La HISTORIA VIVIDA 1962 a 1964

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1962

La evolución económica de la España de los años sesenta estaba marcada por la emigración y el desarrollismo.

José Antonio Girón, a la sazón ministro de Trabajo, despedía importantes contingentes de trabajadores que, con contrato de trabajo, se desplazaban a trabajar a Alemania.

Cinturón industrial de Barcelona

A nivel interno, y durante esos mismos años, también se produjo una gran migración provocada por la transformación económica en que se había envuelto España. El desarrollismo se concentró en las Provincias Vascongadas, cinturón industrial de Barcelona, y Madrid. Todo el esfuerzo nacional se volcó en esos tres polos de desarrollo.

La España agrícola cedía paso, de manera decidida, a la España industrial. La España agrícola sucumbía. Quien quería aplicarse a los tiempos y acometía la mecanización del campo tenía mucho por delante que hacer. Todas las posibilidades eran suyas.

El desarrollo urbanístico de Barcelona, como el de las principales ciudades españolas, estaba enmarcado en el desarrollo general de España, que inequívocamente se producía a expensas de la España rural.

Informe Bilkerbach

Pero no era sólo la economía y el desarrollo lo que en aquellos momentos se estaba produciendo. Estamos en 1962, y el régimen quería entrar en el Mercado Común, a pesar de que el informe Bilkerbach exigiese que acceder al mismo, el país debía regirse por unos principios que le eran ajenos.

En esa situación, en Múnich, auspiciados por los demócratas europeos, 118 españoles se reunieron en el Hotel Regina Palace para hablar del futuro político de España, en el que sería conocido como “Contubernio de Múnich”. Entre ellos, 38 procedían del exilio.

Ahí se marcaron las directrices que, transcurridos los años, demandaría “libremente” el pueblo español. Entre ellas se encontraba la atomización nacional mediante el  “reconocimiento de la personalidad de las distintas comunidades nacionales”, y la monarquía.

El Contubernio de Múnich, conforme a los análisis de los propios demócratas del momento, como Juan Pablo Fusi, Tuñón de Lara o Fernández de Castro, sólo sirvió para destacar “la insignificancia de la oposición democrática al franquismo”.

Era un paso más, en absoluto inconexo. Julio Cerón Ayuso, hermano de quien fuera ministro de comercio con Franco, José Luis Cerón Ayuso, ya había iniciado la acción contra el régimen, y en el seno de lo que más daño podía hacer al alma de los españoles: La Iglesia.

Julio Cerón Ayuso

Entre 1953 y 1956, en Madrid, Barcelona, Santander, Sevilla y otras ciudades, se llevaron a efecto algunas reuniones en los locales de centros católicos obreros de las JOC y la HOAC. El diplomático Julio Cerón se relacionaba con gentes del exilio, y en Madrid entró en contacto con el cura Malagón, es decir, con los núcleos HOAC y JOC.

En un convento de monjas de Carabanchel comienzan a convocarse reuniones en las que Julio Cerón intenta agrupar, bajo el nombre de ‘Tomás Moro’, a los núcleos marxistas infiltrados en la Iglesia. Se empieza a hablar sobre marxismo y revolución, y se crea el FLP (Felipe), que participa decididamente en la organización de una supuesta huelga general convocada por los comunistas para el 18 de junio de 1959.

Otros hechos de envergadura se sucedieron en España durante este largo 1962. Se nacionalizó el Banco de España; un nuevo gobierno, más tecnócrata, tomó las riendas; una huelga en Asturias y una cadena de atentados terroristas en San Sebastián, Madrid, Barcelona y el Valle de los Caídos, se confabulaban con las inclemencias del tiempo, que provocaban unas graves inundaciones en el Vallés barcelonés.

1963

San Pablo VI

El 3 de junio de 1963 murió el Papa  Juan XXIII, que en 1962 había inaugurado el Concilio Vaticano II, y que finalizaría, con graves consecuencias para la Iglesia, en particular para la española, bajo el reinado de Pablo VI, en 1965, un papa al gusto de los vencedores de la II Guerra mundial.

El veintinueve de Julio de 1963 se producen sendos atentados terroristas en la Dirección General de Seguridad y en la Delegación Nacional de Sindicatos Madrid, con el resultado de varias decenas de heridos.

Los culpables, Joaquín Delgado Martínez y Francisco Granado Gata, son detenidos, juzgados y ejecutados a garrote el 17 de agosto del mismo año.

En octubre se funda “Cuadernos para el diálogo”, una publicación donde se reunirían todos los enemigos del régimen. Un ejemplo que no conoce parangón inverso.

También en octubre Franco visitó Barcelona. El motivo del viaje fue dar ánimos tras las lluvias torrenciales acaecidas en septiembre del año anterior.

Ingente cantidad de personas gritando ¡Franco, Franco, Franco! Eran obreros, miles y miles de obreros coreando el nombre del jefe del Estado.

Este año 1964 se instituye la retransmisión dominical de un partido de balompié. Medida alienante de la población que sólo es un preámbulo de lo que después de 1975 se utilizaría hasta el agobio

1965

La Iglesia clausuró el Concilio Vaticano II en 1965. Sus consecuencias fueron bastante tristes para la Cristiandad, y por supuesto para toda España; no en vano España y catolicismo son consubstanciales.

Concilio Vaticano II

La apertura dialogante con el mundo moderno que era aconsejada por el Concilio mutó en el caso de España por un desapego a la tradición y a la esencia cristiana, por parte de laicos, sí, pero muy especialmente por un importante sector del clero, al que no se sustrajo la jerarquía.

Su voluntad de promover el desarrollo de la fe católica se vio truncada, dando paso precisamente a lo contrario, a una laxitud de la fe, y a una laxitud de las costumbres, llegando al extremo de defender postulados que no han sido admitidos en la estructura de la propia Iglesia.

Tarancón

De triste recuerdo para la Iglesia española, y para España, son nombres como Tarancón, Cirarda, Argaya, Añoveros, Jubany o Setién. Tan sólo un pequeño grupo de obispos encabezados por don Marcelo González y por don José Guerra Campos se mantuvo fiel a la ortodoxia católica, pero se vio condenado al ostracismo. Un hombre de la categoría intelectual de Monseñor Guerra Campos, sería relegado en 1973 a la diócesis de Cuenca, diócesis que, históricamente, lo es de castigo.

Los nuevos nombramientos de obispos vinieron a engrosar el cartel de “progresistas” al frente de las diócesis españolas, y es que, a pesar de un concordato que permitía al jefe del Estado elegir entre una terna propuesta, jamás se llegó a cumplir el requisito. Motivo: Franco había manifestado a sus íntimos que, del mismo modo que él no presentaba una terna al Vaticano cuando nombraba un general, no veía lógico que el Vaticano le presentase una terna para elegir un obispo.

Pero esa prerrogativa no la había marcado él, sino que era una cuestión histórica que le trascendía. ¿Cómo la obvió? Marcando inexorablemente el primer nombre de la lista. Como en el Vaticano se dieron cuenta de la costumbre, optaron por situar en primer lugar el nombre que deseaban poner al frente de la diócesis vacante.

Las secularizaciones de sacerdotes sucedieron al final del Vaticano II como una plaga de langostas. Los curas “obreros” ayudaron irremisiblemente a la desacralización de la religión (¡como si un sacerdote “como procede” no tuviese suficiente labor a realizar durante todo el día y durante todos los días del año!). El Vaticano perdió el norte; la jerarquía perdió el norte, y la Iglesia en su conjunto perdió el norte, y por supuesto los fieles. El objetivo principal del Concilio Vaticano II se vino rotundamente al suelo.

El desconocimiento de las verdades fundamentales de la Fe, por parte de la mayoría de los católicos, llegaría en pocos años a ser alarmante. A los veinte años del Concilio Vaticano II, las vivencias de un bautizado iban quedando reducidas a una sensiblería que hace referencia a tradiciones populares ligadas al pueblo natal o, incluso, a imágenes que, desde la perspectiva del sujeto, no tienen casi relación con la Virgen o con los santos que representan. Pregunten a los devotos de aquellos que ya pertenecen a la Iglesia celestial sobre cualquier aspecto de la vida de los objetos de sus devociones y entenderemos de lo hasta aquí afirmado. De hecho, pueden leer ofensas a Cristo, a María o a la Iglesia o contemplar impasibles películas con idéntico argumento sin sentirse ofendidos. ¿Qué da lo mismo que la Virgen tuviera más hijos o no o que los tuviera Jesús con la Magdalena? El alejamiento de muchos, que se confiesan católicos, de la dogmática católica, es mayor que aquel que sufrieron, por ejemplo, los primeros protestantes.

Algo similar sucedería con el comportamiento moral de bastantes miembros de nuestra Iglesia. Aun conociendo la doctrina católica, el relativismo que profesan conlleva que el creyente no se sienta afligido por la conculcación de la misma en materias que deberían afectar, gravemente, a su conciencia. Público y notorio son las expresiones repetidas de «para mí no es pecado» vivir en concubinato o abortar o el mal llamado matrimonio gay, etc.

San Pablo VI

Algo bueno, no obstante, tuvo el Concilio Vaticano II para los cristianos: no marcó ningún dogma, y el propio Pablo VI tuvo que reconocer que el humo del Infierno se había introducido en la Iglesia.

Tardaría décadas la Iglesia española en intentar encontrar nuevamente el camino. Fue preciso que aquellos pastores vendidos al oro del sistema, y al propio demonio, muriesen, para que una nueva generación de pastores tomase decididamente las riendas y volviese a la Iglesia al lugar de donde nunca debió salir.

San Juan Pablo II

Hasta que Dios tuvo a bien regalar a la cristiandad el pontificado de Juan Pablo II, la Iglesia seguiría derroteros ajenos a su doctrina durante más de una década, y España en concreto sufriría muy de cerca este sinsentido. No fue sólo que el cura bajase del púlpito; no fue sólo volver el altar hacia el pueblo; no fue sólo que los curas dejasen de vestir como curas y las monjas como monjas; No fue sólo que pasase a comulgar de pie y en la mano; no fue sólo que… Lo más importante es que el relativismo tomó posiciones en la Iglesia. El pecado comenzó a ser relativo. Ese fue el mal que entró en la Iglesia con el Concilio Vaticano II. En algunos conventos (o mejor, es de suponer que en algunos no lo hacían), en vez de atender las horas de oración, veían la televisión.

A pesar de todo, el Concilio Vaticano II no marcó ningún dogma. Esa, a la postre, sería la puerta de retorno a la esencia del pensamiento cristiano dentro de la Iglesia.

En junio de 1967 ocurrió la “Guerra de los 6 días”; un conflicto entre árabes y judíos que duró 6 días con la victoria de Israel sobre los árabes, y en la que Israel ocupó los Altos del Golán.

1966

El diecisiete de enero de 1966, un transporte militar de los Estados Unidos pierde cuatro bombas atómicas en Palomares. El perjuicio económico para la zona se alargaría hasta entrado el siglo XXI.

Fraga quitaría importancia al hecho, bañándose en la Playa de Palomares junto al embajador de los EEUU.

El nueve de marzo, en el convento de Capuchinos de Sarriá, en Barcelona, se reúne el Sindicato Democrático de Estudiantes, en un acto que será conocido como “la Capuchinada” según ellos y “la Cachupinada” según otros… 

En septiembre, la elección de enlaces sindicales de la CNS, muestra de la libertad que sería la gran desconocida una década después, permite la representación sindical al amparo de unas leyes sociales que serían eliminadas al llegar la democracia.

Huelga en Bandas

El treinta de noviembre se desata un conflicto laboral en Laminación de Bandas en Frio de Echevarri, Vizcaya, que duraría 5 meses.

En el secular conflicto de Gibraltar, la ONU ordena iniciar relaciones tendentes a devolver la soberanía a España, pero como es evidente, los ingleses no están por la labor. Su tradicional piratería no sucumbirá. Como consecuencia, el veinticuatro de octubre se cierra la verja de Gibraltar, que no será reabierta, lógicamente, hasta llegar la democracia.

Cesáreo Jarabo

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