Los enemigos de nuestro país, España, y de nuestra religión, Católica y Romana, afirman sin ningún rubor que la mezcla de ambos solo genero destrucción, obscurantismo y atraso. Aquí tenemos un ejemplo de que todas estas afirmaciones son gratuitas y totalmente falsas, ya que en el lejano siglo XVI, en España y bajo un gobierno de declaración oficial católica, se fundó una institución con el ánimo de fomentar el intercambio de información entre todas las ocupaciones relacionadas con las ciencias matemáticas: La Academia Real Mathemática.

Juan de Herrera, uno de los mejores arquitectos y geómetras militares de su época, quería reunir todos los conocimientos de su época que tuvieran algo que ver con las matemáticas y convenció a Felipe II para que dotara el proyecto. Como resultado de ello, el Rey, publico en 1582 el acta fundacional. Habían pocos precedentes en la época, pero uno de ellos estaba en la propia España, ya que los Reyes Católicos, con sus escuelas palatinas, se habían ya avanzado en la labor de formar a las elites en los ámbitos que no fueran puramente militares.

La idea de Felipe II era de dar respuesta a los nuevos problemas que se encontraban en el imperio en expansión, utilizando a las matemáticas como ligazón para dar consistencia a estudios como el cálculo mercantil, la cosmografía, la astrología, el arte de la navegación, diseño de cañones, técnicas de construcción, aplicadas a las fortalezas pero también a la expansión de las nuevas ciudades o el saneamiento de las mismas.

La Academia Real Mathemática no se dirigió tan solo a los nobles, sino que se abrió hacia todo tipo de estamentos. Para el desarrollo de sus actividades se habilitó un edificio ya existente en la calle del Tesoro, cerca de la antigua Puerta de Baldanu, donde hoy se erige el Teatro Real.

Juan de Herrera persiguió desde el principio dotar a la institución de los mejores profesores disponibles y por sus cátedras pasaron cosmógrafos como Juan Bautista Labanya, humanistas como Pedro Ambrosio de Onderiz o profesores de la talla de Juan Arias de Loyola o el milanés Giuliano Ferrofino.

En 1625, se produjo un cambio en la gestión y el Colegio Imperial de San Isidro, se hizo cargo de la docencia, manteniéndose el nivel académico que se había tenido hasta entonces. Renovándose las enseñanzas y temas con los nuevos progresos que acontecían en Europa.

En 1767, la expulsión de los jesuitas provoco una crisis de calado en la institución, que obligo finalmente a su cierre en 1783. A lo largo de sus casi dos siglos de existencia, la Academia Real Mathemática, solo pudo cumplir parcialmente los objetivos fijados por Herrera, ya que durante muchos años, los estudios se limitaron a la cosmografía y a la náutica, debido en parte, a la falta de recursos económicos, pero también es cierto que uno de los problemas mas graves que se enfrentaba un imperio tan extenso, era la necesidad de formar profesionales capaces de situar territorios, barcos y recursos en el punto adecuado del mapamundi.

En resumen, una antigua institución, pionera en su tiempo, que formo a legiones de futuros administradores y funcionarios de la Nación Española, donde según nuestros detractores, solo existía la desidia y el oscurantismo.

Manuel de Francisco Fabre

Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales – Wikipedia, la enciclopedia libre

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