Cuando me dijo que se trataba de “El misterio de la Puerta del Sol” comencé a llamarla insistentemente. Le propuse hacer un documento ante notario para que al menos nosotros conserváramos la película aunque siguiera siendo de su propiedad. Pero su padre no había dejado un buen recuerdo de sus andanzas por el cine. Me decía que estaba guardada en un trastero de un pueblo de Burgos. Y que cada año pasaba por ahí y la película estaba bien (Feliciando Vitores)
El misterio de la Puerta del Sol, del onubense Francisco Elías Riquelme, es considerada como la segunda película española sonora, tras Fútbol, amor y toros. La película se rodó en apenas mes y medio entre octubre y noviembre de 1929, entre la Puerta del Sol y la Gran Vía de Madrid; mientras que los interiores fueron filmados en un hotel propiedad del productor en Ciudad Lineal, así como en los talleres de los periódicos El Heraldo de Madrid y El Liberal.
La película se estrenó el 11 de enero de 1930 en el Coliseo Castilla de Burgos, ya que ni en Madrid ni en Barcelona se aceptó proyectarla. Las salas de proyección no estaban preparadas para el Phonofilm y el productor perdió una enorme suma de dinero.
La película quedó olvidada hasta que en 1981, la nieta del productor de la película, Feliciando Vitores, encontró una copia que había permanecido oculta en cuatro latas metálicas en la casa de su abuelo en Belorado.
ANTECEDENTES
En la segunda mitad del siglo XVIII había un reloj de una sola manecilla en el lado este de la plaza, en la fachada de la iglesia del Buen Suceso, pero era tan impuntual que los madrileños no podían fiarse de él, hasta el punto de que la prensa recogía las protestas de los ciudadanos que clamaban por un reloj nuevo y más fiable.
En 1848, se encargó un nuevo mecanismo para el reloj, con luces para que la esfera fuera visible por las noches. Pero el reloj seguía fallando y en la prensa aparecían chistes a su costa.
Este reló tan fatal que hay en la Puerta del Sol, dijo a un turco un español, ¿Por qué funciona tan mal? El turco, con desparpajo, contestó cual perro viejo: este reló es el espejo del Gobierno que hay debajo.
Una de las utilidades más apreciadas del reloj es que marcaba la hora de salida de las diligencias y coches de alquiler con parada de salida en la Puerta del Sol. Así, en 1854 se derribó la iglesia del Buen Suceso, donde se levantaría el Hotel París, decidiéndose que en la plaza debía seguir habiendo un reloj. El emplazamiento elegido esta vez fue la Casa de Correos, que entonces era la sede del Ministerio de Gobernación.
EL RELOJ DE GOBERNACIÓN
El Reloj de Gobernación, también conocido como Reloj de la Puerta del Sol, es un reloj de torre colocado en un templete sobre la Real Casa de Correos, en la Puerta del Sol, y fue inaugurado el 19 de noviembre de 1866 por Isabel II, día que se cumplía 33 años de la primera proclamación como reina.
El reloj fue obra del leonés afincado en Londres José Rodríguez Losada, quien donó gratuitamente la maquinaria al Ayuntamiento de Madrid.
JOSÉ RODRÍGUEZ LOSADA
Hijo de Miguel Rodríguez y de María Conejero, adoptó el segundo apellido por el topónimo al que pertenecía su localidad de nacimiento. De origen humilde, pastoreaba vacas de niño, hasta que la pérdida de una de ellas le hizo huir por miedo a las represalias, recalando primero en Puebla de Sanabria y, después, en Extremadura.
No se sabe más de Losada hasta su reaparición como como oficial del Ejército en Madrid durante el Trienio Liberal. En 1823, sus ideales liberales le llevaron a conspirar contra Fernando VII, lo que le costó el exilio a Francia, primero, y, después, pasó a Inglaterra, donde el Comité de Ayuda a los Emigrantes le consiguió un trabajo como mozo de limpieza en una relojería.
Cuando el dueño de la relojería cayó enfermo, José fue el encargado de sustituirle durante la convalecencia, primero, y tras su muerte. Contrajo matrimonio con su viuda, Hamilton Ana Sinclair, y estableció su propia relojería en la Regent Street, n.º 105 de Londres.
En la trastienda de la tienda se estableció una tertulia que él mismo denominaba La Tertulia del Habla Española, a la que acudieron numerosos exiliados como José Zorrilla, Ramón Cabrera, Juan Manuel de Rosas o el general Prim. Pérez Galdós y el propio Zorrilla han rememorado la tertulia y al propio Losada en sus obras.
Liberal por convicciones
y por circunstancias luego
jamás ha atizado el fuego
de nuestra guerra civil;
un español, sea carlista
o liberal, a él bien llega,
pues Losada no reniega
de ser español jamás;
mi padre, ministro un día,
puso a precio su cabeza,
él con hidalga nobleza
salvó más tarde mi honor.
Hoy, sin temor ni bajeza,
del mundo a la faz lo digo:
él es mi mejor amigo
y no le tuve mejor.
(José Zorrilla)
Hacia 1853 ya era bastante conocido en Londres, por lo que recibió varios encargos para la Casa Real Española. En 1854 Rodríguez Losada recibió la Medalla de caballero de la Orden de Carlos III y nombrado dos años después relojero crono metrista honorario de Marina y relojero de cámara de la Reina. Dos años después, hizo su primer viaje de vuelta a España, donde fabricó numerosos relojes, cronómetros y péndulos para el Observatorio de San Fernando, en la que también ejerció de relojero jefe. En 1866, tras tres años de trabajo, donó al Ayuntamiento de Madrid el reloj que hoy en día preside la Puerta del Sol, después de varios años de cuidadoso trabajo.
Es probable que, a fines de esta semana, estén concluidas y montadas en su lugar las columnas y armaduras que se construyen en la fábrica del Sr. Sanford para el nuevo reloj de la Puerta del Sol. La armadura se está haciendo bajo la dirección del ingeniero D. Víctor Hugo, y consiste en ocho columnas sobrepuestas y fuertemente enlazadas entre sí. Las cuatro superiores están destinadas a llevar tres campanas. La armadura irá coronada de una elegante cúpula, y tendrá unos treinta pies de elevación (Prensa de la época).
Murió en 1870 y fue enterrado en el cementerio de Kensal Green en Londres.
LA TRASCENDENCIA DEL RELOJ
En 1890 se le colocó al artefacto una bola de grandes dimensiones, con el ánimo de que, cuando empezara a caer, el público advirtiese que iban a comenzar los cuartos, como paso previo a las doce campanadas.
En 1928 se desprendió una de las pesas del reloj, que traspasó el suelo y cayó en el despacho principal del Gobernador. Milagrosamente, en esos momentos no había nadie en la estancia.
La leyenda dice que a Alfonso XIII le gustaba asistir en directo, de incógnito, a las campanadas. La Nochevieja de 1930, fue la última en la que el monarca se hizo presente en la Puerta del Sol.
Durante la Guerra Civil, en otoño de 1936 estalló una bomba en el comienzo de la calle Mayor; cuatro esferas del reloj saltaron por los aires, reponiéndose únicamente la que da a la Puerta del Sol. En 1938, un obús llegó a entrar en el edificio por la esfera que da a la calle Carretas, aunque no estalló.
Durante el periodo de posguerra las señales horarias del reloj eran emitidas por Radio Nacional de España como referencia horaria en los diarios hablados.
En 1952, el gobierno de Venezuela quiso comprar el reloj, pero el alcalde Conde de Mayalde no lo consintió.
Desde principios de siglo XX existe la tradición en España de comer doce uvas coincidiendo con la medianoche del 31 de diciembre, y el reloj de la Puerta del Sol es el encargado de marcar el ritmo con sus campanadas.
Las primeras que se televisaron fueron en diciembre de 1962, siendo el encargado del mantenimiento Pío Gabín y el presentador Matías Prats.
Desde finales del siglo XX, Jesús López-Terradas es uno de los maestros relojeros de la Casa Losada, encargado de la supervisión y funcionamiento de la maquinaria.
El histórico reloj conserva en la actualidad, en un 98 por ciento, su maquinaria original
UNA MÁQUINA DE PRECISIÓN
Una de las principales características del reloj es su precisión.
El escape es de tipo Shelton y consiste en una áncora que está acoplada a una rueda de escape especial en forma de jaula de 30 dientes que impide el retroceso de la rueda. Este tope evita el retroceso y con ello la maquinaria posee una gran precisión. Si hubiese tal retroceso el tiempo que dura se pierde en la cuenta que hace la maquinaria. Es por esta razón por la que el reloj de la Puerta del Sol, gracias al avance continuo debido a este escape, sólo se retrasa cuatro segundos al mes (Juan Ignacio Samperio Iturralde, Técnicas y oficios: El reloj de la Puerta del Sol).
La autonomía de funcionamiento de la maquinaria es de una semana. Está diseñado de tal forma que cualquiera de sus piezas se puede desarmar sin tener que desmontar el reloj. Un elemento que le proporciona precisión es la longitud del péndulo de la maquinaria del reloj, que mide 3 metros. En cuanto a la sonería, el reloj marca las horas y los cuartos de hora, y cada hora completa un ciclo de cuatro cuartos de sonería.
Ricardo Aller Hernández