El pasado 30 de mayo se cumplió el centenario de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, por el rey Alfonso XIII, en el monumento que en su honor se levanta en el cerro de los Ángeles – en la localidad madrileña de Getafe -, el centro geográfico de la Península Ibérica. Con este motivo se celebra, hasta el próximo 24 de noviembre, un Año Jubilar, que permite ganar la indulgencia plenaria cumpliendo los preceptos previstos para estos casos.
El conjunto monumental es obra del arquitecto Aniceto Marinas, pero fue destruido durante la Guerra Civil, por los milicianos del Frente Popular. La dinamita y los disparos de las descargas de fusilería no consiguieron, sin embargo, alcanzar el relieve del Sagrado Corazón. El propio Marinas fue el responsable de la reconstrucción del monumento, en 1965, de una basílica subterránea bajo el mismo, y de una serie de esculturas de gran valor simbólico.
Así es, el monumento principal lo preside la estatua de Nuestro Señor, de 11 metros, bendiciendo al pueblo con tres dedos extendidos, simbolizando la Trinidad, y con el lema “Reino en España”. A sus pies, el bajorrelieve del Inmaculado Corazón de María, y los ángeles sosteniendo el escudo de España, mientras el Espíritu Santo se irradia sobre el altar de la Patria.
El monumento principal está rodeado de cuatro grupos escultóricos: la Iglesia triunfante, con esculturas de San Agustín (doctor de la Gracia), Santa Margarita María de Alacoque, quien recibió la visión del Sagrado Corazón; San Francisco de Así, modelo de amor a Cristo; Santa Teresa de Jesús; San Juan, Santa Gertrudis, precursora del apostolado del Sagrado Corazón de Jesús, y el beato Bernardo de Hoyos, apóstol de la promesa del reinado de Cristo en España.
Un segundo grupo representa a la Iglesia militante, es decir, a aquellos cristianos que buscan amar a Cristo, mediante la caridad –representada por una monja de la Orden de San Juan de Dios-; la humildad (una mujer y una niña que le ofrecen flores); el amor (unos padres y su hijo, símbolo de la Iglesia doméstica), y el arrepentimiento (un hombre sujetando un yugo).
El tercero es la España misionera, que ha llevado el Evangelio por todo el mundo, y en él destacan Isabel la Católica, Cristóbal Colón, Hernán Cortés, fray Junípero Serra y un grupo de indios.
El último es la España defensora de la Fe católica, simbolizada por el obispo Osorio de Córdoba, representante del emperador Constantino en el Concilio de Nicea; el rey don Pelayo, iniciador de la Reconquista de nuestra nación frente a los musulmanes; el padre Laínez, que se midió contra las herejías protestantes; don Juan de Austria, vencedor de la batalla de Lepanto frente a los turcos, y el obispo Polanco mártir en el asedio a Teruel y el joven Antonio Rivera “el ángel del Alcázar”, en representación de los asesinados por odio a la fe durante la Guerra Civil.
En el friso de la portada, a la entrada de la basílica, destaca la frase de Jesús, en Mateo, 11, “Venid a mi todos los que trabajáis y vivís agobiados, que yo os aliviaré”. Y entre las dos puertas de entrada, hay tres esculturas: en el centro, San Isidro Labrador, flanqueado por el rey San Fernando y san Isidoro de Sevilla.
Además del Santuario del Sagrado Corazón de Jesús, el Cerro de los Ángeles acoge la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles. Se cree que se construyó en el siglo XI, tras la reconquista por el rey Alfonso VI, sobre una antigua atalaya árabe. Tras ser destruida en el siglo XIV, se reconstruyó a partir del XVII y nuevamente reconstruida en 1945, tras los daños ocasionados durante la Guerra Civil.
También se encuentra aquí el Seminario Diocesano Nuestra Señora de los Apóstoles, lugar de formación para los sacerdotes que realizarán su labor apostólica en la diócesis de Getafe, y un convento de Carmelitas Descalzas.
Jesús Caraballo