La historia vivida, 1970

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Por aquellos entonces, finales de 1970, estaban encarcelados unos trescientos colaboradores del terrorismo etarra. Acababan de asesinar a un taxista e iba a dar comienzo el conocido como “Proceso de Burgos”, contra dieciséis terroristas. Se dictaron seis penas de muerte que finalmente fueron conmutadas por Franco.

Eugen Beihl, cónsul de Alemania Federal

Fue el proceso de Burgos un hito en lo que podemos denominar prolegómenos de la democracia. Todas las democracias del mundo tomaron partido por los terroristas juzgados, y con ese respaldo, fue secuestrado Eugen Beihl, cónsul de Alemania Federal en San Sebastián. La presión del terrorismo era evidente. Estaban sembrando el camino para la instauración de un sistema democrático al que el pueblo español se mostraba ajeno.

La prensa, y en ella quienes años más tarde dirían que durante el anterior régimen no había libertad de expresión, cargaban las tintas contra quienes defendían postulados patrióticos y sociales no socialistas. Efectivamente, no había libertad de expresión para defender los postulados nacionalsindicalistas, mientras ellos sí tenían libertad para tildar de “inmovilistas”, “reaccionarios” y “cavernícolas” a quienes tal hacían.

Las campañas socavando el espíritu cristiano y nacional comenzaban a manifestarse. “Sería curioso que se examinara el descenso y casi eclipse de la presencia de los sacerdotes en las aulas. En gran parte han desaparecido los catecismos parroquiales…La prensa católica –revistas, hojas diocesanas- son, en general, motivo de desorientación, discusiones, enfrentamientos y creciente malestar…”

La pérdida de norte por parte de los pastores de la Iglesia era manifiesta y dolorosa. Hasta el extremo que en unos trabajos parroquiales sobre “reflexions per a una catequesi d’adults” (reflexiones para una catequesis de adultos), el libro de texto era el conocido como “Catecismo Holandés”, en el que entre otras cosas, una curiosa religiosa inicia el temario con un curioso tema: “Evangelio y libro de Mao: mensaje de la acción”. Aquellas aguas trajeron estos lodos…

Y es que, desde 1960 la HOAC, infiltrada por elementos marxistas, era colaboradora indiscutible de las organizaciones que acabarían reflotando, una vez fallecido Franco, toda la sopa de letras del materialismo “de izquierdas”.

La revista Fuerza Nueva, que en algunos asuntos resultó visionaria, decía verdades como que “cuando se viene sustrayendo a la infancia, a la juventud, y a toda la sociedad de la auténtica enseñanza cristiana, se efectúa, sin más, un vacío que ya sólo se llena de escepticismo, materialismo, e inmoralidad en todas sus declinaciones. No es que en otros tiempos no existieran también estas taras humanas, pero ni eran tan extensas ni estaban avaladas por el silencio eclesiástico y muchas veces con el espaldarazo de sacerdotes, religiosos y religiosas”.

“A estas horas, la Conferencia Episcopal Española, corporativamente ante Dios y España responsable de la enseñanza moral y la denuncia del mal, enfrascada con tantas reivindicaciones de derechos de expresión y de no sabemos cuántas más libertades, viene contemplando impasible este triste espectáculo, que afecta ya a su propia vida con la masiva deserción de sus seminaristas, novicios y novicias, y con la desgraciada fácil profecía de que en los próximos años desaparecerán muchos seminarios españoles.”

Sí señor, aquellas aguas trajeron estos lodos… Premonitoriamente afirmaba también que: “permitiendo que persevere una situación de anemia moral, nos estamos jugando el ser o no ser de España”.

La prensa de desgañitaba poniendo en ridículo a quién tales cosas decía. Lo más suave que se podía leer era “ultra”, “inmovilista” o “fanático”…

No obstante, el pueblo español seguía manteniéndose ajeno a la idea de la democracia. Sencillamente vivía feliz, y sobre todo en libertad, en un sistema político que le garantizaba el puesto de trabajo con unos Sindicatos y una Magistratura de Trabajo que no dudaba en ponerse del lado del trabajador siempre que éste tuviese un mínimo de razón. Sí, vivía alegre y confiado; excesivamente confiado; letalmente confiado.

Curiosamente Magistratura de Trabajo y Sindicatos serían las primeras instituciones que el sistema democrático eliminaría, poniendo en su lugar el despido libre y la indefensión más absoluta de los trabajadores, que acabaron viéndose abocados a unos horarios laborales sin fin, a unos sueldos marcados por el interés de las partes (¿qué fuerza tiene el trabajador frente al poderío del capitalismo?), y a la desaparición de un patrimonio sindical acumulado durante décadas por todos los trabajadores, y que, de la noche a la mañana dejó de existir.

No obstante ser ajeno al sentimiento del pueblo español, que veía en los jueces los garantes de su libertad y de su seguridad, el Proceso de Burgos fue convertido, por parte de las democracias y de las nuevas jerarquías de una Iglesia que se denominaba católica, y por parte de los medios de comunicación, en un proceso al Régimen.

Obispo Cirarda

En las iglesias de Guipúzcoa y de Vizcaya se leyó una carta pastoral firmada por los nuevos Elipandos, Cirarda y Argaya, condenando al tribunal del Proceso de Burgos, y reclamando clemencia para aquellos terroristas que pudiesen ser condenados a muerte. No hicieron lo mismo los Elipandos de turno cuando los asesinos juzgados segaron la vida de tres españoles que se limitaban a cumplir sus obligaciones laborales.

Pero no terminó ahí la acción de zapa iniciada por los Elipandos. La Conferencia Episcopal hizo una declaración apoyando a Cirarda y a Argaya.

Estas actuaciones señalaban, por una parte, una serie de alteraciones del orden público, que los fundamentalistas democráticos señalan como enfrentamientos entre manifestantes y policía, y que en realidad se restringían a que, ante la aparición de la policía, los valientes manifestantes salían huyendo.

Se produjeron importantes manifestaciones en los lugares que, curiosamente, habían recibido a lo largo de los años todos los apoyos del régimen que a su vez fueron en detrimento de otros lugares: Madrid, Barcelona, Bilbao, Oviedo, Sevilla, Pamplona.

La propaganda fundamentalista democrática, que siempre ha demostrado ser superior a cualquier otra propaganda, hizo que, de entre los zopencos, surgiesen nada menos que trescientos artistas e intelectuales catalanes que tuvieron a bien encerrarse en la abadía de Montserrat, pidiendo “libertad, amnistía y estatuto de autonomía”. ¿Qué hizo el sistema? Nada.

Resulta admirable comparar la actitud del régimen de Franco con la actitud del régimen fundamentalista democrático ante el ataque intelectual o seudo intelectual. El régimen de Franco no hacía nada. El régimen fundamentalista, bien al contrario, condena al ostracismo más feroz a quién se atreve a cuestionarlo.

¿Se puede comparar la actitud que tuvo el régimen de Franco con periódicos como por ejemplo “Tele Exprés” de Barcelona con la actitud que tuvo el sistema democrático con “El Alcázar”? Tele Exprés desapareció en democracia por circunstancias que mejor no  analizar. “El Alcázar” fue literalmente ahogado por el gobierno democrático. ¿Y qué debemos decir de Cambio16 o Triunfo? La democracia no admite la existencia de publicaciones que, como Cambio16 o Triunfo, ataquen la esencia del sistema.

Curiosamente, un régimen autoritario sí las admite. Duras críticas hacía José Oneto en Cambio 16, allá en 1975.

Y es que la prensa, ya en aquellos entonces servía los mismos intereses que está sirviendo ahora mismo. Mentía casi tanto como miente ahora mismo. Así, por ejemplo,

Diario de Barcelona decía el 6 de Septiembre de 1975, que el alcalde de Vilassar de Mar había sido destituido, cuando la realidad era que el alcalde había presentado la dimisión.

Miguel Cruz Hernández

Y no pasaba nada. Estaban ensayando en el noble arte de la mentira, que tanto desarrollarían con los años. Y es que, confundiendo el culo con las témporas, el Director General de Cultura Popular, Miguel Cruz Hernández, proclamaba lo que era tristemente evidente cuando la mentira prima sobre la verdad de información: “No se le va a poner una mordaza a la prensa”. Podría haber terminado diciendo: “Ya se encargará la prensa de poner una mordaza al pueblo español”.

Gregorio Peces Barba

Por su parte, durante el proceso de Burgos, los abogados de los terroristas, Gregorio Peces Barba, José María Bandrés y José Echevarrieta, se permitían el lujo de presentar a aquellos asesinos como héroes…Y el régimen no hacía nada. Les dejaba.

Finalmente, los terroristas fueron indultados y pasaron, lógicamente, a engrosar el activo de la democracia; de una democracia que fue antifranquista por conveniencia, pero que, lo que es en esencia es antiespañola y anticristiana.

Cesáreo Jarabo

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