las democracias aprovecharon la oportunidad para cargar las tintas contra España.

El 19 de julio, Franco, que estaba gravemente enfermo de flebitis, delegó provisionalmente en su sucesor, pero el 30 de julio abandonó el hospital, y reasumió sus funciones.

El 13 de septiembre, el brazo armado del fundamentalismo democrático, la ETA, provocó una masacre en la cafetería Rolando, de Madrid. Asesinaron a once personas  y produjeron más de setenta heridos.

“Els Joglars”

Albert Boadella y su grupo teatral “Els Joglars” pusieron en escena una obra titulada “la Torna”, en la que atacaban al régimen, viniendo a justificar, a la postre, la actividad terrorista.

En lo económico, España había sufrido un cambio radical, también en lo que respecta a la geografía: “Cinco provincias, Vizcaya, Madrid, Guipúzcoa, Barcelona y Gerona pasaron, en diez años, de absorber el 38,15% de la renta interior al 40,75%, mientras las cinco más desfavorecidas, Orense, Almería, Granada, Cáceres y Málaga, en esos mismos años descendieron del 5,31 al 5,13%” (“Índice” 1 a 15 de abril de 1975).

1976*

Durante el año 1976, ETA segó la vida de diecisiete españoles más. El terrorismo se hacía amo de España; quién sería árbitro de la política nacional, hasta serlo definitivamente en el nuevo siglo XXI, inauguraba el año con un atentado terrorista en el “Metro” de Madrid el día 13 de enero. Ni mucho menos sería el único atentado del mes, ni del año, ni del siglo… Pero aquí no pasaba nada. Era el precio que había que pagar para llegar a la democracia.

Platajunta

El veintiséis de marzo nace la Platajunta (Coordinación democrática); el seis de abril se fuga de la cárcel de Segovia, de manera espectacular, un grupo de terroristas de ETA; el cuatro de mayo sale el primer número de “El País”; el 22 de mayo el primer número de la revista pornográfica “Interviú”; el 9 de octubre se funda Alianza Popular, y el diecisiete de octubre “Diario 16”. No cabe duda, estábamos en democracia.

En Barcelona, un payaso ordenado sacerdote, Luis María Xirinacs, montaba el espectáculo ante la cárcel modelo pidiendo amnistía. Por su parte, patriotas le visitaban ocasionalmente y le lanzaban bolsas de basura.

Luis María Xirinacs

No era el único payaso que actuaba. El circo se estaba montando a toda velocidad y todos querían tomar parte en el mismo.  Comenzó a estudiarse la reforma de las cámaras de representación, y las manifestaciones se sucedían. Los partidos políticos, de hecho, autorizados, exigían reconocimiento público y amnistía, al tiempo que los fantasmas del pasado, los genocidas, la Pasionaria, Carrillo, hacían gestiones para volver del exilio.

Con sentido distinto, la revista Cambio 16, en el editorial del 26 de enero apuntaba: “Los extremismos de uno y otro signo empiezan a desenfundar ya las espadas”. La única verdad es que, a esa fecha, los del único signo que mataban se habían llevado por delante a Manuel Vergara Giménez, guardia civil. Pero eso no tenía importancia. El artículo terminaba con algo que se asemejaba a una amenaza: “O el gobierno toma la iniciativa y nos fija cortos plazos para la democracia, o la triste sombra de Berenguer y Caetano volverá a pesar sobre nuestras cabezas”.

En la misma revista, en su página 11, un artículo sobre el último asesinato de ETA y el último secuestro, trataba a este grupo terrorista como “la Organización ETA V Asamblea”, lo cual venía a demostrar “las tensiones entre los diversos grupos de ETA”, y no precisamente otra cosa. Refiriéndose a los terroristas habla de “los jóvenes”, y es que, por lo referido en el mismo artículo, el trato de la revista con los terroristas era bastante fluido.

El acoso a las fuerzas del orden por parte de la prensa y de sus amos era evidente. Toda provocación, era presentada como un acto democrático, y toda represalia a esa provocación, un punto más que vandálico. Las fotografías de policías cargando contra los provocadores no eran contrarrestadas por otras fotografías ni por otros comentarios. No obstante, en la revista “Ciudadano” de 15 de febrero de 1976, en su página V, aparece en primer plano un personaje enigmático, con gabardina y ajustándose unas gafas negras, detrás del cual un policía antidisturbios esgrime una porra.

El 5 de abril de 1976, la revista Cambio 16 titulaba un artículo: “Impunidad”, pero contra lo que pueda parecer, no hablaba de la impunidad con que actuaban los terroristas (El día cuatro habían asesinado a dos inspectores, y el día 30 de marzo a un obrero en Placencia de las Armas), sino al hecho de que el director de “Doblón” “fue secuestrado a punta de metralleta y torturado metódica y despiadadamente”, y reclamaban que fuesen “detenidos los terroristas que le torturaron”.

Amén de que las torturas infligidas no necesitaron ningún tipo de asistencia médica, resultaba extraño observar que, contrariamente a lo que ocurría al referirse a los culpables de asesinato, a quienes se les denominaba “jóvenes”, en este caso, a quienes maltrataron al periodista fundamentalista democrático, se les denominaba claramente terroristas. Curiosa diferenciación.

Cardenal Jubany

Como curiosa fue la denegación de permiso para celebrar una manifestación de “apoyo al régimen y de rechazo a la subversión”, solicitada el 2 de abril de 1976 por la Confederación Nacional de Combatientes. Como curiosa fue la actuación del Cardenal Jubany, quién invitado a celebrar una misa en las Atarazanas de Barcelona el 4 de abril del mismo año, se excusó, y no contento con ello, forzó que no se celebrase la liturgia, a la que asistían unas 14.000 personas.

Curiosa actitud de un arzobispo que acompañó a las fuerzas nacionales en la liberación de Barcelona, y que en 1960 afirmaba: “Todos los que recordamos aquellas fechas sabemos lo que había de cristiano y de católico en las banderas victoriosas desplegadas al viento de los Ejércitos Nacionales, y lo que había también de anticristianismo, de persecutorio, en la zona que entonces se derrumbaba estrepitosamente en el fracaso más rotundo de su derrota”.

Blas Piñar

Evidentemente, el terrorismo siempre ha conocido varios frentes; en el periodístico, el periódico órgano del sistema “El País”, procuraba el constante entontecimiento de la población, y ante un atentado (otro más) cometido en esa ocasión contra el coche de Blas Piñar, no dudó en afirmar: “Ni contra los violentos queremos la violencia”. Sucedía el 19 de junio. Parece que en su lucha terrorista por crear confusión siempre fueron avanzados en confundir “información” con “tergiversación”.

Lo que triunfaba en 1976, sin lugar a dudas, era el “destape”. La máxima libertad era mostrar desnudeces. No era sino el principio.

El 1 de Julio dimitió Arias Navarro, y en su lugar fue puesto Adolfo Suárez quién en opinión de Cambio 16 sería capaz, junto a Fernández Miranda, de utilizar el sistema contra sí mismo…

El 14 de septiembre se publica el decreto ley de amnistía, que ponía en libertad a culpables de actos terroristas cometidos hasta 31 de Julio de ese mismo año. Naturalmente, los presos comunes protestaron por la medida, claramente discriminatoria.

Presentación Ley de Reforma Política

El 10 de septiembre, Suárez presentó el proyecto de reforma, que sería aprobado el 18 de noviembre, mediante una operación que acabaría conociéndose como “el harakiri”. El 15 de diciembre el texto fue aprobado en referéndum, confirmando la creencia de que todo referéndum es ganado por quién lo convoca.

Los progres no dudaban en identificar la pornografía y la deshonestidad con la libertad y con la democracia.

La pornografía no es sino la expresión máxima de la impotencia, de la incompetencia física e intelectual; artículos de consumo para los pobres seres mutilados intelectual y físicamente, pero mutilados por su propia incapacidad, en absoluto achacable a nadie más que a ellos mismos.

Con esas premisas, es de suponer que, en un régimen de fundamentalismo democrático, lo que comenzaron llamando erotismo, se convertiría en la más sucia pornografía que, hábilmente utilizada por el sistema, sería arma letal contra la libertad del pueblo.

Combinando tergiversación política y manipulación sexual, proliferaron publicaciones que, como la revista pornográfica “Intervíu”, contaron con notable preeminencia en los kioskos. Luego llegaría a los cines, para terminar, invadiendo todos los ámbitos, especialmente la televisión. Hoy, la pornografía es el primer elemento de manipulación.

Pornografía e información deportiva pasaron a ocupar el primer puesto de “información” ofrecido al pueblo español. Completaba la función la aparición del diario “El País”; sin lugar a dudas, el órgano principal de dominación que el sistema ponía en circulación.

El País tuvo unos inicios que estaban auspiciados nada menos que por José Ortega Espottorno y nada menos que por don Julián Marías, quién como su maestro hubiese hecho, abandonó ese barco pirata. No dijo lo de Ortega “no es esto, no es esto”, porque no podía pisarle la frase, pero llegó a decir cosas más duras.

El País pasó a ser el periódico manipulómetro de mayor difusión en España, hasta que, a Dios gracias, apareció Internet, momento en el que los periódicos (todos manipulómetros), vieron cómo sus ventas caían en picado, y se sintieron obligados a editar una prensa gratuita para seguir garantizando el control social. Pero eso sería ya con el cambio de siglo.

El 30 de diciembre es puesto en libertad Santiago Carrillo, que había sido detenido por la policía el día 22 anterior. En vez de ser juzgado por genocidio, acabaría situándose como padre de la constitución democrática. Mientras, Adolfo Suárez tomaba contacto con los terroristas de ETA. Evidentemente, las cosas habían cambiado en España.

Cesáreo Jarabo

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