El 22 de diciembre de 1248 Fernando III el Santo entraba triunfal en Sevilla, dejando casi concluida la Reconquista. Antes había rendido Córdoba, la que fuera gran capital del califato Omeya, convirtiendo en catedral su ilustre mezquita. Por tantas hazañas contra el musulmán, por su talante piadoso y por mantener la paz con los reinos cristianos, se ganó la santidad este gran monarca castellano.
La llegada al poder de Fernando III fue convulsa. Muerto su tío Enrique I, todos los pronósticos apuntaban al reinado de su madre, doña Berenguela, mujer de genio a quien la historia apodaría «La Grande». Sin embargo la nobleza castellana apuntó al joven Fernando, que aún tuvo que lidiar con las aspiraciones de su padre, Alfonso IX de León, que se presentó en Valladolid al frente de un ejército para hacer valer sus derechos. Lograda al fin la cordialidad familiar, la muerte del rey leonés permitió que Fernando se hiciera con el trono de su padre, uniendo, ya para siempre, los reinos de Castilla y León.
Resuelto el conflicto doméstico y tras estrechar lazos diplomáticos con los reinos vecinos a través de las habituales alianzas matrimoniales, Fernando III pudo centrarse en la conquista al sur de sus dominios, extendiendo las fronteras castellanas hasta el valle del Guadalquivir y rescatando las más simbólicas ciudades del poder musulmán. La conquista de Sevilla fue, de todas sus gestas, quizás la más costosa. Los almohades la defendieron con arrojo, mientras las tropas castellanas ensayaban un avanzado ataque combinado por tierra y mar.
Fernando III el Santo es una de las máximas figuras de la historia de España, a la altura incluso de Isabel la Católica. Sus hazañas militares, que le llevaron a proyectar la Reconquista sobre el norte de África, palidecen ante sus virtudes humanas. Aplicó la diplomacia con las taifas moras, evitando la guerra cuando fue posible, fue piadoso en la victoria y respetó bajo su jurisdicción a judíos e islamitas. Fomentó el derecho, el arte y las letras y su reinado nos dejó la construcción de las más grandes catedrales de España: Burgos, Toledo y probablemente León. Su buen juicio preparó el florecimiento que habría de venir con su hijo Alfonso, que con tales mimbres, con razón fue sabio.
(Fuente: Almanaque de la Historia de España)
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También, el 22 de diciembre de:
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- 1870: Fallece Gustavo Adolfo Bécquer nacido en 1836.