Apertura de la Biblioteca Nacional (1 marzo 1712)

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El 1 de marzo de 1712, reinando en España Felipe V, se abrió al público la Real Biblioteca, origen de lo que hoy conocemos como Biblioteca Nacional. Sus orígenes se remontan al 29 de diciembre de 1711, cuando el Rey aprobó el plan que le había sido presentado por su confesor Pedro Robinet, dicho plan tenía como misión “renovar la erudición histórica y sacar al aire las verdaderas raíces de la nación y de la monarquía españolas” e inmediatamente empezaron las obras en un solar vacío que se encontraba entre el Real Alcázar de Madrid y el convento de la Encarnación.

El fondo documental inicial estaba formado por las colecciones privadas de los reyes de España Felipe IV y Felipe V. Este último había hecho traer de su Francia natal más de 6.000 obras francesas a su propio costo. Rápidamente la colección creció con el aporte de los contenidos de las bibliotecas privadas de los nobles que se le habían opuesto durante la Guerra de Sucesión Española. Nobles como el arzobispo de Valencia, Antoni Folch de Cardona,​ el marqués de Mondéjar y el duque de Uceda, vieron como sus colecciones pasaban a la Real Biblioteca. Fue una forma de poner al alcance del público una serie de incunables a un costo minimo.

El siguiente paso fue decretar el derecho de tanteo por parte de la Biblioteca de toda subasta o venta de fondos particulares. Esta Real Orden dio nuevo impulso a la colección aunque el costo para el erario público no fue desdeñable.

Antiguo edificio de la Imprenta Real

Un nuevo paso fue durante el reinado de Carlos III, que mediante la consiguiente Orden Real de 1761, creó la Imprenta Real, lo que propició a su vez la puesta en marcha de un taller de fundición de tipos de imprenta.

Con el siglo XIX y a pesar de las vicisitudes políticas, militares y económicas, la Real Biblioteca no dejó de crecer y sufrió diversos cambios de edificio, acabando en la actual ubicación donde se encontraba el Convento de Recoletos de Madrid, que había sido desamortizado y derruido.

Manuel Ruiz Zorrilla

La misma Desamortización, había provocado que importantes bibliotecas pertenecientes a órdenes religiosas, se incorporaran a la Real Biblioteca. Solo con los fondos procedentes de los conventos madrileños, más de 70.000 volúmenes pasaron a enriquecer la colección. En 1869, Manuel Ruiz Zorrilla, Gran Maestre del Gran Oriente de España (organización masónica española fundada por el Conde de Aranda) y a la sazón  ministro de Fomento y de Gracia y Justicia, desamortizó, o sea incautó, los fondos principales de las catedrales  de Ávila y Toledo.

Sin necesidad de los masones, la Biblioteca ya había sido una avanzada en las costumbres españolas y en 1837, Antonia Gutiérrez Bueno obtenía permiso para acceder a las obras archivadas, consiguiendo incluso una sala particular con todos los servicios, incluida la calefacción, para poder consultar los volúmenes que deseara.

Ya en el siglo XX y por Real Decreto del 18 de octubre de 1901, la Biblioteca Nacional pasó a ser la cabecera del resto de bibliotecas públicas peninsulares, consiguiendo con ello que los catálogos fueran generales y el control de las colecciones mejor manejado.

Presidente Alcalá Zamora

La Guerra Civil Española fue el contratiempo mayor que sufrió la entidad. Para comenzar el director que se encontraba al frente en Julio de 1936, Miguel Artigas, tuvo la suerte de encontrase en la zona nacional lo que le salvó la vida, pero no le permitió conservar el cargo, pues fue depuesto fulminantemente a pesar de que había contribuido a positivamente a la institución y a sus servicios con el nuevo Salón de Lectura, la nueva Sala General, inaugurada por el presidente Alcalá Zamora  y la ampliación de los horarios.

Durante la guerra, el edificio sufrió pequeños daños que no afectaron a su contenido pero parte de ellos fueron evacuados, cuando no malvendidos al extranjero, fundamentalmente a Suiza, y no pudieron ser recuperados después del conflicto.

Miguel Artigas

Finalizado éste, Miguel Artigas volvió a su puesto y consiguió que la Biblioteca mantuviera un nivel digno. Como una de las disposiciones curiosas de la época, fue la utilización de la numeración decimal para la catalogación de los depósitos en lugar de la romana que se utilizaba desde su fundación.

La Biblioteca Nacional continuó su andadura durante el resto del siglo con diversas mejoras y ampliaciones, siendo pionera en 1982 con la implementación del sistema SABINA, una versión del software español SABINI, para la automatización de los catálogos.

El siglo XXI, ha sido el siglo de internet y también lo ha sido para la institución. En 2009, se inició un proyecto de colaboración con Internet Archive y en 2010, la institución inauguró el “Quijote interactivo”, versión digitalizada e interactiva de la obra de Cervantes. La Biblioteca colabora en la base de datos Dialnet y hoy en día sus servicios digitales están a nivel mundial.

En conclusión, la Biblioteca Nacional ha sido una institución que ha sabido estar al compás de las nuevas tecnologías y que ya fue pionera en muchos aspectos desde sus inicios.

Manuel de Francisco Fabre

https://es.wikipedia.org/wiki/Biblioteca_Nacional_de_Espa%C3%B1a

https://www.bne.es/es

https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%B3dices_Madrid_I-II

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